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Las ballenas, fertilizadoras del océano y mitigadoras del cambio climático
- 22/02/2023 00:00
- 22/02/2023 00:00
Las ballenas son los animales más grandes que existen en los océanos. Siempre han logrado captar la atención de las personas por su gran tamaño y las acrobacias que realizan fuera de la superficie marina. Una de las características de estos cetáceos es que emigran miles de kilómetros cada año, y durante esa migración muchas se reúnen para aparearse y dar a luz, algo que las hace atractivas para hacer turismo de avistamiento de ballenas antes de que emprendan su camino de regreso hacia su lugar de origen o hacia otros sitios, ya sea en busca de alimentos o por el calentamiento global.
Seis de las 13 especies de ballenas más grandes están en peligro de extinción o son vulnerables, incluso después de décadas de protección, tras el fin de la mayoría de la caza comercial de ballenas en 1986, según lo documentó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Después de ello, organismos internacionales como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), Greenpeace, ONU Medio Ambiente, la UICN y otros, trabajan de la mano para evitar que estos cetáceos sean víctimas de capturas accidentales, de la caza ilegal, de colisiones con buques, de la contaminación marina por plásticos que provocan daños a los oceánicos.
En abril de 1975, un grupo ecologista poco conocido, en ese momento, llamado Greenpeace, lanzó la primera campaña mundial contra la caza de ballenas desde los muelles de Vancouver, en Canadá.
Cada tercer sábado de febrero, desde 1980, se celebra el Día Mundial de las Ballenas, con la finalidad de concienciar a la población mundial acerca del valor ecológico de estas especies para el planeta.
De acuerdo con la ONU Ambiente, estos gigantes son fertilizadoras del océano, mitigadoras del cambio climático y promovedoras de biodiversidad, sus heces ricas en hierro, nitrógeno y otros nutrientes, actúan como fertilizante, aumentando la productividad de fitoplancton, principal alimento de algunos crustáceos, que a su vez sostienen la diversidad biológica marina.
Las ballenas también almacenan enormes cantidades de carbono durante su larga vida. Las ballenas azules almacenan hasta 63 toneladas de CO2 y las ballenas rorcual aliblanco (ballena minke común), 2,2 toneladas de CO2 por animal (una tonelada de carbono equivale a 3,67 toneladas de CO2). Cuando las ballenas mueren, en la mayoría de los casos, se hunden en el fondo del océano, sacando el carbono de la atmósfera durante siglos, o incluso milenios.
Ed Goodall, director de Ballenas Verdes de la organización Whale and Dolphin Conservation, aseguró que las ballenas y los delfines “desempeñan un papel destacado en la capacidad del océano para fijar, almacenar y secuestrar carbono”. “Son una parte importante de la compleja red de vida marina que hace del océano el mayor sumidero de carbono del planeta, moviendo nutrientes vitales que estimulan el crecimiento del fitoplancton”. Por eso, Godall considera a las ballenas y los delfines los “aliados de la acción climática”, según describe un comunicado de la ONU.
“El carbono de las ballenas se descompone y es consumido por todo tipo de especies, y luego se almacena y recicla entre la comunidad bentónica o se queda en los sedimentos, donde puede permanecer secuestrado durante miles, quizás incluso millones de años”, afirmó Goodall. “Aunque un átomo de carbono puede llegar a muchos lugares; en general, se queda en las profundidades marinas”.
Añadió que están trabajando en todo el mundo haciendo campañas, “presionando y asesorando a los gobiernos, llevando a cabo proyectos de conservación y realizando actividades de educación y compromiso”. “Nuestra visión es la de un mundo en el que todas las ballenas y los delfines estén a salvo y sean libres, y utilizamos y apoyamos los últimos avances científicos para reforzar los argumentos a favor de la protección de las ballenas y los delfines, como aliados vitales de la acción climática e ingenieros del ecosistema, y como seres inteligentes por derecho propio”, destacó el director.
Según una nota de National Geographic, las áreas marinas protegidas creadas por los distintos países son una forma de proteger a las ballenas de algunas de estas amenazas. Se trata de zonas en las que ciertas actividades, como la pesca, están restringidas o prohibidas.
Actualmente, las áreas marinas protegidas cubren menos del 8% del océano. Pero las ballenas se mueven por las aguas de múltiples países durante su migración y pasan gran parte de este tiempo en alta mar, donde solo el 1,2% del océano está bajo alguna forma de protección. Está claro que la protección de las ballenas requiere un esfuerzo global.
La densa capa de grasa que rodea su cuerpo les permite habitar en regiones frías y templadas.
Se están llevando a cabo negociaciones internacionales para averiguar cómo proteger las especies oceánicas, incluidas las ballenas, fuera de la Zona Económica Exclusiva (ZEE). En los más de 222 millones de kilómetros cuadrados que conforman la alta mar, casi no hay áreas marinas protegidas.
Los Estados miembros de las Naciones Unidas acordaron en 2017 negociar un tratado internacional para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina de alta mar. La cuarta y última sesión de estas negociaciones se celebró en Nueva York en marzo 2022. El tratado incluyó formas de designar áreas marinas protegidas en alta mar, y estas áreas podrían restringir las actividades que amenazan a las ballenas y otras especies marinas en zonas críticas para su supervivencia.