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- 14/10/2012 00:00
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María Paz Ruiz Gil es bogotana, vive en Madrid desde el año 2000 y se dedica a la enseñanza de microrrelatos. En 2011 fue declarada ganadora del X Premio Internacional de Relato Corto Encarna León. Su primera novela, Soledad, una colombiana en Madrid, fue publicada por Ediciones B y lanzada en la última edición de la Feria Internacional del Libro (FILBO) de Bogotá.
Facetas conversó con Ruiz Gil, quien ha publicado Micronopia, un libro ilustrado de microrrelatos con la editorial Meninas Cartoneras. Se define como ‘una Cronopia de nacimiento’, haciendo alusión a los personajes creados por el novelista argentino Julio Cortázar en Historias de Cronopios y famas.
EN TUS ESCRITOS O EN TU PRIMERA NOVELA OBSERVO PERSONAJES FEMENINOS CON IDENTIDADES PROPIAS, CON UNA SEXUALIDAD EVIDENTE, NADA REPRIMIDAS, Y SIN EL PESO O LOS LASTRES DE LA DOBLE MORAL. ¿PODRÍA HABLARSE DE PERSONAJES POSTFEMINISTAS/POSTEMANCIPADOS?
Mis personajes femeninos reflejan una actitud del tiempo que me tocó vivir. En la novela conviven personajes con orientaciones sexuales indefinidas, o con enormes deseos sexuales al pie de mujeres como Montserrat, que es en sí misma un monumento a la castidad y a la represión. Son personalidades postfeministas por el tiempo en que las creé, les di alma, talentos, defectos, y las eché a andar por las calles. Mis mujeres no están en campaña por sus derechos, ellas ya los han ganado. Esto puede deberse a que muchas de las mujeres de mi alrededor pisan tan fuerte que se les oye a distancia. Sin ir más lejos, mi abuela, con veinte años se fue en un barco desde España a Colombia sin otra cosa que un sombrero, una caricatura y una maleta. Y tres meses estuvo navegando sola sobre las aguas para encontrarse con mi abuelo, que llegó tarde, encima, a recogerla en Cartagena.
CREO QUE TU NOVELA ES UNA DE LAS POCAS NARRATIVAS FEMENINAS (NO FEMINISTAS) DE LA MIGRACIÓN LATINOAMERICANA. ¿PARA ESCRIBIRLA HAS TENIDO ALGÚN REFERENTE ANTERIOR O PARALELO?
Quise escribir algo que fuera mío, que no copiara el ritmo de nadie, de ningún escritor de los que había leído. Supongo que eso es una fantasía, y que al final se ven las costuras de los libros que me han marcado. No creo que exista literatura femenina, pero lo que no puedo negar es la existencia de la literatura de migración latinoamericana. Esa está ahí, creciendo, haciéndose hueco en Praga, El Cairo, Oslo y Berlín; porque no podemos esperar que los habitantes de veintiún países nos quedemos quietos, como palmeras, sin salir a probar suerte con otro idioma, otra cultura, otras formas de entender el arte o el trote de la vida. Viajar es mucho más que hacer una maleta, porque compromete pensamiento, acción y adaptación a otro entorno. El que emigra siempre sabe algo que el que se queda ignora. Y eso seguirá siendo fascinante.
EL NOMBRE SOLEDAD EN TU NOVELA IMPLICA NO SOLO LA SOLEDAD DE LA MIGRACIÓN. TAMBIÉN DEL DESCUBRIMIENTO, DE LA LIBERTAD Y DE LA EXPERIMENTACIÓN, ¿CIERTO?
Soledad, una colombiana en Madrid fue un remedio para mi propia soledad. Es un libro que escribí sin pretenciones de publicar, para mí era como hacer arte con mis propias palabras, arte que a nadie le mostré hasta que se me salió del portátil. Un buen día me dije: tengo que terminar esta novela; pero mientras estuve escribiéndola fui una solitaria entregada a construirla, una obsesionada sin mecenas. Fue una locura, ahora que lo pienso. La escribí en Madrid, Túnez, Málaga, Los Ángeles y Bogotá. Hay pedazos de este libro en tres ordenadores, y decenas de libretas, en trozos de servilletas, pañales; y quién sabe dónde más.
CON EXTRAORDINARIA HABILIDAD TRABAJAS CON LOS NUEVOS MEDIOS ELECTRÓNICOS. ¿CREES QUE ESTO AYUDA A LA LITERATURA, ESPECIALMENTE, A LA RECEPCIÓN DEL MICROCUENTO?
¡ Gracias! Yo aprendí que Internet es más receptivo a piezas cortas. Así que me he especializado en dos formatos cortos: el microrrelato y la pieza sonora. Esa que escribe relatos y esa que habla en esas grabaciones no es la autora de novelas, es muchas veces la periodista que duerme dentro de mí (cuando es sonido) o la arquitecta de realidades imposibles. Una suerte de Escher narrativa, alguien que plantea desafíos y relaciones humanas en espacios paradójicos (cuando escribo microrrelatos).
Me interesa hacerme cargo de mi proceso de creación, así que escribo, grabo, edito, sonorizo mis historias. Y cuando quiero hacer algo aún más ambicioso llamo a mis amigos para que trabajemos con ilustraciones y archivos sonoros diferentes. Esto lo digo porque Micronopia, mi primer libro de microrrelatos, lo publico ahora en Amazon con esta idea: yo escribo los textos, pero tengo siete lectores (entre ellos escritores como Carmen Boullosa o Ricardo Bada), ilustradores excelentes, y de postre me llegó un vídeo- prólogo grabado por Alberto Chimal, el mayor ‘microficcionero’ en nuestra lengua. Es un fetiche digital ese libro. Muy de este tiempo, muy fragmentario y hermoso a la vez; porque suena, se mueve y se puede leer. Lo único que no pude darle es olor. Lástima. Me habría gustado que oliera a canelazo.
UNA PREGUNTA NO LITERARIA: COMO COLOMBIANA QUE ERES PUEDES TENER LA ESPERANZA DE QUE, EFECTIVAMENTE, SE CONSIGA AHORA LA PAZ EN TU PAÍS?
Como bien apuntaba Borges, ser colombia no es un acto de fe. Critico desde hace mucho tiempo la necesidad que existe en los colombianos de sentirse especiales, de sentirse más creativos, más duros, más hermosos, más listos o cualquier más que se quieran inventar. Pero también por algún extraño efecto nacional, resulta que ésta manera de asumir lo que podría ser la colombianidad, ha conseguido que el optimismo sea moneda de cambio en mi país. Eso es lo que salva a Colombia, su fe a prueba de balas, corruptos, presidentes indolentes, desplazados por la violencia, guerrillas y autodefensas. Eso de conservar el buen ánimo y el buen humor a pesar de que nos estamos desangrando desde el año de 1948 tiene un valor que se palpa desde que uno se sube al avión.