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- 23/07/2024 00:00
- 22/07/2024 20:05
Cuando tenía ocho años, Orlando Hernández-Ying asistió a una iglesia ubicada por el Casco Antiguo para completar los cursos de la primera comunión. Fue a partir de ese instante que se enamoró de la arquitectura e historia de los edificios que veía alrededor, mientras caminaba por la calle.
Un momento que constituyó para él un llamado en su interior que lo llevó a ejercer la investigación y la curaduría de arte.
Esta misma pasión que cultivó desde la infancia lo motivó a estudiar un doctorado en Historia y Crítica del Arte en la City University de Nueva York y, posteriormente, un máster en Estudios Museísticos de la Universidad de Nueva York, también en Estados Unidos.
Recientemente, Hernández-Ying fue nombrado curador lapis de arte de las Américas por el Museo de Arte de Nueva Orléans (NOMA), una posición curatorial de carácter permanente con la que se buscará investigar de una forma más amplia los orígenes y la historia del arte de Norteamérica, Centroamérica y Suramérica.
El investigador tiene un recorrido profesional que pasa por su labor durante varios años en la Sociedad Hispánica de América en Nueva York como asistente curatorial (2022-2024), miembro del Fondo Nacional para las Humanidades y del Rockefeller Curatorial (2021-2022) e interno curatorial (2006-2010). Hernández-Ying además laboró como curador jefe del Museo Antropológico Reina Torres de Araúz y fungió como coordinador nacional de Museos, teniendo bajo supervisión a 18 museos.
Además colaboró en diversos proyectos de instituciones estadounidenses de las artes y la cultura tales como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Metropolitano de Arte, el Museo de Arte de Dallas, el Museo de Arte de Walters (Baltimore) y la Colección Histórica de Nueva Orleans. También practicó la docencia en las Universidades de Nueva York, City University (Nueva York), la Universidad de Panamá y la de Tulane (Nueva Orleans).
En una entrevista con La Estrella de Panamá, Hernández-Ying describe este recorrido que lo llevó a la posición en la que está hoy en día como una aventura épica.
“Esto ha sido de película pero la realidad supera a la ficción. Yo estoy muy volcado en mi vocación, que es la de los museos. Además, es un verdadero placer regresar nuevamente a una ciudad como Nueva Orleans, de la que me fascina su historia y su cultura que está conectada estrechamente con América Latina”, dijo.
La función de Hernández-Ying radicará en examinar las raíces artísticas y multiculturales que componen la identidad de Nueva Orleans, que en sí supone una mescolanza de las culturas nativa americana, española, afrocaribeña, francesa y asiática, entre otras. Parte de esa historia del arte de las Américas estuvo signada por el colonialismo que vivió el continente del siglo XVI hasta el XIX, una materia que no deja de darle preguntas y razones para investigar.
“Ese fue un momento de grandes cambios para América Latina y el mundo entero. Ahí fue cuando los imperios europeos se formaron, y ellos se construyeron a costillas de los metales preciosos de América Latina y de la mano de obra esclava de África. Un sistema de explotación que existía desde los territorios del norte al sur del continente. El colonialismo en sí es una historia humana de dolor y de guerra como ocurrió con la conquista romana de Grecia o las guerras que ocurrieron durante la época medieval. En definitiva, son historias de sudor y lágrimas. Sin embargo, estas son historias que forjan la identidad de los pueblos”, consideró.
Hernández-Ying valoró así mismo que las estructuras sociales en Panamá siguieron siendo las mismas desde la época colonial.
“A pesar de que el racismo no está institucionalizado en el país como en Estados Unidos, se nota en aspectos como que te pregunten en la calle si tienes el pelo rizado o lacio. Son esas pequeñas cosas en las que se camufla el racismo, que están derivadas de las combinaciones raciales que se dieron con la llegada de los españoles en el siglo XVIII como lo fueron los mestizos”, elaboró.
El investigador añadió que la segunda y tercera generación de mestizos en el continente ya estaban totalmente convencidos del catolicismo y la cristiandad, y estaban inmersos en la cultura hispana. Formando así una nueva cultura con su propia identidad siendo que no son ni totalmente españoles ni totalmente indígenas. Esa es la parte cultural y estética que a Hernández-Ying le gustaría rescatar al igual que las expresiones culturales y artísticas del renacimiento y el barroco europeo.
Una de esas manifestaciones que tienen elementos indígenas y europeos son la producción de piedras preciosas que se originan de las Minas de Potosí, en Bolivia, del siglo XVIII. Una riqueza que también se hace extensiva al resto del mundo debido a las redes culturales y comerciales propias de la globalización.
La nueva labor de Hernández-Ying como curador jefe del NOMA consiste en desarrollar una iniciativa en la que se clasifican los artículos del arte y cultura indígena dentro del acervo del museo y crear un listado para posteriormente entregárselo a los grupos originarios.
“Esta tarea resulta muy interesante porque estoy implementando para la nueva exhibición del arte de las Américas un término guna que es el de Abya Yala. Los gunas sabían desde tiempos inmemoriales que ellos vivían en un pedazo de tierra de algo que era mucho más grande que ellos. Si pensábamos que los grupos indígenas vivían aislados de nosotros, estábamos muy equivocados”, aseguró.
Esta labor de clasificación se está realizando en conjunto con los pueblos originarios para descartar la existencia de objetos ni huesos humanos ni nada considerado sagrado para su cultura. “Nosotros básicamente buscamos exhibir sus obras de arte con el respeto y el significado que le dan a esas obras, dándole a ellos la oportunidad de participar de la exposición”, apuntó.
Hernández-Ying recordó que hasta el año 1999 -el último año en el que permaneció en el Panamá- participó en el Coro Música Viva y actuó en conjunto con los miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional.
“En esa época, no había una Orquesta de Cámara y hoy en día la tenemos de manera completa mientras que en los últimos años hay un cuerpo de ballet con bailarines de primera, y también tenemos ahora una Ciudad de las Artes”, recordó.
Si bien Hernández-Ying considera que hay un mayor avance respecto al desarrollo cultural del país, hay mucho talento que sigue desperdiciándose. “Tenemos que educar al panameño que las artes no son objetos de lujo ni comodidades ni cuestiones superfluas, son una parte esencial del ser humano”, concluyó sus comentarios el curador lapis de arte de las Américas por el Museo de Arte de Nueva Orléans a este diario.