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- 02/02/2025 00:00
- 01/02/2025 22:00
El feminismo nace de las injusticias que se dan en el ámbito personal, social, económico, político y legal hacia las mujeres, quienes son privadas de derechos, oportunidades y libertades, en comparación con los hombres. Al percatarse de esta tremenda injusticia, un grupo de mujeres inició la lucha por conquistar el derecho al voto, como medio para obtener otros derechos.
Es así que, gracias a la lucha de miles de mujeres, se obtendrá el sufragio universal femenino en el mundo entero. El primer país en obtenerlo fue Nueva Zelanda en 1893. En América Latina, el país precursor fue el Ecuador, en 1929; y Panamá lo obtendría en 1946.
Gracias al peso político que adquirieron las mujeres en la Asamblea, se eliminaron ciertas leyes en el mundo, como el derecho de pernada, derecho que tenían los terratenientes de violar a las mujeres campesinas, en su primera noche de boda, por ser de “su propiedad”.
Recordemos también, que las mujeres tampoco tenían derecho a la educación, sobre todo las mujeres pobres, a quienes no les era permitido estudiar. Cuando lo hacían, no se les daba la misma educación que a los hombres. A las mujeres le enseñaban a coser, bordar y cocinar, mientras que los hombres aprendían geografía, matemáticas, historia, y otras materias. En Panamá, las mujeres tuvieron el derecho a la educación en igualdad de condiciones a los hombres, gracias a la Ley orgánica de Educación de 1946. Aunque podían realizar estudios universitarios, no podían ejercer la Profesión, como le ocurrió a Clara González cuando se graduó de abogada. Habría que esperar hasta mediados del siglo XX para que las mujeres pudieran ejercer sus profesiones.
Siendo la mitad de la nación, las mujeres fueron excluidas de ciertas posiciones, como: magistradas de la Corte Suprema, ministros de Estado, Rector de una universidad o presidente de la República. No podían tener propiedades, heredar, tener una cuenta bancaria, una carta de crédito, poner una demanda judicial, participar en contratos, ni administrar sus propios bienes hasta mediados del siglo XIX, y finales del siglo XX.
A pesar de que existía el matrimonio civil desde el siglo XIX, el divorcio sólo se legalizó a finales del siglo XX. Por muchos años, las mujeres soportaron el adulterio, el abandono y todo tipo de violencia, la violencia doméstica y la crueldad, hasta que se legalizó el divorcio.
Además del sistema patriarcal, las mujeres debían confrontar a la Iglesia Católica, que se oponía a la planificación familiar, que le permitiría a la mujer cuidar de su salud física y mental.
La Iglesia condenaba el derecho a usar los metodos anticonceptivos, porque según ellos, los contraceptivos eran inmorales y promovian la promiscuidad. Así que la planificación familiar fue prohibida por las leyes elaboradas por el fanático religioso Anthony Comstock. Solo gracias al esfuerzo de Margaret Sanger, pudieron las mujeres tener acceso al control de la natalidad, lo que hizo posible la planificación familiar a finales del siglo XX.
Las mujeres tenían restricciones hasta en la manera de vestirse. Debían usar crinolinas y corsé, limitando completamente sus movimientos. Gracias a Paul Pauret, quién realizó el primer desfile de modas sin crinolinas, sin corsé y sin sombreros, se abrieron nuevas puertas a la vestimenta femenina. Luego, gracias a Coco Channel, quién incorporará los pantalones en sus colecciones a partir de 1920, se elimina la ley que prohibía el uso de pantalones.
También se desaconsejaba que las mujeres montaran a caballo o usaran bicicletas, porque según la sociedad de la época esto podía hacerles perder la virginidad. En muchos países existían normas no escritas que excluían a las mujeres de ciertos trabajos, como los trabajos de la construcción, choferes de buses, de taxi y estibadores, pero hoy en día ya vemos más mujeres en todas estas profesiones. Una mujer podía ser despedida por estar embarazada y las embarazadas trabajaban sin descanso hasta el parto para luego regresar inmediatamente a sus labores. Felizmente, gracias a las protestas de las mujeres trabajadoras, entre ellas Marta Matamoros, todo esto cambió con las leyes que conceden un fuero maternal antes y después del embarazo.
La educación sexual también fue un tabú por mucho tiempo. Todas las iglesias se oponían (y algunas siguen haciéndolo), por considerar que ésta abriría la puerta a la permisividad, cuando es todo lo contrario. Se ha comprobado que los países que brindan educación sexual obligatoria en las escuelas tienen menos enfermedades e infecciones sexuales, menos embarazos precoces, y un inicio tardío en las relaciones sexuales.
Aunque en la actualidad las feministas luchan contra toda forma de violencia hacia la mujer, todavía nos queda mucho por hacer.