- 07/08/2011 02:00
- 07/08/2011 02:00
AULLIDO DE LOBA
Y a está aquí. Después de tantos años, tantos dimes y diretes y tanta tinta vertida ya está aquí, o lo estará pronto, que para lo dicho lo mismo da. La cosa es que desde Francia ya han avisado de que lo van a mandar. A mí, que quizás pienso demasiado, la cosa me da qué pensar. Porque en principio la decisión no estaría mal, es decir, el que tenga crímenes que pagar que los pague. Pero claro, ya sabemos que en el tema de los desmanes de la dictadura de Noriega esto no es del todo cierto. O sea, que ni todos los culpables han pagado, ni todos los que fueron culpables han sido señalados como culpables. Es decir, que todavía no se sabe muy bien qué es lo ha pasado, aún hay muchos puntos obscuros y muchas heridas abiertas.
La gente habla de aquella época según le fue en ella, y los ánimos se calientan enseguida cuando alguien habla del dominio militar y de la posterior entrada a saco de los americanos llevándose con ellos a su antiguo mejor amigo. Los que de una u otra forma sufrieron en sus carnes lo que es tener sobre tu cabeza la espada de Damocles de un poder absoluto, los que perdieron familiares, los que perdieron negocios, los que perdieron sueños y amigos, aún se estremecen cuando se encuentran frente a frente en cualquier semáforo con la cara de su verdugo, porque aún hay algunos inconscientes que venden esos rostros y otros inconscientes que los compran.
Pero vale, me dirán que eso forma parte de la libertad de expresión, y quien soy yo para ir en contra de lo que siempre defiendo. Vale, por mí está bien, si quieres defender la estupidez de un tirano, no seré yo quien te lo prohíba, pero claro, tienes que ser consciente de que eso puede caldear ánimos, y creo que si en Panamá aún no ha pasado nada es porque los panameños son maravillosamente tolerantes con las rarezas ajenas. Pero tengo mis dudas de que esto pueda continuar. Si encima añadimos la variable de que el tipejo ese regrese al país, la cosa se pone más peliaguda. Pero lo que de verdad me preocupa es que ocurra lo que puede llegar a ocurrir: que lo traigan para que pase sus veinte años correspondientes encerrado entre cuatro paredes con poquitas comodidades, pero claro, está muy malito, pobrecito, y casi no puede caminar, ¡qué lastimita que nos da! ¿Entonces? Entonces me da miedo que vaya a resultar que cualquier juez, recto y moral él, (o ella), decida, (sin ningún tipo de incentivo, ¡ni siquiera lo piensen!) que va a mandarlo para su casita, porque ya ha pasado lo suyo, para que disfrute de sus últimos años tranquilo y feliz. ¿Qué pensarán entonces los que tienen motivos para odiarlo un poquito? ¿Cómo les sentará a ellos el saber que está libre y bien cuidado? ¿Será que su regreso levanta ampollas y busca lo que está quieto?
Se necesitan muchos años para poder observar la historia con el desapego necesario para entender determinadas cosas. Para entender a los tiranos, las masacres, las invasiones… y en Panamá aún no han transcurrido los años suficientes para cerrar heridas. Porque les puedo contar que hace apenas un par de meses, en el sepulcro de Francisco Franco, el dictador español que murió hace ya 36 años, un hombre se acercó despacio apoyándose en un bastón y al llegar justo al lado, pisó despacio y apretando la lápida con insidia, como si estuviese apagando un cigarrillo y dijo, mascullando entre dientes ‘Jódete, ahora te jodes’, verídico, mi tío estaba allí.