El lenguaje de la sapiencia

Actualizado
  • 09/08/2024 23:00
Creado
  • 09/08/2024 13:59
Un auténtico uso del lenguaje inclusivo es cuando este se ajusta para permitir que todas las personas puedan comprender un mensaje sin barreras y participar plenamente en él sin importar sus condiciones

Qué gusto saludarle amigo lector y lectora, en estas horas de la mañana juntos y juntas con un café, estamos reunidos y reunidas con su periódico, suena raro, ¿verdad?

Y sí, lo es, así que quiero aclarar un punto fundamental antes de avanzar entre verbos, adjetivos y pronombres, mi artículo de hoy solo pretende ser una reflexión hacia nuestra lengua y el manejo adecuado de nuestro idioma.

El español es la segunda lengua más empleada en el mundo; desde Homero, Séneca pasando por Cervantes y Quevedo hasta las magistrales obras de Pérez Reverte o Mario Vargas Llosa y García Márquez, el uso adecuado del idioma, es fruto de un largo proceso cultural cuajado durante siglos y que nada ha tenido, ni tiene que ver, con intereses sexistas o políticos.

Rara vez la Real Academia Española de la Lengua (RAE) se ha pronunciado sobre este tema y, cuando lo ha hecho, ha sido de forma contundente: ¡La lengua española se defiende con sapiencia! pues, este lenguaje “inclusivo”, no corresponde con el uso adecuado del idioma.

Por cierto, el verdadero lenguaje inclusivo es aquel que se adapta para que, personas con algún tipo de discapacidad, puedan comprender sin ningún tipo de barreras un mensaje y sean partícipes de él. Ejemplo: el sistema braille y el lenguaje de señas, ambos lenguajes, asisten adecuadamente a quien lo emplea para comunicarse con su entorno.

Lastimosamente, la artificialidad del lenguaje “inclusivo”, muchas veces, lo convierte en un instrumento ideológico y un medio de control sobre el pensamiento. Le recuerdo una regla: en el español, el plural en masculino implica ambos géneros gramaticales y, junto con el género neutro, son los únicos géneros que existen, por cierto, las diferencias biológicas son sexos, no géneros.

Decir ambos géneros gramaticales es correcto solo cuando el masculino y femenino son palabras diferentes, por ejemplo: hombres y mujeres o bien damas y caballeros.

Sin duda alguna, hay que dar libertad para que las personas se expresen como quieran, ello es un derecho y es indiscutible, sin embargo, es necesario ejercerlo usando adecuadamente nuestra lengua.

En español, existen los participios activos como derivados verbales y no tienen género, es decir, son neutros, genéricos y válidos tanto para hombres como para mujeres.

Así, el participio activo del verbo atacar es atacante, el de obedecer es obediente, el de sufrir es sufriente y el de existir es existente, pero, ¿cuál es el participio del verbo ser? ¡Ente! o sea, el que tiene entidad o el que es. Es por ello que, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que define o expresa el verbo, se le añade el sufijo “ente”. Es ahí donde se explica por qué a la persona que preside se le llama presidente y no presidenta independientemente de su sexo, aunque, y aclaro amigo lector, presidenta, si está aceptado por la Real Academia Española de la Lengua.

Si seguimos con ejemplos de este sufijo, se dice capilla ardiente y no ardienta, estudiante y no estudianta, adolescente y no adolescenta.

El mal uso de la gramática y la lengua española se ha escudado en la política y, sobre todo, en el desconocimiento del manejo adecuado del idioma, dicho así de claro y rápido.

Recuerde que uno de los principios de la comunicación asertiva es la sencillez, de otra forma, ese discurso de compañero y compañera, niños y niñas, maestros o maestras, amigos y amigas, ciudadanos y ciudadanas no solo es cansón, sino que, además, hace que el público se desconecte de la esencia del mensaje y de su objetivo.

En el 2012, la RAE publicó un documento mostrando su posición oficial y en él, los maestros declararon una línea tajante y contraria al uso del lenguaje “inclusivo”. También dejaron claro que el uso correcto de las reglas gramaticales no atenta, repito, no atenta contra la ley de igualdad que existe en la carta de los derechos humanos.

Le recuerdo también que el lenguaje no es sexista, feminista o machista, ello, lo determina el contenido del mismo y quien lo interpreta.

Algunos apelarán que, hace unos años se hablaba de hermanos y hermanas en las iglesias, de hecho, hay un poema del Mio Cid, donde se dice incluso que: “El Mio Cid por Burgos entra, lo acompañan sesenta pendones, van a verlo mujeres y varones, burgueses y burguesas por la ventana se asoman”, sin embargo, tanto en un caso como en el otro, el desdoblamiento, es una figura retórica que usa el poeta y la iglesia para dar a entender el todos, como iguales o mayoría.

Ya es tiempo de dejar de hacer piruetas lingüísticas que pretenden ostentar un avance cuando, realmente, es un retroceso en nuestro intento de comunicarnos y entendernos mejor, en especial, cuando hay una grave crisis de comprensión de lectura y análisis de contenidos.

Siempre lo he dicho, el español es una lengua rica y sabia así que, no hagamos que mismo se rinda ante la ignorancia y demagogia, empobreciéndolo más de lo que ya está producto de las redes sociales y un sistema educativo mediocre.

El uso del lenguaje correcto no es un arma ideológica, es, de hecho, nuestra herramienta única para el entendimiento que busca el bien común y el diálogo abierto a través de una comunicación inteligente, clara, sencilla y fraterna entre personas o naciones y, estoy seguro, que el idioma español, tal cual se creó y desarrolló a través de los siglos, jamás buscó ni busca imponer o confundir sino más bien, educar.

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