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Los humedales, escudos acuáticos del planeta en peligro de extinción
- 06/11/2023 00:00
- 06/11/2023 00:00
Los humedales son uno de los ecosistemas más biodiversos y más valiosos de la Tierra. Pese a que solo cubren alrededor del 6% de la superficie terrestre son el hábitat del 40% de todas las especies de plantas y animales. Pero están desapareciendo a un ritmo tres veces mayor que el de los bosques, con graves consecuencias para el planeta, sino se toman medidas urgentes para garantizar su supervivencia, describe el informe “Perspectiva mundial sobre los humedales: Edición especial de 2021” elaborado por la Convención de Ramsar sobre los Humedales.
Es posible que del 20% al 90% de los humedales marinos costeros actuales, como los manglares, estuarios, deltas, marismas y albuferas desaparezcan para finales de este siglo XXI en función de la magnitud de aumento del nivel del mar causado por la crisis climática. También han perdido más biodiversidad que otros ecosistemas terrestres y marinos, detalla el informe.
“Los humedales son grandes suministradores de alimentos, aportan en la salud humana, en el transporte y en las actividades económicas que generan empleo, como la pesca y el turismo y también fungen como importantes puntos de descanso para las aves migratorias”, comenta a La Estrella de Panamá, Rosabel Miró, directora ejecutiva de Sociedad Audubon de Panamá, organismo que vela por la conservación de los humedales costeros en las bahías de Panamá y Parita, así como de las aves migratorias playeras.
Para Miró, los humedales capturan y almacenan el doble de carbono que todos los bosques del mundo juntos. Sin embargo, cuando se drenan y destruyen, expanden a la atmósfera grandes cantidades del CO2 que se encontraba almacenado en sus raíces.
Añadió que en Panamá estos ecosistemas constituyen una solución natural al cambio climático, por lo que es importante su conservación y recuperación.
Además, de mitigar los impactos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar y la acidificación de los océanos que afecta a los manglares y los arrecifes de coral, el cambio en el uso del suelo es el mayor impulsor de la pérdida y degradación de los humedales, según describe Green Climate Fundation.
De acuerdo con The Global Wetland Outlook: Edición especial 2021, más de la mitad de todos los humedales de importancia internacional se ven afectados negativamente por la agricultura. Cuando los humedales se drenan o se queman para la agricultura, pueden perder algunas de sus funciones de servicios ambientales, como la retención y el aprovisionamiento de agua y pasan de ser sumideros de carbono a fuentes de carbono. Es decir, que siglos de carbono almacenado se liberan a la atmósfera, lo que exacerba el calentamiento global”, explica el informe.
Por su lado, Mayté González, directora ejecutiva de la Fundación Wetlands International con sede en Panamá, reconoce que pese a los grandes beneficios que aportan los humedales al planeta “hoy podemos ver con preocupación cómo estos ecosistemas corren el riesgo de desaparecer porque las actividades humanas los están degradando de manera vertiginosa”.
De acuerdo con el Centro Regional Ramsar para la Capacitación e Investigación sobre Humedales para el Hemisferio Occidental, más de 300,000 panameños viven dentro o en el área de influencia de algún tipo de humedal, desde donde se realizan actividades, como pesca, recolección de moluscos y crustáceos, y en segundo lugar la agricultura de subsistencia, además de ganadería y turismo.
“A raíz de esto se estima que los humedales de Panamá y sus zonas de influencia se han convertido en sitios críticos para el desarrollo de estas actividades productivas”, explica la ejecutiva en una entrevista con este medio.
“Cada año queremos destacar la creciente crisis del agua dulce que amenaza a las personas y al planeta debido a la pérdida de humedales. Para desarrollar la resiliencia, el mundo necesita reducir los riesgos climáticos, lograr la seguridad alimentaria y humana, y recuperar la biodiversidad. Necesitamos revivir los humedales a un ritmo y a una escala nunca antes vistos. Tenemos la ambición y la visión para que esto suceda”, puntualiza González.
Los manglares, turberas, praderas marinas, pantanos, marismas, pastizales húmedos, oasis, estuarios, deltas, ciénagas, lagunas y otras zonas costeras, como los arrecifes de coral y aquellos lugares creados por el hombre, como los estanques de peces, arrozales, embalses y las salinas son un tipo de humedal y todos contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático, por lo que son unos verdaderos patrimonios de la naturaleza”, destaca Miró.
Todos estos humedales son grandes almacenadores de CO2 y protegen las costas y ofrecen oportunidades de ecoturismo, pero si no se cuidan corren el riesgo de desaparecer. De ahí la importancia de que la ciudadanía cree conciencia y se sume a las diferentes acciones de conservación de estos sitios, que se realizan en el país por diferentes organizaciones, entre ellas la Sociedad Audubon de Panamá.
