La ceremonia, a la que está previsto que lleguen Jefes de Estado de todo el mundo, estará oficiada por el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista...
- 19/03/2017 01:00
Nadie sabía por qué. De pronto, entre los siglos XII y XIX, en Europa y sin ningún motivo, decenas de personas enloquecían y empezaban a bailar desenfrenadas. Se agitaban, saltaban, se movían al ritmo de una música, real o imaginaria. En las iglesias o en lo caminos, durante horas y horas, hasta que se desplomaban y muchos caían fulminados y morían mientras bailaban.
El fenómeno de la coreomanía se desarrolló durante siglos en varias zonas europeas. Explicaciones se han tratado de dar varias, que si una maldición del santo Vito, que si histeria colectiva, que si ergotismo, que si picaduras (que se contagiaban de persona a persona) de arañas o de alacranes. También se ha ofrecido como explicación el estrés por la situación de inseguridad social y las epidemias que diezmaban a las poblaciones. O las malas cosechas.
Y esto es lo que creo que pasa aquí. Los problemas lo asedian, Sr, Presidente, si esto fuera un circo los enanos le estarían creciendo y los leones se le estarían volviendo veganos. Si hace casas, llegan vientos huracanados y le llevan los tejados. Si quiere hacer veredas de cemento en los parques, la gente (¡desagradecidos!) insiste en que a ellos les gusta la yerbita. Si trata de hacerse el cercano, los estudiantes se niegan a salir en la foto con él y no lo chotean. Las asechanzas lo agobian. Los enemigos lo acechan. Y aún ve muchos meses por delante. Su resistencia está empezando a fallar y su mente necesita un escape.
Volviendo al baile de San Vito, según las referencias y las crónicas de la época, generalmente cada uno de los brotes de despelote eran iniciados por una o unas pocas personas a las que se les iban uniendo cada vez más, arrastradas por un paroxismo danzarín, hasta que, en algunos casos se alcanzaron los varios centenares de danzantes. Aquí el Presidente ya empezó a bailar, lo hemos visto girando y saltando, la cosa es ver si se le van uniendo todos los demás, bailando y bailando. Bailarán aquellos que temen (porque la deben) ver su nombre mezclado con el de la famosa empresa; bailarán aquellos que recibieron y que pagaron; bailarán los que han donado a sus propios bolsillos el dinero que sacaron primero de los bolsillos de los panameños. Bailarán para olvidar y para distraer.
Y tratarán de hacer que este pueblo, bailarín y fiestero, baile con ellos. Bailemos para olvidarnos de la educación de mierda, de los cambios de zonificación brujos, de las rebuscas y de los negocios que ponen en peligro el patrimonio de todos. Bailemos para olvidar la deforestación, las talas indiscriminadas, los manglares desecados y los árboles a los que ya nadie se amarra. Bailemos y bailemos hasta caer muertos, así nadie se preocupará de los proyectos que se están perdiendo en obra muerta.
Bailaremos y saltaremos para olvidarnos de los números aterradores de adolescentes embarazadas, niñas preñadas que podrían haber evitado su ‘bendición' si alguien les hubiera dado un condón a tiempo. O si en este país el aborto fuera accesible para las hijas de cualquiera y no solo para las yeyés que pueden ir a hacérselo afuera. Bailaremos para despistar a los que nos pregunten sobre cualquier cosa que no sea el baile del Presidente.
Bailaremos hasta Semana Santa, y luego sigamos bailando hasta fiestas Patrias, que pronto llegará Navidad y nosotros, siempre danzando enfebrecidos, giraremos y giraremos hasta Carnavales.
Algunos morirán por el camino, pero ¡qué importa! Son daños colaterales, lo importante aquí es seguir bailando. Agarraditos de las manos todos a una, en corro, girando y girando hasta marearnos.
COLUMNISTA