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- 20/09/2021 00:00
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Por nuestra ubicación geográfica, la historia de Panamá está repleta de eventos y vidas que sin mucho trabajo podrían ser protagonistas de una serie de televisión. O algo mejor, podrían ser el objeto de un libro. De eso se encargó el periodista y escritor Gerardo Berroa al escribir El secuestro de Zeus, la vida de Cecilio Padrón.
Nacido en Cuba en 1941, quizá recuerden el nombre de Padrón por su sonado secuestro en 2008 en Costa del Este a manos de operadores de las FARC. Padrón se había mudado a Panamá buscando “comenzar de nuevo”. No se imaginaba que en lugar de ello pronto estaría en la profunda selva colombiana.
Pero antes de ellos, Berroa nos muestra al detalle los hechos personales y profesionales que conformaron el carácter de Padrón.
Joven con ganas de acción, Padrón recibió con entusiasmo la revolución de “los barbudos”, con Fidel Castro a la cabeza. Para entonces era piloto del ejército cubano. Pero rápidamente se hastió de la jerarquía militar y junto con un amigo desertó a Miami a bordo del avión de fumigación que operaba.
En Miami fue reclutado para la brigada que intentaría deponer a Castro por medio de un desembarco en la bahía de Cochinos.
A partir de aquí la historia se arma de detalles sorprendentes algunos, y rocambolescos otros.
Luego de permanecer preso en La Habana, Estados Unidos logró la liberación de los frustrados golpistas. Pronto encontró Padrón otro escenario para dar rienda suelta a sus ímpetus: fue contratado como mercenario por la CIA para operar aviones en la Fuerza Aérea Congolesa, que se enfrentaba a los rebeldes, apoyada entre otros países por Cuba, con la participación del Che Guevara.
En tierra de Mobuto, Padrón aprendió a pilotar aviones de combate. Desde esa capacidad combatió a los rebeldes en misiones que intentaban evitar su avance.
De vuelta a Miami, Padrón usó sus ahorros para invertir en bienes raíces, y a partir de allí reunió capital como empresario de la construcción.
Durante el relato de su vida, Padrón deja claro que le fue mejor en la guerra que en el amor. Sus accidentados matrimonios terminaban con el mismo ímpetu con que comenzaban. Y precisamente tras una de aquellas rupturas accidentales, terminó poniendo rumbo no hacia un escenario de guerra, sino hacia Panamá.
Pienso que la mejor contribución de un biógrafo es contar la historia al tiempo que desaparece del relato. Berroa lo logra con un lenguaje llano y una estructura fluida, como si fuera el propio Padrón quien cuenta el fracaso de Cochinos, sus peripecias amorosas, o las aventuras guerreras en África.
Panamá, decía al principio, es imán para personajes cuya vida merece la pena conocer. Con El secuestro de Zeus, la vida de Cecilio Padrón, Gerardo Berroa no solo se estrena como biógrafo, sino que nos regala a los lectores y al país una mirada distinta a su historia, y a la historia de la región de la que también hemos sido parte.