Roosevelt Díaz, constructor de soles en lo profundo de Azuero

Actualizado
  • 18/02/2021 00:00
Creado
  • 18/02/2021 00:00
Con una reconocida carrera artística, tanto en el ámbito nacional como internacional, nos deja sus fantásticos seres multicolores y su visión particular del mundo
Ofrendas al cantador. 2015

Roosevelt Roberto Díaz Arosemena nace en Chitré, Herrera, el 23 de diciembre de 1963 y fallece el 12 de febrero de 2021. De 1983 a 1986 estudia en la Escuela de Bellas Artes de Chitré donde recibe el título de técnico en artes plásticas. Entre 1988 y 1989 asiste a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Panamá, y es considerado uno de los grandes maestros de la plástica panameña contemporánea.

Con una reconocida carrera artística, tanto en el ámbito nacional como internacional, nos deja, tras su partida física, sus fantásticos seres multicolores y su visión particular del mundo.

Participó en muestras colectivas tanto en Panamá como en México, Ecuador, Perú, Costa Rica, Estados Unidos, República Dominicana, entre otros. Como ejemplo anotamos: 'Arte pictórico', Museo de Arte Contemporáneo, Panamá (1994 y 1996); V Bienal Internacional de Pintura, Cuenca, Ecuador (1997); I Bienal de Arte de Centro América, Guatemala (1998), y '100 Años de pintura panameña', Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Panamá (1999). Fue becario en el Programa de Artistas en Residencia de la Fundación Centro Cultural de Altos de Chavón, en República Dominicana.

Reconocido con el primer premio de la III Bienal de Arte Pictórico de Panamá, MAC, Panamá (1996). Expuso individualmente en el país y en el extranjero.

Sus cuadros son una vuelta a la naturaleza, a esa madre primera portadora de todos los saberes y lecciones. Este viaje al interior de sí mismo no está exento de humor, ironía y un poco de erotismo. Todo ello combinado con un lenguaje poético en donde conviven los mitos, ritmos universales y texturas terrosas.

Con una impetuosa presencia cromática sobre la que establece armonía y tensión, nos hace rememorar a los prestantes maestros de la pintura oaxaqueña, aunque con un marcado lenguaje telúrico en el que predominan la omnipresencia del entorno onírico y el mundo ancestral.

Poco a poco se va desprendiendo del lenguaje representativo, liberando los colores, auténticos protagonistas del cuadro, hasta concretar su fascinante mundo en visiones que lo conectan con esa parte esencial, con el mundo natural del que todo procede.

La expresión de los símbolos y formas

El artista utiliza un lenguaje cargado de símbolos, transformando los objetos y personas en pequeños grafismos que, por similitud, nos conducen al significado profundo de lo humano.

Nidal de bichos, obra galardonada en la III Bienal, 1996.

En su obra asistimos a una metamorfosis, transfiriendo al lienzo un lenguaje en dos dimensiones donde aplana las figuras hasta convertirlas en coloridos esquemas de carácter circular, que instan en simultáneo a lo real y a lo interior.

Su arte podría considerarse una recreación estética de la naturaleza. Animales como lagartos, insectos, iguanas, nos vienen a recordar que el mundo de los humanos y el de los animales es uno y el mismo. Con un poderoso sentido de lo fantástico construye criaturas híbridas entre lo humano y lo animal que pueden ser, a la vez, inquietantes, sexuales y divertidas.

Trabaja las texturas y los materiales de tal manera que producen un efecto vibrante, de expresión integral, por lo que sus seres parecen cobrar vida, capturando la mirada y la imaginación del espectador.

Uno de los aspectos más significantes de su obra es que trata de trascender los límites de la figuración, caminando hacia lo marcadamente conceptual. Vuelve a la imagen cargada de una fuerza creadora, esencial, primigenia y única.

Por sus pinturas suprarreales (definición del poeta Pedro Correa Vásquez), podríamos considerar a Roosevelt Díaz uno de los más interesantes exponentes, en Panamá, de un arte con carácter ancestral que conecta su obra con grandes maestros como el mexicano Rufino Tamayo, el cubano Wifredo Lam o el peruano Fernando de Szyszlo.

También podemos observar el influjo formal de artistas como Francisco Toledo o Rodolfo Nieto, ambos de la región de Oaxaca. Roosevelt Díaz desarrolló sus creaciones con la égida inicial de su coterráneo Raúl Vásquez Sáez, mentor de la Escuela de Azuero.

Vuelve la mirada hacia la niñez. La infancia personal y colectiva de los pueblos con toda su magia y misterio. En este caso, nos habla del Panamá profundo a través de elementos como la tierra, el agua, los animales, el fuego. Son recursos que unifican y cohesionan su obra.

Los animales gritan, los colores vibran, el cielo se torna rojo, las líneas se unen y se bifurcan. Nos habla del lugar que debería ocupar cada cosa en el mundo natural y cómo se han ido desplazando y contaminando lo que debimos conservar bello y puro.

A través de la esquematización de la figura humana, también consigue reducir al hombre a su esencia. Fundamentos presentes en su obra y que crean concordancia con su universo representativo, personal y terrestre.

Entre colores

El color es la manera más eficaz para mostrarnos el gran tema que confronta lo que hacemos, y deshacemos, con nuestro mundo. Su obra es un espejo donde vemos la necesidad de parar la barbarie y la destrucción.

Poco a poco, la obra de Roosevelt Díaz se va haciendo más orgánica, en armonía con el espacio pictórico y el entorno emocional.

La incomparable maestría, en el uso de la paleta cromática, del maestro Roosevelt Díaz lo lleva el empleo de efectos de policromías y monocromías en un mismo lienzo. Fondos azules con infinidad de matices y, sobre este, fuertes tonalidades que le confieren a sus representaciones una imponente presencia y fuerza representativa. El uso expresivo del color es uno de los elementos propios de la Escuela de Azuero a la que pertenece el maestro.

Visiones. 2015

También las líneas se encuentran en armonía con el espacio pictórico. Onduladas, continuas, punteadas, juegan un papel esencial en el equilibrio de la composición.

Podemos enunciar los elementos identificativos de sus creaciones: figuras antropomórficas enmarcadas en grandes manchas de color, el cual es aplicado de manera subjetiva, más la suma de elementos geométricos y orgánicos que constituyen las líneas esenciales de la composición y le confieren a la vez fuerza y simplicidad. Todo ello con un lenguaje disociado de la razón y la lógica, convirtiendo aquello que puede ser soñado en real. Roosevelt Díaz fue un constructor de soles en lo profundo de Azuero.

Aquí, un homenaje al artista tras su fallecimiento.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones