Barrera de edificios cambia dirección de los vientos

Actualizado
  • 20/05/2013 02:00
Creado
  • 20/05/2013 02:00
PANAMÁ. La primera impresión cuando los visitantes llegan a Panamá y toman por el Corredor Sur son unos impresionantes edificios que se ...

PANAMÁ. La primera impresión cuando los visitantes llegan a Panamá y toman por el Corredor Sur son unos impresionantes edificios que se están levantando a lo largo de la zona costera pacífica.

‘Están haciendo una barrera a los vientos y por eso hace mucha calor’, afirma el conductor de un taxi.

¿Es esto científicamente posible? De acuerdo con Natalia Young, del Consejo Consultivo de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresas, sí.

Young explicó que actores como la intensidad del viento, condiciones topográficas de la zona, localización de barreras artificiales (edificios altos y calles estrechas), la falta de vegetación y zonas verdes, contribuyen al aumento de la concentración de contaminantes en un área. Es que una mayor velocidad del viento reducirá las concentraciones de contaminantes al nivel del suelo, ya que se producirá una mayor dilución y mezcla, pero los edificios altos se convierten en obstáculos artificiales que pueden tener consecuencias negativas para la dispersión de contaminantes, acumulándolos en determinadas zonas.

Esta situación se agrava más cuando el nivel de contaminación aumenta producto del incremento del parque vehicular.

De acuerdo con la Carta Ambiental Apediana ‘Causas y consecuencias de la contaminación del aire sobre la salud en Panamá’ —publicada en marzo de este año— si tomamos en cuenta que en el área metropolitana circulan más de 500 mil vehículos y el hecho de que Panamá no es un país con grandes industrias, las emisiones vehiculares son la principal fuente de contaminación al aire.

La construcción de grandes edificios en la ciudad de Panamá trae como consecuencia que las masas de aire se estanquen y acumulen emisiones contaminantes durante días enteros.

‘La gran cantidad de edificaciones que se están levantando frente a la bahía de Panamá se convierten en una muralla artificial que impide la dispersión de los contaminantes por el viento’, afirmó Young.

Esto puede ocasionar acumulaciones excesivas de contaminantes en estas zonas, lo que da como resultado que las calles que pasan en medio de estas estructuras sean ‘cañones de contaminación’, en los cuales los vapores y gases se mantienen a baja altura afectando con mayor incidencia la salud de la población.

Se trata de una situación que incluso la Autoridad Nacional del Ambiente ha analizado. En el 2005, un estudio científico-técnico de la calidad del aire determinó que los edificios de más de tres pisos en la avenida Balboa forman barreras artificiales para la brisa que del norte o hacia el norte refresca la ciudad de Panamá’.

INTERIOR

Pero si afuera existe contaminación, en el interior de los edificios la situación tampoco mejora. Con los resultados del cambio climático y el aumento de la temperatura y el frío, los edificios y residencias son cada vez más herméticos. La hermeticidad ayuda a bajar los costos de energía por los aires acondicionados y la calefacción. Pero el tener edificios cerrados trae el problema del síndrome del edificio enfermo (SEE) o de enfermedades relacionadas con los edificios (ERE), de acuerdo con el estudio apediano.

Este se ha convertido en uno de los principales problemas de salud pública en países desarrollados. Panamá no escapa a esta realidad; con la construcción de edificios sellados (a la mayoría no se le pueden abrir las ventanas), se ha incrementado significativamente el problema de la calidad del aire en interiores.

Young advierte: ‘mientras las autoridades no tomen medidas enérgicas para controlar las fuentes de contaminación en el aire, principalmente los vehículos a motor, la calidad del aire seguirá empeorando’.

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