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Descarbonización de América Latina, una llamada urgente a la acción
- 12/02/2020 06:00
- 12/02/2020 06:00
¿Es posible descarbonizar América Latina? ¿Cuáles son los retos que los países de la región enfrentan tras un escenario de un aumento en la temperatura de 2ºC?
Después del fracaso de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Clima, COP25, que se cerró tras dos semanas de negociaciones en Madrid bajo la presidencia chilena, la región se enfrenta al claro desafío de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), financiar una transición hacia la carbono neutralidad y crear más resiliencia frente a los impactos inminentes.
Pese a que la región emite el 8.3% del total de las emisiones mundiales, América Latina se enfrenta al reto de dejar los fósiles, invertir en fuentes más renovables de energía y aprovechar el potencial de su biodiversidad para desarrollar una “bioeconomía”. Pero todo eso solo sería posible a partir de un cambio de comportamiento y de mentalidad, informaron expertos entrevistados en la COP25.
Según Joséluis Samaniego, director de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), aún falta ambición climática en la región.
“Hay una combinación de falta de ambición con falta de certidumbres y estimaciones de lo que se puede hacer. No hay suficientes instrumentos puestos en marcha, hay una brecha política muy importante y también una brecha de conocimiento”, señaló.
La posición geográfica de la región, entre los trópicos de Cáncer y Capricornio, representa una ventaja competitiva que concentra la mayor biodiversidad biológica del planeta. “Podríamos tener una contribución enorme de las soluciones basadas en la naturaleza para ir descarbonizando nuestras economías; nos permitirá llegar a la neutralidad si manejamos los ecosistemas de una mejor manera”, comentó.
Según él, hay una falta de apuesta y de compromiso con las alternativas que permitirán ir hacia la descarbonización. “Eso implica que tengas la capacidad de generar el cambio estructural que te permita descarbonizar”.
Crecer más genera efectos adversos ambientales, a menos que vengan acompañados de otras políticas. Las renovables abren el espacio para crecer más. Según la CEPAL, para que la región cumpla sus metas al 2030 en un escenario de aumento de la temperatura de 1.5°C, habrá que tener una matriz energética del 67% compuesta por renovables, lo que equivaldría a la emisión de 0.9 gigatoneladas de CO2 equivalentes. En un escenario de 2°C, la región tendría que tener un 55% de su matriz basada en renovables y emitir 1.3 gigatoneladas de CO2 equivalentes.
Actualmente, la región tiene un 24% de participación en renovables y eso está en línea con el escenario del calentamiento global de 4°C, un panorama en el que se prevén impactos muy severos para la región.
Un mundo de 4°C es lo que se debe evitar. Según el Banco Mundial, las proyecciones serían devastadoras. Se espera que la cuenca del Amazonas y muchas áreas densamente pobladas experimenten sequías extremas. Los glaciares andinos habrán desaparecido para finales de este siglo. El deshielo glacial, en un principio, incrementará el riesgo de inundación para luego terminar en una sequía que afectará a las comunidades que dependen de él. Los huracanes categoría 4 o 5 podrían ser más frecuentes y más poderosos.
Esto, además de un incremento de un metro en el nivel del mar, que tendría efectos devastadores, especialmente en el Caribe. Un mundo de cuatro grados significaría que Río de Janeiro y Barranquilla tengan que lidiar con un aumento masivo de 1,4 metros en el nivel del mar.
Para Samaniego, ser carbono neutral ayudaría mucho a la región. “En América Latina, la contribución de los ecosistemas es clave”.
Entre los grandes obstáculos en la región están el transporte y la movilidad urbana. Tras el debilitamiento de los ferrocarriles en el siglo XIX, en la segunda mitad del siglo XX hubo una política deliberada de expansión en favor de la movilidad privada. “Es donde veo que no se avanza prácticamente nada y a un ritmo muy decepcionante”, señaló el jefe de la CEPAL.
La matriz energética es otro punto por destacar. Pese a que se está produciendo un cambio en las matrices energéticas, eso se da “más lento de lo que necesitamos”, comentó Samaniego.
“Poco a poco, con el cambio en los precios de las renovables, la forma de licitarlas y los impuestos al carbono, se va facilitando la penetración de las renovables”, dijo. Una descarbonización de la matriz eléctrica de México, Brasil, Argentina, Chile y Colombia marcaría un cambio radical en la región.
Para expertos como Mariana Nicoletti, del Centro de Estudios de Sostenibilidad de la Fundação Getúlio Vargas de Brasil, descarbonizar significa ir más allá de apenas reducir emisiones en la matriz energética. Significa transformar toda una forma de pensamiento y de desarrollo de la sociedad.
