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Enrique Jaramillo Levi, un escritor panameño de tiempo completo
- 18/10/2024 00:00
- 17/10/2024 15:20
A Enrique Jaramillo Levi lo conocí en un acto cultural a inicios de 1982 en la ciudad de México. Daba una conferencia sobre literatura panameña en una librería local. Terminado el evento me le acerqué, lo invité a un café y charlamos al menos durante dos horas. Pasando el tiempo, nos seguimos escribiendo con cierta frecuencia y en 2006 coincidimos en la ciudad de Panamá durante un congreso de autores centroamericanos organizado por él para la Universidad Tecnológica.
Hace un par de años reanudamos nuestra amistad escribiéndonos con cierta frecuencia, ya que estando yo en su país tuvo la gentileza de publicar varios poemas de mi autoría en su revista cultural Maga, muy conocida y valorada en diversos países de Centroamérica.
Esta entrevista, aún inédita, se la hice por correo hace apenas un par de semanas. Me preguntó si podía reproducirla, ya que escribía quincenalmente una columna de opinión en el periódico La Estrella de Panamá, el más longevo de su país. Le dije que tenía mi autorización, siempre y cuando se incluyera esta breve introducción como parte de la entrevista.
Por razones de mi delicada salud, una de mis hijas ha preferido que viva por el momento con ella en la ciudad de Querétaro. No sé si sabes que en diciembre cumplo ya 80 años...
Así es, Rafael. Supongo que en parte es porque casi no tengo ninguna otra actividad, y porque además salgo poco. El asunto es que tengo material inédito para al menos tres libros de cuentos y un poemario. Además, acabo de terminar de preparar un ambicioso libro de texto en torno a la escritura de cuentos y minicuentos, dirigido a un creciente número de talentosos nuevos cuentistas que han ido surgiendo en Panamá. Todo lo que sé sobre ficción literaria en los 60 años que tengo de ser un activo escritor, lo he vertido de una forma u otra en este libro, tanto en el aspecto conceptual como en cuanto a numerosas técnicas narrativas... El problema ahora es cómo financiar su pronta publicación. En esas estoy, pero comprenderás que no es fácil conseguir patrocinadores desde otro país.
En efecto, así fue. Los consejos de Rulfo y Elizondo fueron fundamentales. En once meses durante 1971 salieron los 40 cuentos que integraron la primera edición, que habría de publicar la, en aquella época, muy importante editorial Joaquín Mortiz.
Luego, el libro fue reeditado por otra editorial mexicana y dos veces en España, y hace un par de años salió en Panamá la quinta edición, publicada por la pequeña editorial de la Universidad Especializada de las Américas, gracias a los buenos oficios de nuestro gran poeta nacional Manuel Orestes, en aquella época su entusiasta editor...
No sólo el cuento, también mucha poesía y ensayos, recogidos casi todos en diversos libros. Además de numerosas antologías de cuento y poesía de Panamá y México. Pero sí, el cuento siempre ha sido mi género consentido. Siento particular fascinación al crear historias que abordan muy diversas vertientes de la realidad real y de la fantasía con la mayor economía de palabras posible. Me refiero a cuentos de índole realista, fantástica, onírica, erótica, de crítica socio-política, de horror, de ciencia-ficción... Y también ficciones metaficcionales y minicuentos.
También en una parte de mi poesía aparece, en ese caso denominada metapoesía. Para explicarlo de la forma más sencilla posible: se refiere a cuando el texto parece escribirse a sí mismo, con una energía y creatividad propia, aparentemente ajena al autor; también cuando la historia alude a escritores, críticos, editores o lectores como sus personajes o como parte vital de su trama.
En efecto, se trata de cuentos que no pasan de un párrafo, máximo página y media. Deben ser super-sintéticos, no irse nunca por las ramas, con una trama brevísima e inesperada, y estar nutridos generalmente por una súbita dosis de ingenio. A menudo carecen de desenlace. La verdad es que hay mil formas de explicarlos. Se han vuelto tan populares que hay críticos y editores muy respetables que ya los consideran un género aparte.
Bueno, Rafael, no olvides que también soy investigador literario, crítico y profesor de literatura. Las antologías y las compilaciones, sobre todo de carácter histórico o temático, son parte del encanto de descubrir quiénes son los mejores en algún género literario o en determinada temática en cierta época: en cuento y poesía, principalmente. Las más recientes que he publicado son: sobre minificción panameña, acerca del cuento erótico, así como de mujeres cuentistas panameñas del siglo XXI, y acerca de cuentistas panameños en general. Es un trabajo selectivo que nadie más hace en Panamá y que a mí me encanta, porque además en el prólogo suelo redactar un ensayo analítico en torno a los contenidos del libro.
Es algo que aprendí en México durante mi primer estancia de 12 años (1971-1983), al igual que conducir talleres literarios: dos actividades que suelen ir juntas. Disfruto descubriendo talentos nuevos y dándoles la oportunidad de publicar su primer libro si a mi juicio tiene calidad.
Dicha universidad fue creada por mi tío, el Dr. Víctor Levi Sasso (hermano de mi madre), ya fallecidos ambos. Él creía en la importancia de la cultura, y solía leer mucha buena literatura internacional y algo de la local. Lamentablemente, mi tío no llegó a ver mi labor.
Fundé ahí un “Diplomado en Creación Literaria” en 2001, del cual han egresado gran cantidad de talentosos nuevos escritores, y que sigue convocándose anualmente; un “Directorio de Escritores Vivos de Panamá”, en la red; tres premios literarios: el “Premio Centroamericano Rogelio Sinán”, el “Premio Nacional de Cuento José María Sánchez” y el “Premio Diplomado en Creación Literaria” (sólo para los egresados de dichos estudios). Además, en los primeros años publiqué (con el invaluable apoyo del ingeniero y escritor José Luis Rodríguez Pittí), los primeros libritos de autores, en coedición entre estos y la UTP (que por cierto tiene imprenta propia), en una colección que gustó mucho y que llamé “Cuadernos Marginales”, lo cual fue el antecedente para la creación años más tarde de la actual Editorial Tecnológica.
Un poemario con la editorial de la UNAM, y cuentos en la Editorial Joaquín Mortiz (“Duplicaciones”) y la segunda edición en Ed. Katún (ambas ya desaparecidas); así como también con el Fondo de Cultura Económico (que hoy tiene 90 años de fundada, y por tanto la más antigua de América Latina), y con Alfaguara, en su filial de México en una época por cierto en que sólo publicaban a novelistas.
Este año deben salir al menos estos dos: En una pequeña editorial colombiana: Anclajes: 150 minicuentos (una rigurosa selección de minificciones que abarca 50 años de producción; con un lúcido prólogo del poeta Manuel Orestes Nieto); también, el poemario Si los dioses no disponen otra cosa, en una pequeña editorial panameña.
También acabo de terminar de armar, y está en diagramación, un libro que explica conceptos y numerosas técnicas narrativas, con ejemplos. Está pensado para los nuevos cuentistas talentosos que han ido surgiendo en Panamá y Centroamérica. En sus páginas está todo lo que sé sobre escritura de ficción a lo largo de 60 años de tenaz y meticulosa escritura. Dicho libro se va a llamar Manual para la creación de cuentos y minicuentos imaginativos.
Pensada la pregunta desde la perspectiva de hoy, diría que es un escritor panameño de tiempo completo y de metas a menudo utópicas, no pocas de las cuales, a fuerza de constancia, tenacidad y disciplina, se han ido realizando, a menudo a costa de su propia salud.