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La historia de la llegada de Balboa al Mar del Sur, como no se había contado
- 13/04/2025 01:00
El Centro de Investigaciones Históricas Antropológicas y Culturales es una de las cuatro instituciones en Panamá que colabora con el Instituto Smithsonian en la iniciativa ‘Nuestro futuro compartido, enfrentando nuestro pasado racial’ cuyo objetivo es visibilizar e incriminar el racismo sistémico. “que se sienta identificable, que se sienta relevante en nuestras vidas y, lo más importante, que se sienta cambiable”, a través de diversos pilares.
En Panamá, se llevará a cabo del 22 al 27 de abril, una serie de actividades enmarcadas en este proyecto junto con el Museo del Canal Interoceánico de Panamá, la Sociedad de Amigos del Museo Afroantillano de Panamá (SAMAAP), y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) en colaboración con Estudio Nuboso y el MAC Panamá.
La propuesta del CIHAC es La Gran Develación, una puesta en escena sobre el avistamiento del Mar del Sur por Vasco Núñez de Balboa, que se presentará de forma gratuita el 23 de abril a las 7:00pm en el Teatro Ateneo de Cuidad del Saber.
¿Por qué por qué una obra de teatro? Porque “el arte tiene una manera de transmitir que no siempre tienen las charlas formales; llega más gente, es muy poderoso”, asegura Marixa Lasso, coordinadora de este proyecto por el CIHAC. Además, como explica Juan Guillermo Martín, director del CIHAC, “las sociedades originarias han transmitido su conocimiento a través de la historia oral, la música y la poesía. El arte es un mecanismo poderoso de comunicación multisensorial que permite acercarse al pasado, despertando emociones y facilitando la apropiación del conocimiento, de una manera significativa y duradera.”
Y el tema de esta obra teatral se escogió también por una razón poderosa. “Porque si la idea es crear un futuro juntos, pero enfrentando nuestro pasado y también sus heridas, sus conflictos y la manera en que todavía están con nosotros, en los prejuicios que todavía tenemos, tenemos que volver a pensar en cómo contamos la historia de quiénes somos. Y, ¿qué mejor manera de volver a pensar cómo contamos la historia de quién somos que volviendo a un mito fundacional?”, comenta la historiadora.
“Los historiadores entendemos que nuestras historias fundacionales tienen un efecto profundo en las ideas que tenemos de nosotros mismos. Escoger esta historia conocida, nos permite crear una conversación sobre cómo contamos estas historias. Todas las narraciones históricas toman decisiones sobre qué personajes incluir o excluir, sobre cómo representar a estos personajes y sobre qué episodios representar.” La intención es invitar al público a reflexionar sobre cómo estas selecciones pueden contribuir a reforzar o a eliminar prejuicios y jerarquías raciales.
Balboa y el Mar del Sur
La historia de la llegada de Balboa al Mar del Sur es uno de esos grandes mitos fundacionales de los panameños. “Todos los niños saben de Balboa, está en la moneda, es la estatua, está por está por todas partes. Entonces decidimos enfocarnos en esta figura y en este momento, pero de una manera distinta”, detalla.
Para ello se solicitó la colaboración de Paolo Vignolo historiador especialista en el siglo XVI y en el Darién. “Está en la Universidad Nacional de Colombia y lleva años trabajando en un proyecto sobre Santa María La Antigua del Darién, él aceptó y realizamos un diálogo entre historiadores y artistas”, cuenta Lasso.
Se sumaron al proyecto tres artistas cuya trayectoria ha mostrado un interés muy marcado en la historia: la dramaturga, actriz y directora Maritza Vernaza (Mosquitown, Casco Queen, Tía Sam), de Malamaña Teatro; la ilustradora, animadora y muralista Martanoemí Noriega (La cucarachita Mandi, la casa Azul, el mural del Museo Afroantillano) y el cineasta Orgun Wagua (Dios es mujer, El viento y el agua, Bila Burba) de Wagua Films.
“En los últimos años, los temas relacionados con identidad y patrimonio han estado muy presentes en mi trabajo como actriz y directora. Ser invitada por una organización tan importante como CIHAC a un proyecto de esta relevancia fue una oportunidad única. No solo me ha permitido profundizar en la historia de mi país, sino también contribuir desde el arte al diálogo cultural y social que tanto necesitamos”, expresa Maritza Vernaza.
