“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 05/11/2023 00:00
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En los mitos del pueblo indígena wounaan, el murciélago es un animal asociado a la tentación y el engaño. Así como otras especies, este mamífero forma parte de las leyendas que siguen vivas gracias a la tradición oral de la población.
“[Cuando era niña] Mi mamá decía, tienes que cuidarte bien porque después puede venir el murciélago y se puede llevar a uno de niño para siempre”, comparte Nair Cabezón, técnica de investigación del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), durante la conferencia mensual de la institución en la que participó La Estrella de Panamá.
En esta ocasión, el STRI dedicó su conversatorio a los murciélagos en Panamá y su relación con la mitología y cultura wounaan, además de resaltar el importante papel que juega esta especie en los ecosistemas.
Con una conexión profunda a la cultura wounaan, debido a ser heredera de la misma, además del conocimiento adquirido a través de la ciencia, Cabezón sirvió como guía a los asistentes a través de su conocimiento sobre los murciélagos.
Y es que según la investigadora, en los mitos de la cultura wounaan, el murciélago llegaba a las personas transformado en un hombre o una mujer hermosa e invitaba a su víctima a su casa.
Este aparecía en los últimos meses del año y era temido por los wounaan debido al pensamiento de que este podía matar a las personas al beber toda su sangre.
“Las leyendas dicen que el murciélago [convertido en mujer u hombre] enamoraba a la muchacha o al muchacho y cuando llegaba el momento este tomaba esa ventaja para poder empezar a tomar la sangre de su víctima. Cuando la familia se daba cuenta de este suceso, a veces era demasiado tarde”, explica Cabezón.
El autor Jesús Rodríguez Jalón también menciona brevemente a los murciélagos en su libro Jaqué: ¿Un paraíso perdido?, en el que habla sobre el Río Jaqué de la provincia de Darién.
“Por la noche despiertan de su sueño los murciélagos y los vampiros que chupan la sangre mordiendo, por lo general, en los dedos de las manos y los pies”, describe Rodríguez Jalón.
En los mitos, los murciélagos también era rivales de otras comunidades indígenas cercanas a los wounaan, por esta razón también se cuenta en la tradición oral cómo sucedían enfrentamientos entre indígenas y este animal a pesar del terror que le tenían.
Muchas de estas peleas terminaban con indígenas incinerando la casa del murciélago y de esta manera, él fallecía.
En medio de su exposición, Nair Cabezón también confiesa que antes de llegar a interactuar con los murciélagos en el STRI también pensaba que estos tomaban sangre humana, sin embargo, se encontró con un mundo completamente diferente al que esperaba.
No solo los murciélagos no bebían sangre, también encontró que eran más amigables, cooperadores y útiles en el ciclo de la vida de lo que imaginaba.
En Panamá, se encuentran alrededor de 120 especies de las 1,400 que se conocen hoy en día de este animal. Actualmente, los murciélagos representan aproximadamente un 20% de todas las especies mamíferas que existen, siendo tras los roedores el segundo animal más diverso de esta clase.
Estos están presentes en todos los continentes y en Panamá es común verlos en la comarca de Guna Yala, de acuerdo a la Fundación iO, organización científica.
Entre las 120 que habitan el país, las especies más comunes en el país son el vampiro común (Desmodus rotundus), el vampiro patas peludas (Diphylla ecaudata) y el vampiro alas blancas (Diaemus youngii).
“Siempre me había hecho la pregunta de cómo los murciélagos han llegado a tantos lugares. A mi pensar sería que tienen un vuelo sostenido y propulsado, eso los ayuda a poder volar sin problemas, además ellos bajan su frecuencia cardiaca mientras están hibernando durante los meses de invierno”, menciona Cabezón, como algunas de las razones que hacen a los murciélagos una de las especies de fauna más prevalecientes en Panamá y el resto del mundo.
La investigadora señala que estas características han permitido que los murciélagos no migratorios sobrevivan en ambientes templados y estacionales alrededor del mundo.
Otro de estos atributos puede ser la manera en la que esta especie se comunica entre sí utilizando la ecolocalización, es decir, cuando un animal emite una onda de sonido que rebota en un objeto y devuelve un eco que proporciona información sobre la distancia y tamaño del mismo.
Esto le permite a los murciélagos localizar a su presa y luego comunicarse con sus compañeros usando las ondas de sonido que contienen información de la misma para atacarla en conjunto.
“Ellos [los murciélagos] son la especie más inteligente que he visto hasta ahora. Hay una especie llamada Artibeus jamaicensis y en el caso de ellos hemos notado que cuando estamos poniendo las redes [para atraparlos], si uno cae en la red, este empieza a emplear su sonido para informar a otros. Luego muchos van llegando para ver qué está pasando y cómo pueden ayudar a su compañero”, cuenta este ejemplo de colaboración entre los grupos de murciélagos.
Por último, Cabezón pudo compartir cómo ha aclarado las dudas de su comunidad, especialmente los niños, debido a la tradición oral de su cultura. A pesar de que la especie sí es capaz de causar mordeduras, no succionan la sangre de las mismas, sino que la lamen para guardarla en su boca.
De esta manera, los murciélagos son capaces de alimentar a las crías cuando una madre fallece, no es capaz de cazar u otra hembra adopta a uno de los bebés.
“Tienen dos dientes en la parte frontal, entre ellos hacen la incisión y eso ayuda a que la sangre salga y entonces empiezan a lamer la sangre. Cuando ellos ven que un compañero no está comiendo o no ha tenido suerte cazando, pueden vomitar la sangre para poder dar de comer a quien no lo ha hecho”, concluye la investigadora, dándole una nueva perspectiva a las creencias de la cultura oral de los wounaan.