Panamá: 1903-1931

Actualizado
  • 16/02/2025 00:00
Creado
  • 15/02/2025 16:12
El libro de Félix Javier Chirú Barrios ahorra frases que no se detienen en la propaganda ideológica o, mejor dicho, no es portavoz de alguna (inútil) distorsión ideológica, sin caer tampoco en ingenuidades positivistas.

Momentos de crisis como ahora que ponen en cuestión el rol de Panamá en el mundo, como país globalizado y transitista, aparece la obra del profesor universitario de la Universidad de Panamá, Félix Chirú Barrios, Panamá: 1903-1931 (nación, conmemoraciones y lugares de memoria). Él es un joven profesor, con doctorado de la Universidad de Costa Rica, que obtuvo una beca del DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico), y que le permitió realizar investigaciones en el Instituto Iberoamericano de Berlín, una de las mejores bibliotecas europeas sobre la región. Enhorabuena, porque hoy día tenemos este excelente texto que profundiza en el periodo fundacional de la República, un período dominado por los liberales, y, especialmente, por Belisario Porras, donde se articuló el hispanismo como discurso cultural del Estado nacional.

Hay que decir que lo provechoso de este texto es que el autor nos ahorra frases que no se detienen en la propaganda ideológica o, mejor dicho, no es portavoz de alguna (inútil) distorsión ideológica, sin caer tampoco en ingenuidades positivistas. Es la obra de un joven historiador que ha asumido su oficio en serio y sabe que tiene un material que le ha permitido construir un texto bien elaborado y sustentado teóricamente. Su punto de partida teórico, según las palabras del mismo autor, ¨parte de la perspectiva modernista de la creación de la nación por el historiador inglés Eric Hobsbawm y el antropólogo Benedict Anderson, así como los planteamientos de los estudios de la memoria¨.

Preparado con estos elementos teóricos que el autor discute y profundiza en su texto, nos lleva de la mano a través del primer cuarto de siglo de Panamá y se pregunta de dónde salió ese hispanismo. Y, a mi parecer, el autor, confirma que el constructo hispanista no fue una invención panameña, sino que, desde el siglo XIX, el archivo ya estaba bien preparado, un hispanismo (raza, lengua y religión) que se había articulado con la regeneración colombiana mientras Panamá era un departamento de Colombia: “usos retóricos del discurso hispano fue un tema recurrente en la invención de la memoria histórica de Panamá que tuvo su apogeo en España y América especialmente hacia fines del siglo XIX, tras el desastre de 1898”.

En efecto, queriendo contrarrestar la >>leyenda negra<<, de ser Panamá un producto norteamericano, las élites liberales tenían un archivo discursivo, hispanista, a su disposición, y la pregunta es, entonces, cómo se aplica o ejecuta este archivo en las instituciones fundacionales de la República. Y aquí resulta fascinante, por lo tanto, la tarea de reconstrucción fundacional que el autor, de acuerdo con los elementos provistos por Hobsbawn, hace con respecto a la “educación primaria, el ceremonial público y la producción masiva de monumentos”, y otros ítems que el autor agrega como Las Exposiciones nacionales o universales, el primer libro de historia de Panamá, los museos y el “huaquerismo” (saqueo de los yacimientos arqueológicos).

Es un verdadero trabajo de detalle, que, sin embargo, está muy lejos de ser tedioso por la habilidad escritural del autor de presentarnos todo ese material de forma amena y legible, sin que falten los toques de humor que nos hacen sonreír a medida que nos adentramos en el texto, como, por ejemplo, cuando cita al declarado bardo de la patria, Ricardo Miro (1883-1940), que, expresando “su aflicción por esa presencia extranjera (norteamericana) en 1907”, escribió tener que: “fungir de cuentista, de crítico, de corrector de pruebas, para engañar a la América para hacerle creer que no nos volvemos yanquis por minutos”.

El libro está dividido en cinco capítulos: Capitulo 1. (Panamá entre las independencias 1821-1903); Capitulo 2. (Panamá y sus centenarios: la creación de la memoria histórica nacional); Capitulo 3. ¡Panamá, tiene una fiesta! La construcción del 3 de noviembre; Capitulo 4. Los símbolos de la nación: Vasco Núñez de Balboa en el panteón de héroes nacionales de Panamá; Capitulo 5. El Estado Mecenas: La creación del Museo Nacional y la historia de Panamá. Hay mucha información nueva que se destila a través de los mismos, una información que se guía, bajo el concepto de “recuperación selectiva del pasado”, y se ve muy bien cómo las elites van ejecutando la invención de la nación.

Entre las preguntas abiertas o que plantean retos de investigación para próximos textos, el autor señala una que me parece de particular interés: “Sería oportuno indagar más sobre la recepción del pueblo de estas estrategias del poder político y de la creación de imaginarios, pero las fuentes son escasas al respecto”. Cierto, no debe ser fácil investigar sobre esta pregunta y, por lo tanto, como lector, me he preguntado también cuál fue el lugar del pragmatismo americano (textos, ideas y autores fueron promocionados por esta élite liberal para la época), dentro de ese constructo hispanista fundacional y, además, aunque el autor lo menciona (Guerra de Coto de 1921, por ejemplo) pero no suficientemente, cómo entra la población antillana dentro de esta problemática del Estado nacional sabiendo que, por ejemplo, bajo esa ideología hispanista, se escribió un texto racista, el Peligro Antillano en América Central (1924), de Olmedo Alfaro.

Panamá: 1903-1931 es una investigación que se une a la rica discusión que ya nos tienen bien acostumbrados (y entrenados) los historiadores (con la participación de geógrafos y sociólogos) nacionales y extranjeros sobre el país. En efecto, en los últimos años la producción ha sido tremendamente fructífera y solo resta felicitar a Chirú Barrios por este excelente trabajo de investigación que, en estos días de incertidumbre, con respecto a nuestro vecino del norte, muestra que Panamá fue una invención de quienes se definen como panameños.

Es la obra de un joven historiador que ha asumido su oficio en serio y sabe que tiene un material que le ha permitido construir un texto bien elaborado y sustentado teóricamente”.
Sería oportuno indagar más sobre la recepción del pueblo de estas estrategias del poder político y de la creación de imaginarios, pero las fuentes son escasas al respecto”.
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