Para Martanoemí Noriega, participar en este proyecto fue una oportunidad de influir en el imaginario que los panameños. “Fui maestra de artística durante un año en una escuela pública y tuve la oportunidad de reencontrarme con las ilustraciones de los libros escolares y la manera en la que vienen retratadas las poblaciones indígenas y negras en esas obras, es casi siempre como víctimas, débiles, andrajosos, arrastrándose detrás de las patas del caballo del conquistador o pidiendo clemencia bajo su espada”, cuenta. “Como artista visual a partir de esta experiencia me he interesado mucho por retratar temas históricos de manera distinta, desde la perspectiva de las poblaciones negras e indígenas de las cuales soy descendiente”, agrega.
Trabajar en las ilustraciones y la dramaturgia de este proyecto de la mano de dos historiadores y un grupo de artistas a los que admiro y respeto mucho, es algo muy significativo para ella pues “llegamos al proyecto con las mismas inquietudes, con la misma curiosidad, con las mismas intenciones de mostrar los acontecimientos históricos desde nuevas perspectivas para construir un imaginario distinto. Para mí ha sido tremendamente enriquecedor, y estoy segura de que esta experiencia tendrá mucha influencia en mi trabajo futuro”.
Al cineasta Orgn Wagua le pareció “muy interesante eso de buscar otra ruta y una forma de desmitificar la historia oficial de Panamá. Una necesidad urgente para que todos nos sintamos parte de esa construcción del país ya que ciertamente muchas poblaciones negras e indígenas hemos sido borradas en la historiografía nacional”, opina.
Trabajo multidisciplinario
Todo empezó a tomar forma en septiembre del año pasado cuando el equipo completo se reunió por primera vez. “Paolo nos dio clases de historia sobre el Darién. Fue como estar en la escuela, dos días, todo el día en clases. Luego, por tres días más, nos retiramos los cinco a ver documentos históricos de la época, y a pensar en qué estructura queríamos darle a esto que queríamos contar. Todo se definió en esos cinco días juntos, historiadores y artistas”, relata Lasso.
El proceso, cuenta, fue intensivo. “Trabajamos muy duro, de mañana a tarde, solo con un receso para almorzar. Conversamos mucho sobre las diferentes opciones de protagonistas, diferentes opciones de cómo mandar el mensaje sobre un mito fundacional con muchos más protagonistas, ya que ese momento no es como lo cuentan, pero que al mismo tiempo tuviera humor, que la gente riera, que fuera entretenido”.
Para el también historiador, Paolo Vignolo fue un proceso “fuertemente interdisciplinario en el cual cada uno de nosotros ha salido de lo que está acostumbrado a hacer para entrar en un proceso de escucha, de diálogo y de confrontación, siempre respetuoso también de los saberes de los demás y creo que eso ha sido muy valioso. Yo, por lo menos, lo disfruté mucho y estoy muy expectante de lo que pueda surgir justamente porque creo mucho que el resultado final depende del proceso y el proceso ha sido muy orgánico, muy colectivo, muy compartido”.
Maritza Vernaza, por su parte, considera que la experiencia fue muy enriquecedora. “En la medida en que escudriñas la historia de tu país, entiendes quién eres y por qué piensas como piensas. El equipo ha sido muy particular: personas especializadas, apasionadas por la historia. Incluso quienes venimos del arte escénico hemos trabajado con temas de identidad, memoria y patrimonio, por lo que la sinergia fue inmediata. Todos compartimos el deseo de cuestionar, compartir y expresarnos desde lenguajes distintos”.
Martanoemí Noriega procura trabajar en proyectos multidisciplinarios. Son procesos que disfruta muchísimo. “Ha sido un proceso lleno de humor, lleno de creatividad y un ejercicio intenso de imaginación, no porque estemos inventando episodios inexistentes, sino porque hemos hecho el ejercicio de imaginar las emociones y los pensamientos detrás de los personajes retratados. Espero que eso se sienta en las ilustraciones que verá el público en la pantalla durante la obra”.
Pensar, discutir, anotar, así fue la dinámica, hasta establecer una idea estructurada. “Leímos algunas crónicas de la época juntos, las pensamos juntos, los artistas y los historiadores, porque la idea es que los artistas también hubieran leído las historias, que conocieran el lenguaje de las crónicas de la época y no solamente que escucharan el especialista”, recalca Lasso. De esa experiencia resultó una estructura muy genérica que fue la base de del libreto, tarea que recayó en Vernaza y Noriega.
Finalizado el libreto hubo cierta retroalimentación “en términos de asegurar ciertas cosas de contenido histórico, porque sí era super importante para mí que esta obra estuviera basada en los últimos descubrimientos, en lo que los historiadores profesionales saben y que se demora a veces mucho tiempo en llegar al público en general”, señala Lasso.
