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- 10/02/2021 00:00
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Adrián Benedetti, coordinador del proyecto '1,000 km de senderos' del Departamento de Desarrollo de Productos de la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP), prevé que la iniciativa permitirá impulsar este tipo de turismo en el territorio nacional.
En el marco de la estrategia Turismo, Conservación e Investigación (TCI) inserto en el plan maestro de turismo sostenible (PMTS) 2020-2025, la ATP lanzó el pasado 29 de enero, en alianza con el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), el proyecto '1,000 km de senderos', que se desarrollará de forma progresiva en todo el país, habilitando senderos en zonas geográficas terrestres y acuáticas.
El lanzamiento se hizo en el camino del oleoducto, uno de los senderos de mayor importancia en el país por su valor turístico, ecológico y científico, ubicado en el Parque Nacional Soberanía.
El proyecto considera como un sendero habilitado aquel que tiene la infraestructura adecuada y un plan de mantenimiento operativo a través de un trabajo conjunto entre el gobierno (nacional o local), grupos locales y la empresa privada.
La especialista en turismo geográfico ecológico del equipo de senderismo 'Enlodados Panamá', Mariel Ulloa, apunta que la actividad del senderismo es muy solicitada en Panamá. En cuanto al turismo internacional, es la de mayor demanda luego del Canal de Panamá.
El administrador de la ATP, Iván Eskildsen, aseguró que el turismo basado en el patrimonio verde es uno de los ejes fundamentales de la estrategia de reactivación económica, ya que como resultado de la pandemia los viajeros están buscando tomar más contacto con espacios de la naturaleza donde puedan apreciar la biodiversidad.
Mariel Ulloa, con más de 10 años de experiencia en el senderismo, resalta que la iniciativa es favorable, pues contribuye de forma positiva al sector. “Esto va a devolver al menos la esperanza a quienes se dedican al turismo al 100%”, dijo Ulloa.
Por su parte, el ministro de Ambiente, Milciades Concepción, indicó que este proyecto potencia el desarrollo de las comunidades locales y a su vez promueve la conservación de espacios naturales.
La iniciativa tiene una meta a cuatro años. En los primeros seis meses se enfocará en las áreas protegidas de la cuenca del Canal de Panamá y en la ribera Pacífica, que comprenden las regiones de Chame, Campana y El Valle de Antón, zonas que han sido identificadas como prioritarias en el PMTS de la ATP.
El proyecto tiene como fin conservar la naturaleza y diversificar a economías rurales a través del desarrollo de la industria de la recreación al aire libre y el turismo verde en las áreas protegidas. Está alineado también al plan Colmena del Gobierno Nacional, que tiene entre sus objetivos que las comunidades rurales marginadas se beneficien de actividades económicas.
Las áreas protegidas, reservas privadas, caminos entre comunidades rurales, playas, manglares, entre otros, contienen un sinfín de atractivos recreativos y turísticos, pero requieren infraestructuras. Por ende, es necesario realizar un esfuerzo multisectorial para mejorarlas. “El proyecto comenzará con los actores locales que deseen apoyar en el mantenimiento de estas infraestructuras, y así abrirle paso al crecimiento del sector recreativo y turístico de Panamá”, aseguró Benedetti.
La coordinadora de la Unidad Ejecutora del plan maestro de turismo sostenible, Irene Ortiz, apuntó que es importante determinar si la comunidad desea apoyar en el manejo y mantenimiento del atractivo. Además, es relevante que las comunidades tengan claro el vínculo entre el buen estado de un sendero/chorro/mirador y los beneficios económicos que eso les podría proveer.
Una vez cuenten con esta información, se crearán espacios multisectoriales de trabajo en los cuales se realizarán talleres sobre diseño, construcción y mantenimiento de senderos con fines recreativos y se brindará un acompañamiento en la generación de propuestas y obtención de fondos para proyectos enfocados en habilitar senderos actuales y el desarrollo de nuevos. Por ende, a medida que el proyecto vaya avanzando se tendrá más claridad sobre el nivel de inversión requerido, resaltó Ortiz.
“Este proyecto ayudará a que los panameños podamos tener un acceso más equitativo a los múltiples beneficios que provee la recreación y turismo en la naturaleza, tales como los beneficios económicos que generan servicios prestados (guía, hospedaje, alimento y venta de equipo) y los de salud y bienestar (mitigación de estrés)”, dijo Benedetti.
Adicionalmente, el coordinador del proyecto resaltó que, están los beneficios para la conservación del medio ambiente al ser una actividad de bajo impacto que puede generar más conciencia ambiental cuando es bien manejado.
Por su parte, Ulloa resaltó que la gran parte de los senderos en áreas protegidas han sido abandonados desde antes de la pandemia de covid-19, que solo vino a colaborar en el deterioro de los mismos bajo la excusa de no poder trabajar.
He aquí lo positivo de esta iniciativa, existen poblaciones rurales adyacentes a las áreas protegidas que con incentivos económicos pudieran ayudar a sobrellevar la carga del manejo y mantenimiento, puntualizo Ulloa.
Benedetti y Ulloa coinciden en que el estado actual de los senderos existentes refleja la falta de mantenimiento, pero más allá de eso requieren definición.
El coordinador del proyecto puntualizó que ningún sendero es igual. Cada uno debe tener un propósito y ser hecho para públicos específicos. Por ejemplo, un sendero interpretativo suele ser más corto y contiene más señalización educativa, ya que es para grupos escolares o familias con niños. Los senderos de aventura suelen ser más largos y rústicos y quizá solo cuenten con un mapa al inicio y señalización direccional en el recorrido para que los usuarios no se pierdan.
Por eso, al habilitar un sendero hay que tener lo siguiente: los atractivos que tiene el área, las actividades que permiten las normativas de las área, las experiencias que busca tener el visitante, como se le van brindar el manejo y cuidado al visitante y al atractivo.
“En Panamá nos hace falta contemplar todos estos aspectos antes de invertir en este tipo de infraestructura”, expresó Benedetti.
En otros países, los sistemas de senderos no son mantenidos en su totalidad por el gobierno, sino por grupos de voluntarios locales que saben que el buen estado de los mismos les beneficia directamente.
Esa es la meta del proyecto '1000 km de senderos': crear espacios colectivos que aporten hacia la habilitación y mantenimiento de senderos que pueden estar dentro o fuera de áreas protegidas ya que también hay caminos entre comunidades que tienen valor natural, histórico y cultural, según explicó Benedetti.
Por otra parte, la integrante del equipo de senderismo 'Enlodados de Panamá' señaló que las áreas protegidas poseen potencial escénico, pero la gran mayoría carece de buenos accesos, infraestructura y se han vendido solo a población joven, pues no tienen senderos homologados para población adulta, sin pasamanos ni baños.
Ulloa mencionó que las afectaciones que ha traído la pandemia consigo para el sector del turismo, han sido fatales, con empresas buscando maneras de mantenerse a flote y enterradas en deudas.
“Muchos de los que ofrecían tours guiados han abandonado la actividad, otros trabajamos con burbuja familiar de cinco o cuatro personas, parejas e incluso individuales, a la expectativa de los decretos, prohibiciones, cercos sanitarios. Es casi imposible desarrollar la actividad solicitando pruebas de covid-19 a los clientes”, expresó.
Añadió que “las comunidades indígenas reciben cero ingresos ni ayudas reales cuando sabemos que dependen al 100% del turismo”.
“En este momento tenemos la esperanza de reactivar actividades, ya se han abierto hoteles y los huéspedes pueden pasar cercos mostrando reservas”, comentó Ulloa.