Elisa Guerra: ‘La educación es terca’

Actualizado
  • 14/01/2024 00:00
Creado
  • 13/01/2024 13:17
Esas disrupciones significaron apenas una sacudida: la escuela siguió como siempre, o casi como siempre

La mexicana Elisa Guerra es una afortunada. Las memorias que tiene de su vida escolar están compuestas, en su mayoría, por buenos recuerdos. Sí, le gustaba la escuela y le encantaba aprender en el salón de clases.

“Creo que eso se debió, en parte, al apoyo que tuve en casa, de mis padres y también, de manera muy importante, de mi abuelo, que me acercó desde temprana edad al mundo de la lectura”, rememora quien en el Hay Fórum Ciudad de Panamá 2024 conversará sobre literatura infantil y promoción de la lectura con la colombiana Velia Vidal (escritora y gestora cultural), el martes 23 de enero, a las 10:00 a.m., en el auditorio de La Manzana, ubicada en Santa Ana (el programadel festival lo encuentra en www.hayfesti-val.com/forum/panama).

‘Glorificación’ de la homogenización Quizá la mayor dificultad que experimentó Elisa Guerra, como estudiante, fue que pasó por muchos planteles cuando era niña porque su familia se mudaba con frecuencia. “En la mayoría de estas escuelas,dos son los retos que ahora, en retrospectiva, pienso que enfrentaron mis maestras -no tuve maestros varones sino hasta mucho más tarde en mi escolarización”.

Primer reto. “El número elevado de estudiantes por grupo. Sólo en una de mis escuelas, en preescolar y los primeros grados de la primaria, los grupos eran ‘reducidos’, con 25 estudiantes o menos. En todas las demás, los grupos eran de 35, 45, incluso en una de ellas, en secundaria, éramos 70. ¡70! Se nos iba la mitad de la clase sólo en pasar lista y revisar la tarea”.

El otro desafío. “Lo que se percibía como la ‘glorificación’ de la homogenización –quizá esa era la única manera de ‘sobrevivir’ en los grupos grandes, desde el punto de vista de la gestión del aula. Crecí en escuelas diferenciadas porgénero, éramos puras niñas. No conviví con niños en el aula sino hasta que llegué a la preparatoria, a los 14 ó 15 años”.

Marchar al mismo paso En su vida escolar temprana, en cuanto a los contenidos, el norte a seguir “era que nadie se atrasara ni tampoco se adelantara.

Todas teníamos que marchar al mismo paso. Era como si los docentes enseñaran la lección a una misma y única niña, clonada entre 25 y 70 veces.

Pareciera que había que ‘aplanar’ la diversidad. Por lo menos en las escuelas donde crecí, todas éramos no sólo del mismo género, sino también del mismo entorno social, orientación religiosa y origen étnico.

Como si la consigna fuera homogenizar aún más lo que ya de por sí era homogéneo, por lo menos en apariencia. Aquello parecía más una línea de producción en serie que una escuela”.

“Aunque la homogenización tenía un costo elevado para los estudiantes -más que una persona, te convertías en un número de matrícula, un espacio fijo en la cuadrícula del salón de clases, un renglón más en la lista de asistencia- era también un reto para los docentes porque igualmente se esperaba de ellos un mismo formato de clases, se exigía que encajaran en un molde preciso, acorde con una rígida estructura administrativa, sin mucho espacio para la creatividad en la enseñanza. Un mismo estudiante, reduplicado, y un mismo docente, reproducido”, comenta quien tiene una Maestría en Educación con especialidad en Procesos de EnseñanzaAprendizaje por el TEC de Monterrey y una Maestría en Estudios especializadosde Educación por la Universidad de Harvard.

Recuerda, por ejemplo, a una maestra que tuvo en segundo grado de primaria, que los motivaba a ser aplicados en el aula. “Si acabábamos lo que estaba previsto en el programa antes del tiempo indicado, en el tiempo que ‘sobraba’ nos leía,por entregas, historias de las que se publicaban en la revista Selecciones del Reader’s Digest. Hasta que un día le llamaron la atención por ‘perder el tiempo’, y, para nuestro desencanto, aquellas sesiones de lectura y discusión en grupo terminaron”.

