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Nicolle Alzamora: 'Uno debe leer lo que a uno le da alegría o placer'
- 04/07/2023 00:00
- 04/07/2023 00:00
Da gusto escuchar a Nicolle Alzamora Candanedo (ciudad de Panamá, 1992). Habla tan dulce, tan bajito, tan claro, tan conectada al presente, tan vinculada con la memoria, tan lúcida, tan unida a la historia, que engancha desde su primera frase.
Nicolle es una pluma nacional que se empeña en seguir sellando relatos. Es una apasionada de la literatura, dice ella, porque es ese puente que nos ayuda a sentir aquello que no hemos podido experimentar. He aquí una escritora que merece la pena ser contada y que nos recibe vía Zoom desde Reino Unido.
Soy abogada de profesión, esa fue la carrera que estudié, y ahora soy escritora. Tengo tres libros de cuentos publicados, esa es realmente mi pasión, la literatura. Me parece que hay un potencial increíble en las letras en general y es lo que ha ido moviendo las decisiones que he ido tomando en mi carrera. En los últimos 10 años he ido tratando de encontrar ese balance entre la formación profesional que tuve en derecho y esta pasión que tengo por la literatura, eso me llevó a estudiar una maestría en el Reino Unido en 2019 con una beca y luego hice una maestría en industrias creativas y culturales para poder entender la cultura de una manera un poquito más compleja. Publiqué mi primer libro de cuentos en 2016, el segundo se publicó en 2018 y el más reciente se acaba de publicar el año pasado en 2022.
Crecí con padres separados en una casa monoparental con mi mamá en Villa Lucre y creo que a mi mamá le gustaban mucho los libros, pero también, como buena señora latina, era una acumuladora y mi casa tenía una cantidad de libros impresionantes que ocupaban como el 40% del espacio, entonces crecí rodeada de eso. Mi personalidad me hizo muy cercana a las letras. Desde que yo era muy pequeña, mi papá me sentaba, me ponía a escribir cosas y así desde que era muy niña escribía cuentos. Creo que la escritura me ha ayudado a entender el mundo a mi alrededor y me ayudó a entenderme a mí misma de muchas maneras que ninguna otra cosa lo ha podido hacer. Me ha dado unos ojos diferentes con los cuales entender el mundo, es una herramienta salvadora.
La literatura nos hace entendernos a nosotros mismos, al mundo exterior y las experiencias que tenemos en él. La buena literatura es buena literatura porque es humana y porque aunque el libro que estés leyendo relate algo completamente diferente a lo que tú has vivido o algo que jamás has experimentado, hay algo que se siente identificable y ese es su mayor provecho, tener un puente y sentir cosas que jamás ibas a poder experimentar tú solo.
Uno debe leer lo que a uno le da alegría o placer. La mala literatura es la que no te permite conectar [con otras experiencias], la literatura debe abrirte a cosas diferentes. Personalmente, no me gusta determinar qué literatura es mala, con el tiempo he ido aprendiendo que hay algo muy pedante en establecer una idea de 'esta es la literatura correcta y esta es la literatura mala'.
Tengo historias pendientes, tengo historias familiares que me gustaría contar y que pienso que estoy esperando a llegar al momento en que tenga la voz correcta para contarlo de la manera adecuada. Tengo mucho interés en jugar con algunos personajes históricos, que es algo que me tomo con mucha seriedad y con mucha responsabilidad. Cuando uno escribe una novela o un cuento histórico, hay que hacerlo con muchísima responsabilidad, con el deber y el respeto que se merece un personaje que existió, y el rigor histórico.
Creo que el silencio histórico y el silencio literario son dos cosas diferentes. La literatura panameña cuenta mucho más de lo que nosotros le damos crédito. Estoy enfocando mi investigación en la dictadura y la invasión, hay una producción literaria considerable sobre el tema y sería interesante buscar nuevas voces, por ejemplo, las voces afrodescendientes o las voces indígenas. Cada vez los escritores más jóvenes o de cierta generación están más conscientes del poder de su mirada, no como una mirada panameña homogénea, sino una mirada que hace la diferencia.
Lo que hicimos fue como un pequeño mapeo de una muestra de obras que se han escrito sobre el tema. El recuerdo 'Noriega' suele ser menos conflictivo, hay cierta unanimidad en la figura de Noriega como una figura de dictador y corrupto, no hay muchos más matices en comparación a cómo se recuerda a Omar Torrijos, por ejemplo, y en cómo se recuerda el periodo de la invasión y creo que es porque son periodos que se prestaron para visiones muy polarizadas, tanto el mandato de Torrijos como la invasión. Entonces lo que demuestra la literatura es precisamente eso. Tenemos una memoria en conflicto en la que nosotros mismos no hemos decidido cómo nos sentimos sobre muchas de estas cosas y yo creo que eso es un proceso muy natural que pasan las naciones cuando experimentan procesos de conflicto armado, de violencia política.
¡Vamos!
Hay tantas cosas que aprender, sobre todo la valentía. Panamá en su historia tiene mujeres muy valientes. Yo me formé como abogada, así que para mí Clara González es como una santa patrona; Marta Matamoros y Sara Sotillo son mujeres que han ido abriendo caminos y espacios en el país donde las mujeres no eran bienvenidas. Son mujeres profundamente valientes y creo que eso es algo que tenemos que emular de ellas.
Ay, es una pregunta difícil. (se detiene a pensar). Mis deseos para Panamá son justicia social, espacios públicos de discusión, porque creo que son esenciales para el rescate de tantas cosas en el país.
(Risas) Te puedo recomendar más de uno y te puedo recomendar escritoras y escritores. Yo recomiendo siempre leer literatura panameña porque hay muy buenos escritores, recomiendo a Javier Stanziola y a Enrique Jaramillo Levi; a Mariana Enríquez, que es una escritora argentina y a Irene Vallejo, escritora española.