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- 20/10/2013 02:00
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El día de hoy,en la ciudad de Panamá, comienza el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, donde más de 100 escritores, académicos y cultivadores del español van a estar debatiendo sobre la importancia del libro y la lectura, la palabra escrita y su divulgación. Es un debate que se remonta al año 1997, con el congreso de Zacatecas, México, y que continúo practicamente sin interrupción hasta el 2010, cuando se realizó el congreso de Valparaíso, Chile. Este último se celebró de forma virtual debido al terremoto que azotó a ese país en aquellas fechas.
Este congreso lingüístico está enmarcado dentro de las conmemoraciones del V Centenario del Descubrimiento del Océano Pacífico. El evento ha sido organizado por la Academia Panameña de la Lengua, la Asociación de Academias de la Lengua y el Instituto Cervantes, con el apoyo del MEDUCA y el presidente Ricardo Martinelli.
Bajo el lema ‘El español en el libro: del Atlántico al Mar del Sur’, la agenda académica del CILE gira alrededor de cuatro ejes temáticos: ‘El libro entre el Atlántico y el Pacífico’; ‘La industria del libro’; ‘Libro, lectura y educación’ y ‘El libro entre la creación y la comunicación’.
Aunque en realidad este será la primera edición del congreso que se lleva a cabo de forma física (cabe recordar que el CILE anterior se tuvo que realizar de forma virtual por el terremoto que tuvo lugar en Chile, en el 2010), este año el congreso también contará con una versión virtual en la red, paralela a las sesiones presenciales, lo que le da un alcance universal.
Además del programa académico, se realizarán diversas actividades culturales y docentes que aportarán al debate sobre la lengua española, misma que es hablada por unos 500 millones de personas en el mundo.
un idioma saludable
Mucha tinta está corriendo sobre este importante cónclave que hoy inicia en Panamá. Antonio Muñoz Molina, importante escritor español galardonado este año con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y académico de número publicó recientemente un artículo en ‘El País’ titulado ‘Grandes Borrascas de Palabras’, donde señalaba que ‘las élites políticas francesas actúan con la conciencia de que la salud del idioma es inseparable del estado de la educación’. Y proseguía que ‘jamás he escuchado a ningún político americano o británico glosar su variedad ni felicitarse por el número de hablantes que ni los ingleses ni los franceses hacen’.
El maestro Muñoz Molina aduce que ‘no hay discurso en el que no se den cifras triunfales sobre el número de hablantes de nuestra lengua, en particular sobre su avance demográfico en los Estados Unidos. Y ni siquiera faltan los oradores que aluden piadosamente a los millones de fieles que rezan en español. Estuve en el congreso de Cartagena de Indias, en 2007, y los discursos se sucedían sobre nuestras cabezas tan implacablemente como borrascas atlánticas, cada uno más entusiasta y florido que el anterior, con esa tendencia a la proliferación verbal y a las oraciones subordinadas que parece ya congénita en un idioma maleado durante siglos por predicadores religiosos, leguleyos fulleros y demagogos civiles o castrenses’.