El montaje se acompañará de ilustraciones realizadas por Noriega y será filmado por Wagua.
“En esa época, obviamente no había fotografías, pero nadie dibujó tampoco a esos personajes. Por ello es importante representar lo que las crónicas narran de alguna manera”, sostiene Lasso. “Eso da la oportunidad de, hacer una puesta novedosa y además, salirse de las representaciones usuales que no siempre están basadas en las crónicas, sino que son invenciones posteriores”.
Con la llegada de los afroantillanos a la construcción del Canal, explica Noriega, aunque hay ilustraciones que muestran a esta población de forma muy precaria, con ropa rota y sin zapatos, también hay fotografías que muestran a personas vestidas de forma muy elegante y elaborada. “Las fotos un poco desmienten las ilustraciones”, dice la ilustradora. En el caso de la llegada de Balboa al Mar del Sur, no existían las fotos y las ilustraciones fueron hechas desde la mirada de del conquistador.
“La propuesta de ilustración lo que busca mostrar es que la historia que conocemos ha elegido mostrarnos solamente un detalle del cuadro completo, que el cuadro completo es mucho más amplio, que están pasando muchas más cosas, pero la historia oficial ha elegido mostrarnos un detalle (...) estamos viendo solo un fragmento de un cuadro mucho más amplio. Y ese cuadro nosotros estamos ampliándolo un poquitito más, pero es mucho más amplio todavía”, sugiere Noriega.
En cuanto a la grabación, también como parte del proyecto con el Instituto Smithsonian, será utilizada en talleres con profesores de ciencias sociales.
Historia y arte
Martanoemí confiesa haber entrado al proyecto con la idea de que no se iba a encontrar la información o esa perspectiva diferente en las fuentes oficiales. “Pensé que íbamos, sí, a hablar de las fuentes oficiales de la historia, pero que íbamos a tener que recurrir a la tradición oral para enterarnos de ese otro ángulo. Y una de las de las enseñanzas más grandes del proceso fue el ver cómo se lee un texto, una crónica histórica leyendo entre líneas o buscando esas cosas que quizás el cronista no le estaba dando mayor relevancia, pero que igual está dibujando en ese paisaje y que nos están dando información valiosísima de qué es lo que estaba ocurriendo con esos personajes secundarios”, detalla.
Para la ilustradora fue muy valioso seguir esos textos con la guía de los historiadores, “un texto que en una primera leída parece no decir mucho más, pero que al “peinarlo” o “mirarlo a contrapelo”, permite percatarse de toda una cantidad de información que está allí y que revela datos importantes sobre sobre esos personajes que en esta puesta en escena se convierten en protagonistas.
El proceso también evidenció para Noriega el poder que representa el cómo se elige contar las cosas. “Hemos escuchado tantas veces una versión de la historia que se ha vuelto incuestionable, pero también hay versiones contadas desde otras perspectivas y te das cuenta de que en los hechos también se habla de otros acontecimientos que pasaron, otros protagonistas, otras relaciones de poder que no conocemos porque hemos estado en contacto solo con una versión”.
Para Vernaza, esta colaboración real entre investigadores, historiadores y artistas escénicos, gráficos y audiovisuales, representó salir completamente de su zona de confort. “Me abrió la puerta a un mundo de información que necesitaba conocer y reinterpretar desde lo escénico”, cosa que representó todo un reto pues “la historia suele percibirse como lejana o aburrida, y el desafío fue encontrar formas creativas y sensibles de compartirla”.
Aunque referirse a “parámetros históricos”, pueda dar la sensación de cierta rigidez, Martanoemí afirma que este proceso no le pareció rígido en absoluto, a pesar de que en varias ilustraciones debió redibujar y reacomodar elementos para ser fiel a los hechos históricos. La historia ha enriquecido el arte y por su parte, el arte, “ayuda a los historiadores a que las informaciones lleguen a la gente de forma interesante y entretenida. Y que se queden hacendose preguntas”, asegura Orgun. “Así vamos construyendo nuestra identidad diversa los que habitamos este país. Muchas veces las informaciones escritas se quedan colgadas en la academia y el arte libera de alguna forma esta información para que salga de los anaqueles de las bibliotecas”.
“El arte tiene un un poder que para un centro de investigación como el CIHAC, que le importa la divulgación de la investigación científica, es muy relevante. Este programa con el Instituto Smithsonian ha representado una oportunidad para poder hacerlo de una manera que no habíamos podido hacerlo antes”.
