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- 07/04/2023 00:00
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Este año convergen varias fechas religiosas importantes de diversas corrientes. El judaísmo inicia la semana de Pésaj que coincide unos días con la Semana Santa. Por otra parte, los musulmanes iniciaron el pasado 23 de marzo el mes más sagrado del calendario islámico, el Ramadán.
Para los judíos la celebración de Pésaj se resume a la liberación del pueblo hebreo de 210 años de esclavitud del faraón de Egipto.
Pero también es conocida como la fiesta de la libertad, en la que la familia se reúne alrededor de la mesa las dos primeras noches en el Séder, que en hebreo significa orden y que simboliza organizar los eventos de la vida de la persona.
Se trata de una cena en la que se bendicen hierbas amargas, que representan los momentos duros que vivió el pueblo hebreo bajo la esclavitud, y se come la matzá, un pan ácimo (plano y sin levadura) que invita a revivir el alimento más barato que se podía producir en Egipto, cuyos ingredientes se resumen a agua y harina. La falta de reposo de este pan, a diferencia de una masa que se esponja en 20 minutos, limita a los judíos a ingerir alimentos que puedan parecerse a la levadura.
La matzá también recuerda el haber salido de Egipto de prisa, cargando todos los enseres en burros y al hombro.
El Séder es una oportunidad para leer la historia del pueblo judío, explicar a los niños la connotación de las 10 plagas y los milagros del Todopoderoso al abrir las aguas del mar Rojo que permitieron el paso con destino a la tierra prometida.
Es costumbre también preparar una mermelada de dátiles con nueces, llamada jaroset, que simboliza la argamasa que utilizaban los hebreos en Egipto para la construcción.
Todo lo anterior está contenido en un libro, la Hagadá, que describe los hechos con detalle. Un suceso considerado como uno de los más importantes de la historia, ya que a partir de este momento Israel determinó su existencia como pueblo.
El vino forma parte de varias celebraciones hebreas. Se toma en ocasiones espirituales, como los viernes por la noche precedido de una bendición especial; en la bendición de una circuncisión, o en una boda. Tampoco puede faltar en Pésaj, cuando se deben beber aproximadamente cuatro copas, que también pueden ser de jugo de uva, una fruta sagrada para la religión hebrea.
Desde el punto de vista cabalístico, la uva ejemplifica todo aquello que está escondido y debe ser extraído. En hebreo, la palabra vino, yain, equivale al mismo valor que la palabra secreto, sod. Por lo tanto, se bebe en cualquier ocasión o evento espiritual. Como el Talmud dice: “cuando entra el vino, sale el secreto”.
Pésaj es un “pasaporte para trascender todas las fronteras del miedo y dudas que limitan la libertad”, cita el Centro de Kabalá. La organización explica que las conexiones que se hacen en Pésaj se hacen con una fuerza de energía que ayuda a superar las limitaciones de hablar con la verdad propia y la misión de vida.
Los rabinos conservadores explican que Pésaj despierta la conciencia alineada y, a través de redenciones pasadas, se percibe cuán lejos estamos de las futuras. Lo que de alguna medida cabe pensar que de cierta forma continuamos siendo esclavos en algunos aspectos.
Al finalizar la cena, se come el afikomán, la última matzá que se guarda al comenzar el Séder y que se esconde con el propósito de que los niños la busquen. Algunos tienen la costumbre de guardar un pedazo del afikomán como señal de buena suerte y riqueza.