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- 13/03/2022 00:00
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Honshu es la isla más grande del archipiélago japonés con un área mayor a los 227.000 kilómetros cuadrados y hábitat del 80% de la población. Está dividida en cinco regiones: Tohoku, Kanto, Chubu, Kansai y Chugoku. Hoy nos centraremos en las maravillas que nos aguardan en Tohoku y sus prefecturas.
Con seis prefecturas, Akita, Aomori, Fukushima, Iwate, Miyagi y Yamagata, el primer lugar a visitar sería la reserva de hayas del este asiático Shirakami-Sanchi, uno de los últimos bosques templados vírgenes de Japón declarado patrimonio de la humanidad por Unesco. Para entrar es necesario contar con un permiso especial; por suerte existen otras maravillas naturales como el lago Tazawa, el más profundo del país cuyas aguas lapislázuli encantarán a quien lo navegue. En su costa oeste, podrá divisar la estatua de la bella Tatsuko y al norte, el santuario Goza no Ishi, donde los otrora señores feudales disfrutaban de la vista.
En cuanto a la gastronomía, les invito a disfrutar de tres platos que no deben perderse: la cacerola kiritampo, a base de la famosa gallina Hinai –cuyo sabor dicen, es inigualable–, puerros, perejil, bardanas y arroz. Este último es cocido aparte, majado y envuelto en un palito para remojarlo en el guiso; el ita-soba, un plato tradicional de fideos de trigo sarraceno servidos en un recipiente de madera –ita– acompañados de un caldo para remojar, un plato de lo más simple pero muy sabroso, y cerramos con fideos udon de inaniwa, hechos a mano por generaciones, con más de 300 años de experiencia en su manufactura y considerado de los tres mejores del país.
Podríamos acompañarlos con un sake de la prefectura de Akita, famosa por su producción de arroz, y el lugar ideal es el Bishuokoku Akita Sake Navi, un restaurante con una variedad de más de cien tipos de sake de 35 bodegas diferentes.
Si lo que le atrae son las fiestas, la primera debe ser el Aomori Nebuta matsuri en agosto. Un desfile nocturno de hermosas y enormes lámparas con diversas formas, en que bailar y marchar al ritmo de la música es asignatura obligada ¡Y todo el que quiera puede participar!
Del 6 al 8 del mismo mes, el Sendai tanabata matsuri tiene más de 400 años de existencia. La celebración comenzó supuestamente con Date Masamune (1567–1636) señor feudal quien buscaba promover su buenaventura. A pesar de haberse esparcido por todo el país, la de Tohoku es una de las más representativas por el tamaño de sus adornos y ornamentos, que no solo descansan en los árboles de bambú, sino que decoran toda la ciudad.
En tercer lugar, hay un empate entre la festividad sintoísta Wajari matsuri, para brindar salud y seguridad al viajero, en la que un grupo de personas carga un wajari –sandalia hecha de paja– de 12 metros de largo por 2 de ancho por la avenida principal de la ciudad hasta el santuario de Haguro en el monte Shinobu, y la otra es en la que me encantaría participar, el Namahage en año nuevo, en ella los Yama-no-kami –dioses montañeses de la ruina—– visitan las casas de los vecinos en la noche para saber si sus habitantes han sido buenos o malos. El disfraz que me encantaría probar está hecho con una máscara de oni –ogro–, vestidos con mino –capas de paja– y un gran deba bocho –cuchillo de rebanar–.
Para los más serios, en los museos del folclore de Oga Shinzan y el museo del Namahage pueden experimentar el folclore del área y disfrazarse de un Namahage sin tener que visitar la casa de nadie. Está también el museo Bunshokan de Folclore, sus tres pisos de exhibiciones son una maravilla y puede además apreciar la arquitectura del período Taisho (1912-1926) con influencias del neo-renacimiento inglés.
Los amantes del cómic japonés deben visitar el museo Yokote matsuda de manga, ¡el primero en su clase!. Inaugurado en 1995, cuenta con más de 220.000 ilustraciones originales de autores como Matsumoto Leiji, Yaguchi Takao y Takahashi Yoichi. Allí puede hacer “prácticas” de mangaka –dibujante de manga– aplicando tramas o colorizando páginas. Su cafetería cuenta con varios menús “manga” para no pasar hambre después del trabajo.
Los apasionados de la historia disfrutarán del castillo de Tsuruga –también conocido como el castillo de Wakamatsu–, antigua residencia de clanes como los Date, Matsudaira y Uesugi, entre otros. Puede visitar una reproducción in situ de 1965, ya que el original fue demolido en 1874, pero sus jardines y fosos sobrevivieron.
Adicionalmente se pueden visitar las ruinas del castillo Sendai, construido por Date Masamune en 1602, destruido por un incendio en 1882 y además por los bombardeos de 1945. Pero no todo está perdido, porque en el castillo de Aoba se puede observar una reproducción 3D del Sendai y hacer un tour de realidad virtual del mismo. Y, por favor, no olvide pasar por el mausoleo de Date Masamune, el original de 1637 fue destruido por los bombardeos, reconstruido en 1979 y restaurado en 2001 para representar de manera fidedigna los colores y el decorado de la época.
Pero si lo que desea es paz y tranquilidad, una caminata por el monte Haguro es lo recomendado; rodeado de cedros centenarios, si sube los 2.446 escalones de piedra hasta la cima, podrá disfrutar de un tesoro nacional, la pagoda Haguroyama construida en el período Heian (794-1185). Esta imponente estructura está abierta todo el año y maravillará a quienes conquisten la cima.
Cerramos con un paseo por el distrito Nanukamachi Gotenzeki, famoso por sus edificios y bodegas cuya arquitectura data del período Edo (1603-1867) y recuerdan a los machiya –arquitectura vernacular japonesa que evolucionó por más de mil años– además, la ciudad remozó los canales de irrigación utilizados para la agricultura 400 años atrás; ahora las caminatas van acompañadas del frescor y el sonido del agua, mientras disfruta de tiendas, restaurantes o simplemente de una vuelta por este lugar casi detenido en el tiempo.
El autor es catedrático de la Universidad de Panamá y doctor en comunicación audiovisual y publicidad.