El sueño de un coleccionista

Actualizado
  • 23/02/2025 00:00
Creado
  • 22/02/2025 17:17
La Colección Narbona, una de las más importantes del país, deja ver algunas de sus obras más representativas en una exhibición en Centro Espacio Arte. Obras de importantes artistas latinoamericanos de esta colección estarán a la vista del público en este homenaje a su artífice, Marcelo Narbona.

Espacio Arte marcó su apertura con una exhibición del maestro Guillermo Trujillo. Un listón bastante alto que había que mantener en su segunda propuesta. Y luego de la presentación de un gran artista, el paso obligado parecía ser la presentación de un gran coleccionista.

Fundación Los Carbonell entró en conversaciones con Colección Narbona para presentar la exposición que abrió sus puertas el pasado viernes y que se titula “Relaciones originarias”, un pequeño vistazo a la colección de arte que el arquitecto Marcelo Narbona dio forma por unas seis décadas.

La exposición nació de un encuentro informal entre las hijas del arquitecto, quienes manejan la colección con Fundación Los Carbonell y les propone presentar una muestra a manera de homenaje a uno de los mayores coleccionistas de arte del país.

La curaduría estuvo a cargo de Sandra García Herrera, curadora de la sala y Gladys Turner Bosso como invitada. Fueron tres meses de trabajo continuo, un lapso de tiempo corto pero muy intenso para escudriñar en una de las colecciones más importantes de Panamá y probablemente la más extensa.

“Tiene cerca de 2,700 obras. Lo que se está presentando no llega al 2% de la colección completa”, advierte Turner. “Había que analizar obra por obra con criterios diferentes, evaluar la cantidad de artistas de cada país, por ejemplo, evaluar las temáticas los tópicos que formaban parte del imaginario que el arquitecto había creado a través de su colección. Fue una tarea difícil para tres meses de trabajo”, admite.

“Nos parecía que era perfecto para el inicio. Era como un bautizo para Espacio Arte”. Comenta García Herrera. Y con ello, una gran responsabilidad. La tarea inicial fue constatar la nacionalidad de las obras y constatar que se trata de una colección de arte latinoamericano. Valorar que la mayoría de los países de la región estuviese representada. “Eso lo logramos hacer aún cuando no todos los países estuviesen representados en la muestra. Tuvimos que estudiar la colección”, dice García.

A partir de allí se estudiaron todas las posibles variables para establecer la muestra. “De alguna manera tratamos de que la muestra se apegue a la realidad de la colección. Otro criterio es ver cuáles son esos temas reincidentes en el arquitecto: temas de paisaje, no solo paisaje natural; temas sobre la ciudad, las ancestralidades; el arquitecto estuvo muy atraído a la ritualidad caribeña y de los pueblos originarios, pero de una manera, por supuesto, muy sofisticada. Y así fuimos sacando varios ejes para reflejarlos en la muestra”, detalla Turner.

Otro elemento que se tomó en consideración fue la presencia de artistas mujeres. “Como en casi todas las colecciones del mundo, incluyendo a los museos, la representación de las mujeres es muy poca y decidimos tener presencia de artistas femeninas tal vez no reflejando la cantidad que había en la colección, pero sí representándola”, cuenta.

Las curadoras decidieron hacer una preselección de forma separada. Cada una de ellas estableció una lista de obras que consideraban debían estar presentes y para su sorpresa, tuvieron muchas coincidencias.

“Diría que hubo un 75% de coincidencias. Luego hubo algunas pequeñas negociaciones”, dice Turner. “Esto habla de la calidad de las obras, porque si dos personas que nos dedicamos al arte, pero que venimos de contextos completamente diferentes coincidíamos en tantas piezas, es porque se trata de muy buenas obras”, reflexiona García. Eso nos allanó el camino y dijimos ‘estas evidentemente van a estar. Después empezaron esos descartes que son siempre muy difíciles porque parten muchas veces del criterio personal”, agrega.

Se pueden tener algunas obras preferidas, pero la idea es ser lo más objetivo posible y destacar qué es lo mejor para la exposición, qué es lo que se debe mostrar. “Hay obras que no nos gustan personalmente, pero sabíamos que son de artistas importantes para la región, obras importantes. Igualmente debíamos tener obras de artistas a nivel local. El discurso debía cuajar”, argumenta Turner.

Y el mayor enemigo es el espacio. Se estableció una cantidad de obras considerando el metraje de la sala y aunque en papel los números digan una cosa, cuando la obra está sobre la pared, esa realidad puede cambiar.

“El espacio es finito. Nunca se puede llegar a la exposición ideal que uno quisiera. Uno se contenta con el resultado, pero el criterio ideal que uno tiene, casi nunca se logra. Esos son detalles que el público no ve”, afirma García. Se trata de una tarea muy complicada tratándose de una colección tan extensa.

Otro de los elementos considerados a la hora de plantear la muestra fue la relación del coleccionista con su obra. “Tratamos de incluir obras que fueron especiales para él, que tenían un valor especial, sentimental. Está aquí la primera obra que adquirió el arquitecto y luego, revisando los archivos, nos dimos cuenta de que era una obra que siempre se incluía en las exposiciones que se ha hecho la exposición. Relaciones originarias, obra de Juan Carlos Marcos y como nombramos finalmente a la exposición, ha estado en casi todas sus exposiciones”, revela Turner.

Las motivaciones del coleccionista también están presentes. Obras que tratan problemáticas urbanas son una constante. Como arquitecto y urbanista, la realidad de la ciudad era una preocupación de Marcelo Narbona. Y también su afán de apoyar a los artistas que él consideraba tenían un buen porvenir.

Alrededor de 50 obras forman parte de la muestra que se exhibe en Espacio Arte. La mayoría de ellas, de gran formato. Una constante en la colección.

La sala

La pared que da la bienvenida al público tiene una configuración muy poco usual en una galería de arte. Se trata de una evocación a una de las paredes principales de la residencia de Narbona donde exhibía una buena cantidad de sus obras. Él quería verlas y disfrutarlas.

“Es una manera de decir, entra al mundo de Marcelo Narbona. Porque la exposición es sobre su colección, pero también sobre él, queríamos reflejar cómo la cómo vivió su colección, cómo la disfrutó, cómo la gozó. Es una experiencia inmersiva”, destaca Turner.

El resto de la sala exhibe un máximo de tres obras por pared, las suficientes para que no compitan entre sí, para que puedan expresarse.

En medio de la sala principal se han incluido dos urnas que contienen algunas piezas documentales: un fichero con información de las obras, bocetos con el orden de las obras en las paredes de su casa. Él llevaba un estricto registro de sus obras. También hay recortes de diarios locales que destacan su colección, y la penosa situación ocurrida durante la invasión de Estados Unidos en que las obras expuestas en ese momento en el Banco General de El Dorado fueron robadas durante los desórdenes. Una parte de las obras fue devuelta otras, a pesar de los grandes esfuerzos hechos por el arquitecto y su familia, no fueron encontradas. Se incluye también correspondencia cursada con artistas que muestran su beneplácito al saber que Narbona adquiriría determinada obra. También algunos dibujos ‘souvenirs’ de algunos de estos artistas.

“Pudimos constatar es relación que tenía con los artistas, era una relación afectiva y no una mera transacción de negocios. Había una verdadera cercanía. Y los artistas le confiaban sus obras”, asegura Turner.

Una colección con más de 2,000 obras puede reflejarse de muchas maneras. Los recursos y también los discursos a los que puede recurrir un curador son muy cercanos al infinito.

Turner y García organizaron la muestra en siete ejes que reflejan los intereses del coleccionista: la ciudad, el paisaje, ya sea natural o mental o un paisaje problematizado; la naturaleza, las ancestralidades, corporalidades, abstracciones y visiones críticas de la vida cotidiana e imaginarios.

Frente a la colección

Para Turner, esta labor representó adentrarse mucho más en una colección de la cual ya conocía algunas piezas pues el arquitecto Narbona exhibió algunas de sus obras en la Biblioteca Nacional mientras la institución restauraba su propia colección. “Durante ese proceso, que duró unos años, la biblioteca tuvo 38 obras de la colección, por lo que ya sabía qué artistas podía encontrar”, comenta. Aún así, se llevó un par de sorpresas. “Sabía que iba a encontrar una representación grande de la Escuela de Azuero, sabía que iba a encontrar a Roosevelt Díaz, a Fernando Toledo, pero me llevé la sorpresa de encontrar un Moisés Barrios (Guatemala), Priscilla Monge (Costa Rica), Antonio Seguí (Argentina), Ignacio Iturria (Uruguay)... sabía que iba a encontrar muchos pintores cubanos...”, recuenta.

El acercamiento, para García fue completamente distinto ya que no conocía la colección y el haber trabajado con ella representa para ella “una grandísima oportunidad”. Como cubana reconoció a muchos de los artistas de la colección, ya que además de Panamá, Cuba es uno de los países más representados en ella. Hay obra de José Bedia, de Wilfredo Lam y de Roberto Fabelo”. No todos estarán representados en la muestra pues había que ofrecer una representación justa de los demás países. García destaca de los artistas reconocidos obra de Fernando de Szyszlo, Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Arnaldo Roche Rabel (...) no tenía idea de la colección, a mí me dijeron aquí hay una colección que es importante... revisando fui encontrando piezas que te iban sorprendiendo, cosas que le dan valor” sostiene García.

Se suman a esta ecuación obras de los maestros Trujillo, Sinclair, Chong Neto, Alvarado, Viteri y Vásquez, solo por mencionar algunos.

No todos estarán presentes en las paredes de Espacio Arte, pero esta exposición abre la puerta para muchas otras muestras. “Se puede seguir desarrollando la colección, se organizan discursos diferentes, incluso una misma obra puede ofrecer diversas miradas. “Cada pieza, cada obra tiene miles de significados, es como un acervo. Cada pieza es polisémica, y vista desde el punto de vista de otro curador, la exposición sería completamente distinta”, concluye Turner.

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