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Centro de conservación acoge más de 4 mil animales exóticos
- 05/08/2020 00:00
- 05/08/2020 00:00
En el corregimiento de Puerto Lindo o Garrote, ubicado en la costa arriba de la provincia de Colón, está el Centro de Conservación o Rescate y Zoológico del Istmo, considerado paraíso único de más de 140 especies de aves cuyo canto retumba entre la naturaleza tropical que les rodea.
El sitio también cuenta con un ranario y una gran variedad de felinos, así como cánidos, tapires, ponis, saínos, tortugas, avestruces y monos.
Este zoológico o zoocriadero, rodeado de una extensa bahía con arrecifes de coral y paradisíacas islas de exuberante vegetación, fue fundado en 1999 por Jacobo Lacs, un empresario peruano-panameño, quien se ha convertido en custodio de este increíble santuario, hogar de más de 4,000 animales, muchos de ellos donados por el Ministerio de Ambiente ya que están en peligro de extinción.
Recorrer este centro de conservación y zoológico toma un día completo. Lacs, quien es un ornitólogo autodidacta, describe jaula por jaula, todas muy amplias y alineadas por diferentes veredas, cada especie o tipo de animal, su nombre científico, de dónde proviene o si se trata de alguna mutación única obtenida por él.
Antes de entrar al ranario, un espacio de gran dimensión, rodeado de plantas, arbustos, troncos y muchos otros elementos de la naturaleza, Lacs abre la llave de agua y crea primero una especie de lluvia artificial para que los diminutos anfibios salgan de su hábitat y se dejen ver. Luego de unos minutos de espera, entramos al ranario que cuenta con tres especies de ranas de Panamá, divididas en más de 20 colores.
“Las personas crían las ranas en acuarios, incluso en el Smithsonian, pero aquí están sueltas y nuestro nivel de reproducción es muy grande. Panamá tiene la mejor cantidad de subespecies y colores de ranas. Todas las islas de Bocas del Toro cuentan con una diferente. Son la misma especie, pero diferentes morfologías (color)”, relata Lacs.
“Este es el ranario más grande del mundo y no existe otro igual”, dice Lacs. Según explica, estos anfibios pueden vivir hasta 24 años.
Un poco después del ranario se encuentra el hábitat de los felinos. Se pueden observar desde un jaguarundi en custodia, decomisado por el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente); ocelotes de Panamá, caracal de Sudáfrica, lince, serval y un jaguar, todos separados y con un hábitat de acuerdo a sus condiciones.
“En Panamá matan al año alrededor de 22 jaguares. Este que tengo aquí lo trajo MiAmbiente pequeño, así que lo mantengo en custodia”, resalta el experto.
No muy lejos están los cánidos o perros salvajes. Observamos desde un perro venadero proveniente de un zoológico en Inglaterra, sin embargo, Lacs, admite que en Panamá también existen. También un chacal espalda negra de Sudáfrica, lobos blancos de Checoslovaquia y perros mastín del Tíbet.
A medida que avanzamos más animales van apareciendo para dejarse contemplar. Desde coyotes, pericos pequeños de diferentes partes del mundo v de Panamá; puerco de monte, tapir, loris de Asia, quetzales, gallito de las rocas de Surinam, puerco espín de la India, un águila harpía y un gallinazo rey procedente de La Chorrera.
Una de las curiosidades de este centro de conservación es una jaula enorme donde se encuentran las aves más agresivas, hábitat al cual llaman 'joyita', “aquí todos son malos”, dice Lacs sonriente.
En otra esquina nos encontramos con el aviario, un área de mayor dimensión donde conviven más de 140 especies de aves de todo el mundo, rodeadas de plantas, arbustos y una gran cueva, incluyendo un nutrido grupo de diferentes variedades de tucanes y guacamayas con colores fulgurantes.
Roberto Arango, administrador del sitio, afirma que en este aviario confluyen especies únicas y que se han podido reproducir y mantener. “La idea es que las personas tengan la percepción del entorno natural cuando se ingresa al aviario. La única manera de educar y de que la gente tome conciencia de lo que es la conservación y de la belleza de la naturaleza, es estando en contacto con ella”, asegura.
“El aviario cuenta con la colección de aves más completa del mundo. En el caso de la conservación, lo hacemos con la mejor de las intenciones que es rescatar las especie amenazadas, porque no somos solo un zoológico, sino un centro de rehabilitación, rescate y custodia”, destaca Arango.
Este pequeño lugar ubicado en el Atlántico, donde el bosque se encuentra con el mar, tiene también un centro de monitoreo para la reproducción, en el cual se dispone de un grupo de incubadoras que son el hogar improvisado de un grupo de pichones alimentados manualmente por las dificultades inherentes a su reproducción en cautiverio. A fin de cuidar a cada uno, en la pared hay varios monitores que revelan el estado de los nidos y permiten actuar ante cualquier eventualidad.
Para culminar el recorrido llegamos a un vivero con más de 240 especies de orquídeas y otros tipos de plantas exóticas.