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Riesgo de volcán de Fuego de Guatemala sigue latente ante falta de protocolos
- 26/03/2019 21:33
- 26/03/2019 21:33
El riesgo por el volcán de Fuego de Guatemala, que entró en erupción el 3 de junio del año pasado dejando más de 200 muertos, continúa latente por la falta de un protocolo de actuación ante nuevos eventos de este tipo, según un informe técnico al respecto presentado este martes.
"Aún con la erupción iniciada, podemos con un protocolo más claro tener mejores resultados. Yo lo del protocolo lo siento urgente, porque si ahora ocurriera estaríamos igual en ese sentido", aseguró la española Dolors Ferrés, autora del reporte sobre la formación natural, que analiza su historia y su situación actual.
La experta en vulcanología y geología de la Universidad Nacional Autónoma de México aseguró que el proceso actual es lento y "no es claro", y aún con las mejoras realizadas en materia de vigilancia y recopilación de información, la falta de estos protocolos de actuación hace que se esté en el mismo punto de partida del pasado 3 de junio,
"Incluso aunque el sistema de monitoreo no pudiera anticiparse a una erupción, que puede ocurrir (...), si a mitad de la mañana (del 3 de junio de 2018) hubiéramos tenido el entendimiento para entender que esa cosa era más grande de lo habitual, si la comunicación hubiera sido quizá más clara, con los mensajes más claros (...) hubiéramos podido evacuar y estaríamos a tiempo", recordó.
La autora de este estudio, realizado por Acción contra el Hambre con apoyo de la Cooperación Española como parte de la respuesta a la emergencia humanitaria por la erupción del volcán, desgranó el análisis de los peligros y vulnerabilidades que aún persisten y las recomendaciones urgentes para prevenir una nueva tragedia.
En este sentido, Ferrés reconoció avances en materia técnica y de análisis de información, pero insistió en que la parte pendiente es "transmitir" estos datos y tener unos protocolos para que "haya un accionar en consecuencia" sobre una posible erupción de este volcán, muy joven y muy activo.
Es por ello que abogó por mejorar el conocimiento del volcán y de su comportamiento para evitar confiarse, por prepararse para una erupción más grande "porque va a ocurrir", por dar mejor información a las comunidades y las personas sobre qué puede ocurrir y qué deben hacer, por fortalecer un Sistema de Alerta Temprana o por desalojar a las comunidades que están en un radio menor a los 10 kilómetros del cráter.
Ferrés, quien lamentó la falta de información y de datos como el censo poblacional actualizado, explicó que la erupción del 3 de junio, la más grande de los últimos 20 años, duró 15 horas y fue de una "magnitud mayor" de las que suceden habitualmente, con flujos piroclásticos que estuvieron entre los 300 y los 500 grados de temperatura.
Y esto afectó principalmente a las comunidades aledañas al cráter que, según los datos del último censo (2002), sería de unas 70.000 personas en el radio de 10 kilómetros y de 285.000 en 22 kilómetros, las áreas más vulnerables a los diversos fenómenos volcánicos como caída de ceniza.
Esta forma cónica, de 3.763 metros de altura, ubicado entre los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, tiene laderas muy inclinadas que descienden uniformemente hasta su base y que casi en su totalidad están cubierto por plantaciones de café y por una densa vegetación en la que influye mucho las dos cuencas.
Este documento también completa la historia eruptiva del volcán, que divide en cuatro periodos: la prehistórica, la histórica (que ocupa el siglo XVI y que tuvo 36 erupciones), la del siglo XX (con 20 erupciones) y la actual, desde 1999 y con 41 erupciones.
Solo durante el período se han emitido 190 millones de metros cúbicos de material volcánico sin contar con la erupción del 3 de junio, que además de los fallecidos y desaparecidos dejó a casi 2 millones de personas afectadas, algunas de las cuales lo perdieron todo.
Ante esta situación, y teniendo en cuenta que las erupciones de este u otros volcanes "volverán a ocurrir", la experta pidió reubicar a las comunidades que están en la zona de riesgos de flujos piroclásticos y elaborar planes para que las evacuaciones sean "en tiempo o forma", sino "vamos a tener otra desgracia".
A este propósito, apostó por la mitigación (construir barreras para frenar los flujos de escombros, mejorar la infraestructura vial con rutas de evacuación y pasos sobre barrancas, filtros de alcantarillas) y por la prevención (comunicación con información y mejorar el lenguaje para hacer una distribución horizontal de estos datos).