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- 11/10/2023 00:00
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En su infancia, Norma Quevedo tuvo “el peso de ser la mayor” de tres hermanas, a lo que atribuye el haberse convertido en un modelo a seguir y a exigirse ser excelente en muchas áreas. A pesar de las expectativas, vivió una infancia bonita y se sintió influenciada por la disciplina y la constancia de sus padres. Esta crianza la ayudó a desarrollar su liderazgo proactivo y su curiosidad.
Cuando iba a elegir su carrera, inicialmente consideró estudiar astronomía, pero las limitaciones económicas la llevaron a optar por la ingeniería en sistemas. Mientras estudiaba se enfermó por meses y tuvo que comenzar desde cero en algunas materias. Esto la llevo a replantear su carrera y finalmente se decidió a estudiar locución. Valora la estructura y las habilidades que adquirió de la ingeniería, porque le permitieron entrar en la industria de la locución y luego a dirigir la Asociación de Locutores.
Ya tiene 25 años de carrera en locución, capacitación y en el mundo empresarial. Tiene medalla de oro de la Sociedad Argentina de Locutores (SAL) y ejerce como docente universitaria en la carrera de locutor nacional, impartiendo prácticas integrales y cursos de locución. Ha sido conductora de programas de radio en emisoras de Córdoba y Mendoza de su natal Argentina. Fue galardonada con el premio Martín Fierro. También ha sido voz en emisoras y programas de radio, además ha trabajado como narradora en proyectos como e-learning, documentales, audiolibros y eventos.
Comencé mi carrera a los 17 años cuando encontré un trabajo como asesora de negocios en una fundación de educación. A pesar de estudiar ingeniería en sistemas, seguía aplicando mis métodos de estudio y ayudaba a otros a entender los temas. Fue entonces cuando conocí a quien más tarde se convertiría en mi esposo, ya que era sobrino del dueño de una radio en mi ciudad, en la que empecé a trabajar. A lo largo de mi carrera participé en varios eventos como presentadora. También tuve el orgullo de ganar un premio Martín Fierro en la televisión argentina y me dediqué a la docencia, compartiendo mis conocimientos con otros.
Tengo dos hijos varones, y los dos retos más grandes de mi carrera han sido las cirugías de mis hijos. A mi hijo mayor lo operamos del corazón cuando tenía un año y en pleno auge de mi carrera cuando ya estaba en todas las radios y sonaba en los canales. Tuvimos que operarlo en una cirugía grande. Ese fue mi primer momento de salirme totalmente [del trabajo]. Fue un desafío porque ya mi corazón, mi cabeza, mi tiempo, y todo se salió de lo profesional para dedicarme a lo que debía hacer y elegir hacer.
Y el segundo momento fue un par de años después, ya embarazada, al sexto mes me avisaron que Matías venía con un tumor en el pulmón. Es mi hijo más chico, el artista de la casa. Otra vez me alejé de mi vida profesional. Matías nació y dos días después lo operamos, así que le falta el pulmón derecho, y eso ha hecho también que uno tenga que focalizarse en su familia de una forma que no es la habitual, que no es solo verlos crecer, sino que es hacerlos crecer.
Cuando surgió la Asociación de Locutores no tenía redes sociales. Las abrí [las redes] porque me accidenté, me di vuelta en el auto. A través de ellas, me encuentran para formar parte de la asociación. Siento como que la vida, Dios, la energía, el universo me agarraron, me levantaron y me pusieron en la misma carrera donde estuvieron todos mis compañeros siempre. Como si nunca hubiera perdido un día de mi profesión. Entonces, como corolario de eso, uno tiene que estar haciendo lo que tiene que hacer, sin quejarse, sin preguntarle a la vida por qué lo castiga.
Es tener un propósito, y evidentemente ese propósito te lleva al momento justo, y celebro todo eso, porque nunca me arrepentí jamás de las decisiones que tomé, y hoy estoy en un lugar que representa a las mujeres, a las madres, a las empresarias, a los que vos quieras, y me enorgullece el equilibrio emocional con el que puedo llevar las cosas adelante.
Como mujeres tenemos doble reto, porque pareciera que la mujer siempre tiene que demostrar por qué está donde está. No es solo estar como el hombre y nadie le cuestiona ser gerente o presidente o gobernador, nadie lo cuestiona. Pero la mujer, parece que tiene que explicar cómo llega a eso.
En un mundo muy machista, la mujer tiene que ser doblemente cuidadosa en muchos aspectos. Una de las [mujeres] políticas que asesoraba era muy renombrada en México por su vida pública y sus videos en Instagram. Si eso lo hace un hombre no hay problema, pero si lo hace una mujer, sí. Nuestro rol nos marca. Si bailamos mucho en una fiesta, ya nos están mirando. Es el reto de seguir siendo impecables, impolutas, excelentes, comprometidas, a pesar de bailar salsa, por darte un ejemplo.
La inteligencia artificial nos pone en jaque por el temor a perder lo que tenemos. Cuando uno tiene miedo a perder lo que tiene, automáticamente activa los mecanismos de defensa. Creo que nos está pasando eso, ver cómo somos reemplazados o clonados, ciertas marcas ya eligen hacerlo mostrándose innovadores. Ellos se muestran innovadores, 'mira todo esto lo hago con inteligencia artificial'. Pero en realidad, esto también fue una cuestión económica. No nos podemos pelear con la inteligencia artificial, al contrario. Gracias a eso, hoy avanzamos en muchos aspectos de la tecnología, en medicina y en cosas que nos impactan en el día a día.
Pero el comunicador todavía tiene el don de tocar la emoción del otro, de conectar con el otro, de tocar una vida y cambiarla. La inteligencia artificial puede ser muy técnica y muy perfectamente trabajada, sin embargo la parte emocional no la cubre. El humano tendría que ser más inteligente y prepararse más. Como cualquier nueva competencia, nos pone en alerta y hay que estar más preparados, ser más reales y ser más flexibles. No conformarnos con lo que tenemos porque si no, alguien en el camino se va a quedar.
Hace poco estuve en Costa Rica en el Seminario de la Voz. Mi tema de conferencia fue la narración, porqué narrar, a mi entender y al de varios colegas, es el reto más grande del locutor, del artista de la voz. No es lo mismo leer un comercial de 30 segundos que narrar un audiolibro de siete horas porque tu desafío es estar con la misma energía todos los días. El capítulo uno tiene que ser igual al cinco.
Entonces, el desafío para uno es doble, de alta resistencia. Narrar también implica tocar la emoción. Recuerdo un productor de audiolibros en Los Ángeles que me decía: 'Esto no es un comercial. Esto no es pegar en los primeros 30 segundos. Esto es sostenerlo y hacerme crear en mi cabeza, sin verte, y sentir que alguien me está creando imágenes'. Para eso, saber qué es la imagen, hay que saber armar un clima y saber contar una historia. Si no, no es real.