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- 03/08/2024 00:00
- 02/08/2024 15:40
El informe anual 2024 de la Agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) —una agencia de las Naciones Unidas— indica que 1 de cada 11 personas en el mundo sufre actualmente de hambre.
El hambre significa falta de las defensas más importantes para enfrentar problemas de extrema gravedad como las epidemias, la desnutrición en sus distintas formas, la formación de las capacidades físicas básicas, el desarrollo del cerebro, del sistema neuronal. Se considera que, si un niño hasta los 3 años no se nutre adecuadamente, sus chances de muerte temprana de enfermedades agudas son muy altas.
Según la FAO, el hambre subió en 150 millones de personas en el año 23, y está alcanzando los 800 millones de afectados. La ONU ha aprobado el programa mundial metas de desarrollo sostenible 2015-2030, cuyo objetivo número 1 es hambre cero. Es imposible que se alcance esa meta, y los pronósticos son que habrá no menos de 600 millones con hambre para dicha fecha.
La cifra de niños hambrientos es en África 1 de cada 5, para los chicos menores de 5 años es 1 de cada 4. El 20% de los niños africanos están afectados duramente por la peor de las enfermedades. En Asia el panorama es que el 8% de la población total sufre de hambre. En los dos continentes, varios países experimentan hambrunas durante periodos prolongados. Sobre ellas ha escrito extensamente el premio nobel de economía, Amartya Sen.
Cuando niño, Sen relata que vivía entre muchos otros niños que fallecían por esta plaga. El hambre explica los informes de la FAO y las obras fundamentales del premio nobel, no es una fatalidad, no es producto de la falta de alimentos, es producto de la dificultad que tienen los más pobres para acceder a ellos.
Actualmente se producen alimentos que podrían abastecer a 12 mil millones de personas. Hay ocho mil. El 11% padece de hambre total. Otros 2,800 millones sufren desnutrición silenciosa. Comen mal. Ingieren alimentos basura que produce hartura, pero no les da las proteínas y calorías que necesitarían.
El tema de las desigualdades subyace en el tema del hambre, ya que tres mil muy ricos tienen más que el 51% de la población del planeta.
La crisis climática agrava el problema destruyendo las economías campesinas tradicionales.
La FAO demuestra que sí, ha tomado como modelo el Programa Hambre Cero de Brasil, generado durante las presidencias de Lula Da Silva, y basado en mejorar las condiciones de vida del pequeño campesino, y ha logrado resultados.
Hoy, la presidencia de los 20 países con más potencialidades económicas del mundo, ha sido asignada nuevamente a Lula, y ha lanzado una alianza internacional contra la pobreza y el hambre, que planea extender a todos los países en desarrollo.
Los análisis de la FAO y el Alto Panel de Seguridad Alimentaria que los acompaña, son algunos de los instrumentos que van a aplicar juntos con lo avanzados estudios en desigualdad que se están llevando a cabo en la Unión Europea.
El informe de la FAO también proyecta qué están haciendo los países para combatir el hambre. En América Latina tiene perspectivas por sus riquezas alimentarias excepcionales y porque hay países que han emprendido vigorosas políticas de protección y ayuda a la economía de los pequeños campesinos.
Están produciendo resultados en varios de ellos, tales como: México, una de las mayores economías; el mismo Brasil mencionado, como Costa Rica y Uruguay, entre otros.
En su reporte, la agencia de las Naciones Unidas abre una nueva esperanza de reducir la pobreza y este terrible enemigo, el hambre. Se requiere que los esfuerzos sean presididos por la ética y la solidaridad.