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'Ser madre y policía involucra sacrificios: el tiempo sin mis hijas jamás lo recuperaré'
- 03/12/2019 11:20
- 03/12/2019 11:20
Policía y madre, una combinación con sacrificio. El próximo domingo 8 de diciembre se celebra el Día de la Madre, una fiesta que une a la familia y se le dedica a ese ser especial que protege a sus hijos y, en ocasiones, como parte de una profesión, también a la sociedad. Es el caso de Danis Blanco, sargento segundo de la Unidad de Control de Multitudes (UCM) de la Policía Nacional, quien el 6 de julio de 2003, con la aprobación de su madre y separándose momentáneamente de su hija de cinco años de edad, ingresó a la Academia de la Policía Nacional (Acapol). Este hecho cambió su vida y rutina familiar. No son pocos los días de la madre que Blanco ha pasado lejos de su mamá y de sus hijas. Y es que la profesión de esta mujer demanda sacrificios. Mientras miles de personas celebran junto a esa figura singular del núcleo familiar, otras, al igual que Blanco, deben estar en sus puestos de trabajo preparadas para prestar servicio, si así fuera necesario. En su trabajo “no hay condescendencia” por ser mujer, “ser policía es independiente del sexo, debes cumplir igual que el resto de tus compañeros”, sostiene la sargento. Blanco ingresó a la Acapol junto a 39 mujeres y 320 hombres. “El momento de dejar a mi hija para irme a la Academia fue difícil, pero tenía claro lo que quería para ella, porque era el futuro de ella también. Puse mi mirada en eso y me encomendé a Dios para que protegiera a mi hija y pudiera lograr lo que quería, ser parte de la Policía Nacional”, rememora Blanco, una mujer de sonrisa afable, pero rostro serio. Su pasión por la profesión fue amor a segunda vista, pues no ingresó porque le agradaba, sino por la permanencia profesional. “Entré a la institución buscando una estabilidad laboral, el amor fue creciendo desde que ingresé a la Academia. La verdad es que si volviera a nacer, volvería a elegir ser policía”.
Cuando ingresé ya era madre de una niña de cinco años. No, no conocía los sacrificios, a medida que pasaba el tiempo en la Academia iba conociendo sobre el trabajo, pues allí te van diciendo cómo será afuera.
La negociación fue con mi mamá. Si ella estaba de acuerdo, yo entraba. Ella me dijo: 'no fue la carrera que pensé para ti, pero te apoyo en lo que decidas'. Y así fue. Ella se hizo cargo de mi hija y de todo.
Sus cumpleaños, ellos siempre esperan que uno esté. Lastimosamente tenemos turnos que no nos permite estar con ellos. Ahora tengo dos hijas, la mayor tiene 23 y la menor, 13. Ellas pasan momentos importantes, como cuando le sale un diente, su primer fracaso escolar, su primera buena nota... y como madre no puedes estar allí, pero trato de compensar el tiempo cuando tengo libre.
¡Claro que sí! El tiempo que quieren estar conmigo y no pueden porque estoy trabajando. Trato de compensarlas. Ellas son la razón por la que estoy aquí, primero Dios, naturalmente, pero luego está la familia. Ellas están consientes del sacrificio que demanda ser policía. Me he tomado la tarea de concienciarlas, saben que ante todo soy mamá, pero también policía.
Es una decisión personal. Si lo deciden, yo las apoyo, pero es algo que tiene que nacer de ellas.
No, ellas saben lo difícil que es. Es un reto explicarle a tu familia cuando no puedes estar con ellos.
Primero soy madre, luego mujer y policía.
Creo que sí, porque nos dan el fuero materno, puedes amamantar a tu hijo y siguen una línea de acciones que nos permiten. Lo que pasa es que nuestra profesión es difícil.
El toque femenino, carisma y compañerismo. El feminismo no se pierde. Porque cuando yo me quito el uniforme, me pongo mis tacones, mis trajes, soy igualita que las demás mujeres.
Hasta donde uno quiera, los límites los pones tú. Independientemente, cada uno tiene su enfoque. La Policía te da muchas oportunidades para estudiar y seguir adelante en lo que decidas, puedes tener otra carrera. No hay diferencia para aspirar a rangos. Independientemente del sexo que seas, tú te ganas los méritos.
Ser control de multitudes no es fácil, cuando te pones el uniforme eres un compañero más; no eres mujer u hombre, eres un compañero más. No es fácil. Te has mentalizado para ser policía, pero no para esto. Me asignaron este puesto, yo no lo escogí. El equipo pesa y con los años, más. La primera vez que me lo puse me sentía como un robot, después me fui acostumbrando, desarrollando estrategias. A pesar de todo eso, amo lo que soy, me gusta , nací para esto.
Es mi profesión, es lo que Dios tenía destinado para mí, aunque yo no lo veía en un comienzo. Salvar una vida es una recompensa grande, es riesgoso, pero vale la pena.
Mi misión es salvaguardar vidas. Al cerrar una vía principal sí están peleando un derecho, pero están afectando a terceros, personas que van para un hospital, que va a su trabajo y que dependen de este. Nosotros tenemos que velar por quienes están siendo afectados.
Salud para mis hijas; lo demás, que venga por añadidura.