En el caso de los manglares, Miró señaló que estos proporcionan alimento y hábitat a una gran cantidad de aves migratorias playeras que provienen del sur y el norte de América. “En la medida en que se conozcan los servicios y beneficios que nos brindan los manglares y a todas las especies de animales y plantas que viven y dependen de ellos, no los talaríamos ni desapareciéramos”.
“Para nosotros es valioso difundir más información sobre la importancia de estos ecosistemas, para que exista mayor conocimiento del valor que tienen”, menciona Miró durante una gira por los humedales en la comunidad de El Salado, en Aguadulce, provincia de Coclé.
Según Miró, si las comunidades no preservan los manglares, se exponen al impacto de una serie de amenazas como el cambio climático que “nos está presentando: aumento del nivel del mar y de las temperaturas. Todo esto repercute negativamente en las actividades económicas que desarrollan las comunidades costeras como la pesca, ya que diferentes especies de camarones y peces realizan sus primeros ciclos de vida en los manglares”.
Más de mil millones de personas en todo el mundo dependen de los humedales para su subsistencia, aproximadamente una de cada ocho personas en la Tierra. Sin embargo, los humedales, son los grandes olvidados ante la crisis climática, según afirma el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Como parte de las estrategias para la preservación de los humedales, según la directora ejecutiva de la Fundación Wetlands International, Panamá cuenta con marcos regulatorios como la “Política nacional de humedales de la República de Panamá”.
“Panamá cuenta con un marco regulatorio y normativo amplio, orientado a la conservación de la biodiversidad y su aprovechamiento sostenible, que, debido a los diversos cambios en la legislación ambiental, han generado vacíos legales y administrativos que se deben esclarecer. Aunado a esto, es necesario continuar y aumentar la presencia institucional en las áreas de humedales, así como la armonización de las competencias institucionales en algunos casos, relativas al manejo de los humedales, para facilitar la fiscalización y monitoreo de su gestión, y de su estado de conservación”, advierte González.
“Se calcula que en los últimos 50 años se ha talado a nivel nacional más de la mitad de los bosques de manglar y humedales existentes. Se estima que en 1969, Panamá contaba con 360,000 hectáreas de manglar, pero esta superficie ha bajado a 170,000 en 2007, lo que representa aproximadamente el 5.2% del área de cobertura boscosa nacional y el 2.3% de la superficie total del país”, menciona González.
“Desde el punto de vista ambiental, áreas geográficas como la bahía de Parita, muestran la urgencia de promover el ordenamiento territorial, porque los centros poblados y su frontera agrícola ha crecido en los últimos 30 años sin planificación y hacia la costa, lo que ha aumentado las presiones en los hábitats prioritarios para la vida silvestre con las que compartimos el territorio, por ejemplo, las aves playeras de la ruta migratoria del Pacífico”, admite la directora ejecutiva de la Fundación Wetlands International.
En tanto, José Julio Casas, director de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente, señala que todas las provincias de Panamá cuentan con la presencia de manglar. “Si los manglares desaparecen, perderíamos un bosque que genera oxígeno, afectando la producción pesquera al no contar con las guarderías naturales en donde especies de peces y camarones hacen sus primeros estadios, para luego salir al mar abierto donde son aprovechados”, dice Casas.
Añade que actualmente existen varios proyectos de recuperación y restauración de manglares tanto en el Caribe como en el Pacífico panameño, se trata de proyectos aliados con oenegés y otras entidades estatales y privadas.
Según datos del Plan de conservación para los humedales de la bahía de Panamá, esta zona tiene más especies de cangrejos violinistas que cualquier otro lugar del mundo, con un total de 271. Estos animales son uno de los elementos más visibles de la fauna en los bosques de manglar en todo el planeta. “Revitalizar y restaurar los humedales degradados” es el mensaje para lograrlo. De realizarse correctamente, estos enclaves pueden llegar a ofrecer los mismos beneficios que ofrecía el humedal natural original, señalaron los expertos.
Actualmente Panamá cuenta con 39 humedales continentales y costeros, de los cuales solo cinco son considerados sitios Ramsar (humedales de importancia internacional), estos son: San San Pond Sak en Bocas del Toro, bahía de Panamá en la ciudad capital, Damani Guariviara en la comarca Ngäbe-Buglé, punta Patiño, en Darién, y golfo de Montijo, en Veraguas.
De acuerdo con la Sociedad Audubon Panamá, el humedal de la bahía de Panamá, con una extensión de 85,664 hectáreas, de las que 39,703 corresponden a la superficie terrestre y 45,960 a la marina, debe ser preservado ya que por este migran miles de aves playeras provenientes del norte hacia Sudamérica en el invierno occidental, pero que actualmente se ven amenazadas por la contaminación del ecosistema y la destrucción de hábitats (deforestación, tala ilegal, construcciones, etc.). Se estima que anualmente transitan por la bahía de Panamá entre uno y dos millones de aves.