La puesta en escena
“La obra confronta la idea de que la historia oficial —casi siempre escrita por los vencedores— es la única versión válida de los hechos. A través del diálogo entre dos voces —la Voz Narradora (historia oficial), interpretada por Gloriana Reyes, y la Mujer (una lectura alternativa), interpretada por Marisín Luzcando— se cuestiona quién decide qué hechos recordamos y cuáles silenciamos. Es una invitación a mirar la historia con otros ojos y a recuperar voces que han quedado fuera de los relatos oficiales”, revela Vernaza.
En el trabajo del guion, “la interdisciplina y la diversidad de lenguajes estéticos fueron esenciales: el humor, las ilustraciones, los elementos sonoros, y el uso de estímulos sensoriales diversos para conectar con distintos tipos de público. También fueron clave el contrapunto entre los dos personajes, el uso del absurdo como recurso narrativo, la interacción con el público, las proyecciones en pantalla y una escenografía minimalista, cargada de simbolismo y juego”, agrega.
En el caso de Noriega, señala dos elementos primordiales en el guion: “El primero es el humor. Esta historia generalmente viene abordada desde lo heroico o desde lo trágico. Y elegimos, como equipo, trabajar desde el humor porque a medida que íbamos avanzando nos encontrábamos con situaciones que parecían sacadas del teatro del absurdo... el hecho de pedirle a unos locales que te lleven a un sitio que tú quieres conocer, que ese grupo de personas te lleven a ese sitio y que tú al llegar reclames ese sitio como propiedad de alguien que ni siquiera está ahí...”, ejemplifica.
El segundo elemento que Noriega considera indispensable es el conectar hechos históricos aislados que ocurrieron en momentos distintos, pero que, si se observa detenidamente están estrechamente relacionados. “El hecho de que los locales llevaran a Balboa de un lado al otro del istmo para que conociera el Mar del Sur, el papel que jugaron los ‘bogas’ durante a fiebre del oro llevando a los cazafortunas a atravesar el istmo para que siguieran en su camino hacia California y el trabajo que se hace hoy en el Canal llevando los barcos de un lado a otro... son eventos históricos que están relacionados, pero no lo vemos así”.
Uno de los principales retos para Vernaza como directora del montaje ha sido mantener el equilibrio entre la solemnidad del contenido histórico y el humor como herramienta narrativa. “No queríamos caer en lo panfletario, pero tampoco diluir el mensaje con un tono superficial”, asevera. Otro reto fue lograr que ambos personajes fueran potentes, complementarios y dinámicos, a pesar de no compartir el espacio escénico directamente.
Además, integrar los recursos visuales y sonoros sin que opacaran la actuación fue una tarea cuidadosa. “Buscamos siempre que cada elemento estuviera al servicio de la escena”.
Finalmente, trabajar una estructura no tradicional —más cercana a un acto ceremonial que a una narrativa lineal— las llevó a pensar la obra como una partitura rítmica, simbólica y emocional. “Como directora, el mayor aprendizaje ha sido sostener una visión clara, pero con flexibilidad, siempre abierta al diálogo interdisciplinario”.
Reflexionar sobre quiénes somos
Para Lasso, la intención del proyecto es ofrecer otro punto de vista de nuestra historia y también invitar al público a pensar “porque las historias fundacionales no son cualquier historia; son mitos de quién somos de muchas maneras. Entonces, Balboa y el Mar del Sur no es solamente una historia, es una historia fundacional”.
De acuerdo con la historiadora, estas historias fundacionales nos enseñan quiénes somos los panameños, de quién descendemos. Po ello, es relevante pensar en quiénes son los protagonistas de estas historias.
Para Orgun Waga el objetivo es “educarnos y hacernos preguntas sobre lo que somos como país, un país diverso en culturas y en constante cambio”.
Los creadores de La Gran Develación invitan al público a que piensen en quiénes han sido incluidos y quiénes ha sido excluidos en esas historias, en qué otros protagonistas podemos tener, qué otros protagonistas estaban ahí y en cómo contamos esas historias y si había otra forma de contarlas.
Y es que “no estamos hablando de inventarnos nada”, aclara Lasso. El hecho más bien es “qué se escoge de cada documento histórico para contar una historia. En este caso, qué se ha escogido, qué se ha escogido a lo largo del tiempo y qué es lo que, aunque esté ahí no se le ha dado énfasis, porque esta es una historia fundacional con muy pocos participantes”, concluye la historiadora.
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