Nicoletti complementa que para descarbonizar tenemos que enfocarnos en los grandes puntos emisores, como la energía, pero también en el uso de la tierra con la deforestación y la producción agrícola. “Hay que mirar a las cadenas de forma transversal: desde la extracción y la producción de energía hasta el destino de los residuos”.
Es un tanto “ambicioso” pensar en una América Latina neutral en carbono, dijo Nicoletti, pero no imposible. “Tendríamos que cambiar desde los incentivos de políticas públicas, subsidios y las inversiones de capital de los gobiernos destinados a los combustibles fósiles. Estamos hablando de un cambio sistémico que tendría que pasar por toda la economía; un desarrollo de modelos pautados en la bioeconomía y en tecnologías bajas en carbono”, sostuvo.
Frente a los retos de descarbonizarse, la región también se enfrenta a las necesidades de adaptarse a los cambios. Nicoletti integra la Red Regional de Cambio Climático y Toma de Decisiones y defiende que la capacidad de anticipar y responder a eventos climáticos debe estar en una agenda de adaptación de la región.
La adaptación, según ella, debe ocurrir en paralelo al proceso de descarbonización. Y, en este sentido, el rol de la ciencia es fundamental.
La investigadora ayudó a liderar el proyecto LatinoAdapta, que buscó identificar y analizar brechas de conocimiento en adaptación que afectan el desarrollo y la implementación de políticas y medidas relacionadas con el cambio climático en seis países de la región: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Paraguay y Uruguay. El proyecto realizó un panel durante la COP25 en Madrid.
“Tenemos brechas de producción de conocimiento, pero el gran problema en América Latina es más de crear puentes con gestores públicos que accedan, comprendan y apliquen el conocimiento científico considerando escenarios climáticos”, sostuvo la investigadora brasileña.
El proceso de transición rumbo a la descarbonización solo será posible si se aplica la comprensión de una justicia climática, discutieron los analistas.
Según Nicoletti, esta expresión gana connotaciones diferentes a partir de quien habla. “¿Justicia climática para quién?”, se pregunta. Por la perspectiva histórica, los países del norte global tendrían que transferir recursos hacia el sur global. Y cuando los recursos llegan a los países, ¿quién tiene el derecho de accederlos? Son preguntas complejas.
En general, la discusión sobre carbono neutralidad no ha sido pautada con la idea de justicia climática. “Mucho de lo que se vio en la cumbre social fue en este sentido, de incluir a los pueblos tradicionales y comunidades empobrecidas, que son los más vulnerables. Es una alerta de que tiene que haber más convergencia. Vemos el poder de quien habla concentrado en las élites blancas”, criticó.
Para Adrián Martínez Blanco, de la Asociación La Ruta del Clima de Costa Rica, una transición justa tiene que darse basada en un enfoque de derechos humanos. “Necesitamos tener un contenido de justicia y que los pilares de la transición justa sean los pilares de los derechos humanos”.
Las acciones climáticas tienen sus efectos negativos y, si no se toma en cuenta el derecho de las personas, “vamos a desembocar en un conflicto social y en violencia”, admitió.
la Asociación La Ruta del Clima basa sus actividades en voluntariado e impulsa la participación de decisiones climáticas y ambientales por medio de la sensibilización del público con la educación.
Especialmente durante la COP25, la ONG costarricense participó de paneles para promover el 'Acuerdo de Escazú'. El denominado “Acuerdo regional sobre el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia en asuntos ambientales en América Latina y el Caribe” fue adoptado el 4 de marzo de 2018.
Se originó en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) y se fundamenta en el Principio 10 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992. Durante las negociaciones, lideradas por Chile y Costa Rica, se reunieron delegados gubernamentales, representantes del público y del sector académico, expertos y otras partes interesadas, que participaron activamente, de manera colaborativa y en pie de igualdad.
De los 33 países de América Latina, 21 naciones ya firmaron, aunque solo seis la han ratificado. Se necesita que por lo menos 11 Estados ratifiquen el tratado para que pueda entrar en vigor. Entre estos, Bolivia, Guyana, Jamaica y Uruguay lo ratificaron.
“El objetivo que tenemos es posicionar el Acuerdo de Escazú, que es esencial para la región y para los procesos de implementación de la gobernanza climática y la revisión de los compromisos (las llamadas contribuciones determinadas a nivel nacional). En términos de ambición, debemos avanzar con la transición justa, que no solo implica cambiar el modelo de desarrollo basado en hidrocarburos, sino también ayudar a sectores económicos que están teniendo problemas a raíz del cambio climático”, analizó Blanco.