Machismo vs feminismo

El machismo se define como el “fenómeno sociocultural que exalta los valores masculinos, la hombría, la virilidad, el poder de los hombres, expresado con violencia, fuerza y, ante todo, la actitud de superioridad y dominio sobre las mujeres”.

El Diccionario de la Real Academia Española actualizó el término machismo y lo define con un finísimo toque de suavidad así: “Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” así como “Forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón”. En la segunda acepción del término, la RAE utiliza el siguiente ejemplo: “En la designación de directivos de la empresa hay un claro machismo”; ejemplo que ha sido objeto de polémicas y críticas por parte de algunos varones.

Pero resulta que el machismo es una manifestación del patriarcado, sistema sociopolítico que ubica el poder en los hombres, porque dentro de éste, las mujeres como sexo ocupan una posición disfrazada de segundo orden, en el cual dependen de los varones. Se refiere a las normas, actitudes y rasgos sociales y culturales que adopta el hombre, con el objetivo de mantener y profundizar la sumisión y subordinación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida.

Por otra parte, el concepto feminismo, según la RAE en su edición 2001, establecía: “Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres”.

En la edición actualizada lo define como: “Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, así como el “Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo”.

El término feminismo, establecido a inicios del siglo XIX, se deriva del vocablo francés feminisme, que literalmente significa “mujerismo”, que hace referencia a quienes defienden los derechos de las mujeres.

Sin embargo, el feminismo va más allá de las definiciones anteriores o de ser un movimiento. El feminismo es una idea de igualdad, un principio vital, dirigido a transformar el mundo para mejor, que se concreta en grupo o en un movimiento de personas en el mundo (mujeres y hombres), que desde hace más de cien años promueven y trabajan por la igualdad de derechos y oportunidades para todos los seres humanos, especialmente para las mujeres y las niñas. El feminismo lucha contra todas las desigualdades y contra todas las violencias a las que están expuestas las mujeres y niñas por el mero hecho de serlo. Es una macroidea que cuestiona todas las estructuras de poder desde una nueva perspectiva, incluyendo las de género.

El feminismo es una corriente de pensamiento revolucionaria y transformadora. Es también un movimiento social, político, filosófico, científico, cultural y económico, encabezado y protagonizado mayoritariamente por mujeres que denuncian, desvelan y trasgreden sistemáticamente el sistema social imperante en el mundo: el patriarcado, que se basa en el predominio de lo masculino y del hombre sobre la subsidiariedad y subordinación de lo femenino y de las mujeres.

El feminismo es también ciencia, porque desde la antropología, la biología, la medicina, la literatura y la psicología, hace visible, conoce, e interpreta la existencia de una realidad sexuada y crítica, porque reconoce la subordinación de género como origen y fundamento de la sociedad patriarcal y del pensamiento científico androcéntrico.

Porque también desde la cultura, el feminismo propone alternativas de vida que impregnan la vida social y personal de hombres y mujeres, transformando las mentalidades, los símbolos, los valores, la estética, las costumbres, los usos y los modos sociales sexistas por relaciones más equitativas, igualitarias, solidarias y democráticas.

El feminismo no es una moda que pasa, porque lleva siglos activo, defendiendo los derechos humanos y la justicia social para hombres y mujeres. Es un movimiento cuestionador de los roles de género; pasa por desactivar la cosificación y sexualización de los cuerpos de la mujeres y las niñas; pasa por desactivar las distintas formas del machismo, que se dan a través del humor, la publicidad, las profesiones y carreras, la política y las desigualdades domésticas.

Pasa por desactivar y eliminar la violencia que sí tiene género, aunque el patriarcado quiera ignorarlo y desmentirlo. Porque los hombres no discuten su derecho a los condones o a la vasectomía. Pero sí tienen la osadía de cuestionar el derecho de las mujeres a los anticonceptivos, al aborto y a la autonomía sobre sus cuerpos. Ellos se arrogan el derecho al dominio del cuerpo femenino y esto resulta intolerable e inaceptable, en un mundo que respete en igualdad de condiciones los derechos humanos.

La autora es abogada y escritora