Ayer versus hoy Elisa Guerra opina que los retos son bastante iguales, entre los docentes que le impartieron clases a ella y los profesores que, muchos años después, le enseñaron a sus hijos. Una muestra que resalta: los grupos de estudiantes siguen siendo numerosos en muchos contextos.

En cambio, otros desafíos se han aminorado: “si bien la presión por la homogenización prevalece, percibo una mayor apertura a la diversidad. Y otros son completamente nuevos: la pandemia, con el rezago educativo que trajo, y losavances en la tecnología - particularmente, pero no de manera exclusiva, la inteligencia artificial- con lassubsecuentes disrupciones”.

“No es que antes la escuela no hubiera enfrentado disrupciones por la tecnología. Cuando era niña, mucho se oía sobre cómo la educación estaba ‘perdiendo la batalla’ contra la televisión y los videojuegos.

Esas disrupciones significaron apenas una sacudida: la escuela siguió como siempre, o casi como siempre. Ahora, a partir de la pandemia y con la llegada de la inteligencia artificial, la disrupción se va pareciendo más a un terremoto.

Ah, pero la educación es terca. Seguimos transitando por los mismos modelos, habitando las mismas estructuras, aunque tengan grietas evidentes, apuntalando edificios al borde del colapso, con una crisis educativa global bien documentada por numerosos organismos internacionales”, indica quien ha impartido más de 350 conferencias sobre educación en 21países.

En la era post-COVID ocurrió algo curioso. “Nos hemos ido percatando sobre cómo, en el afán de volver a la ‘normalidad’, las escuelas en su mayoría recuperaron los modelos pre-pandémicos, casi intactos. Si acaso, con mayor uso de la tecnología, pero por lo demás, sin cambios realmente significativos. Desaprovechamos el impulso que esta gran disrupción podría habernos dado”.

Una relación respetuosa La educación le regaló a Elisa Guerra, en primera instancia, una relación más cercana y respetuosa con sus hijos. “Cuando me convertí en madre no tenía formación pedagógica. Nunca me había interesado realmente por la docencia. Pero de pronto tienes un bebé en casa y te das cuenta de la enorme responsabilidad que eso significa, y almismo tiempo, la enorme dicha de acercar a un ser al que adoras a las cosas más hermosas que existen: darle la bienvenida a tu hijo al mundo de la lectura, las artes, la música, la cultura, la naturaleza, los lenguajes”.

Se convirtió en maestra al convertirse en madre. “Me puse a investigar todo lo que encontraba sobre educación y crianza, y empecé a enseñar a mis hijos muchas cosas, entre ellas, a leer, desde antes de los tres años, en casa. Me di cuenta del enorme potencial de todos los niños y ese fue el segundo gran regalo de la educación: llegar a la conclusión de que todo niño lleva dentro de sí la semilla de la genialidad. Si nos aseguráramos de que cada niño y joven en el planeta alcancen su verdadero potencial, entonces no habría límites a lo que, como género humano, podríamos lograr”.

Formar en las aulas le ha enseñado mucho a Elisa Guerra. “Que los seres humanos necesitamos emocionarnos para que elaprendizaje sea gozoso y duradero. Que aprender es el regalo mas grandioso de la vida, y nunca una obligación, un castigo, y que tampoco debería ser un privilegio. Que es importante, como docente, llegar preparada al salón de clases, pero nunca con una planeación tan rígida que limite la flexibilidad. Que es más importante la pedagogía que la tecnología. Que aveces es más productivo, en una clase, tirar el currículo por la borda cuando hace falta atender alguna situación que se ha convertido en obstáculo para conectar. Que, si queremos alcanzar la mente de un niño, necesariamente tenemos que pasar por su corazón. ¿Le sigo?”.

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