Julio Bevione: 'Los latinoamericanos somos muy emocionales'

Actualizado
  • 31/07/2021 00:00
Creado
  • 31/07/2021 00:00
El comunicador y escritor comparte su visión en torno a la manera de abrazar los cambios y procesos de transformación propios de la vida, las lecciones de la pandemia y la necesidad de trabajar en la autenticidad individual como motor del bienestar personal
Bevione ha transitado el camino de la comunicación a través de la palabra hablada y escrita durante dos décadas.

La salud emocional ha sido quizás uno de los temas menos atendidos durante un año de transformación forzada. En este basto camino –para quienes tienen sed de conocimiento– Julio Bevione, escritor y conferencista ha continuado movilizando el saber desde su propia experiencia y mediante la práctica continuada, durante dos décadas en toda Latinoamérica. Como comunicador, y autor del best seller Vivir en la Zona, este argentino radicado en Miami se ha dedicado a guiar a quienes buscan encaminarse al entendimiento de la vida y sus propósitos. “Cuando no tenemos sentido de identidad buscamos identificarnos con las cosas que poseemos”, dice. Actualmente dirige la Escuela de Inteligencia Espiritual, como una vía para comprender la vida con mayor profundidad.

La pandemia nos ha obligado a ser flexibles frente al cambio. Y sabemos que los cambios son una constante. Pero, ¿cómo cerrar ciclos y abrirnos a nuevos horizontes cuando por naturaleza los seres humanos tendemos a poner resistencia?

Los ciclos se cierran solos; podemos demorarlos o resistirlos. Si estás en una relación de pareja donde no hay amor, puedes demorar en eso 5 o 10 años o 2 días, pero te vas a terminar yendo, porque hay una naturaleza propia en la forma en que ocurre la vida que hace que las cosas terminen más allá de nuestro control; entonces digamos que lo que podemos hacer con nuestros ciclos es acompañar cuando están terminando. Por ejemplo, cuando estamos en un trabajo quizá no hay índices que me digan que mi relación con ese trabajo terminó, porque me siguen llamando, me siguen pagando, porque sigue ocurriendo, pero si siento que ya no pertenezco a ese lugar, el ciclo comenzó a cerrarse. La forma más práctica de identificar cuando algo ya está acabando es que primero se anuncia en lo que sentimos. Si empezáramos a guiarnos más por lo que vamos sintiendo, por lo que pesa, por lo que nos incomoda, por lo que ya no sentimos propio, nos iríamos preparando para que cuando llegue el final estemos listos, y no nos agarre despelucados (risas).

El miedo sabotea propósitos, ¿cuál es la hoja de ruta que Julio Bevione pone sobre la mesa para quienes desean fortalecer la confianza en sí mismos y no frenar ante el miedo?

Lo que no sentimos propio se transforma en miedo. Los miedos son las historias que nos contamos y no son verdad, pero las tomamos como una. Por ejemplo, la idea de no poder hacer algo, no tiene que ver con una verdad porque siento que quiero hacerlo, por lo tanto se transforma en un miedo. El miedo son ficciones, narraciones que nos contamos, que pueden ser verdad para otros, pero no son verdad para nosotros; entonces, mientras más auténticos somos, mientras más tomo decisiones que tienen que ver conmigo, mientras más dedico mi día a hacer lo que siento que quiero hacer y mientras dejo de hacer aquello que no se siente propio, los miedos pierden fuerzas. Mientras más decisiones auténticas tome y esté en contacto con lo que siento propio, te aseguro que los miedos no van a cobrar fuerza. El miedo no puede detenernos en aquello que no es nuestro destino: como cambiar de trabajo, tomar decisiones; el miedo que paraliza pierde fuerzas cuando empezamos a ser más nosotros mismos y auténticos.

Esto lo has mencionado en numerosas ocasiones en tus conferencias: ¿Por qué es necesario soltar las energías que ya no van con nosotros y movernos?

Sí, entendamos que todo es energía. Cuando voy al trabajo, por ejemplo, ese trabajo tiene una energía, lo que significa que tiene una forma de vibración y ciertos elementos que hacen que yo me conecte con esa energía, lo que incluye lo visible, como el lugar en el que me siento y otras cosas que están presentes, pero no veo. Si quiero cerrar un ciclo, debo tomar distancia de esas energías. Imaginemos que el cierre de ciclo tiene que ver con un final de relación de pareja; alejarte de esa persona quizá no alcance porque puede que la energía siga presente porque sigues pensando en ella o en contacto con cosas que le corresponden a esa persona, una foto, un lugar; hay que entender que energéticamente tenemos que poner distancia, no solo alejarnos de eso, sino crear una rutina donde vamos terminando de establecer lazos. Alejarme de alguien o irme de un trabajo a veces no implica nada, porque mi energía está todavía conectada con eso que pasó.

Has dicho en algunas entrevistas que nuestra cultura nos ha condicionado con aspectos como la creencia de que 'el sacrificio es necesario' o que no merecemos algo lo suficientemente bueno, ¿hay entonces un conformismo intrínseco en este pensamiento de los latinos?

Sí... esto es un poco más complejo de analizar, pero digamos que los latinoamericanos somos muy emocionales y mentalmente somos atropellados porque la mente responde a la emoción. Nos divorciamos con grandes crisis, nos enamoramos con grandes historias y la emoción prevalece; de esa manera hay muchas más posibilidades de crear fantasías e historias que no son y de dejar que los miedos nos controlen; por eso dentro de la práctica espiritual o del autoconocimiento está el detenernos más, mirarnos más y revisar realmente qué es lo que queremos hacer y preguntárnoslo tres veces porque la mente racional suele dominar y las emociones nos llevan por lugares en los que luego nos damos contra la pared. Hay que ir más lento; darnos ese espacio de reflexión antes de tomar una decisión nos va haciendo tomar y vivir con más consciencia.

La agencia 'EFE' publicó recientemente que durante la pandemia se han triplicado los casos de depresión en consulta. No solo por el aislamiento, sino por la incertidumbre. Mencionabas en tu cuenta de Twitter que “el control nos conecta con lo conocido y con los miedos más que con las certezas. Para que lo nuevo llegue y se instale, confiemos más”, pero en una sociedad tan acelerada, en la que la planificación y una vida estructurada suelen ser necesarias, esto no parece sencillo de poner en práctica.

Estructura y control son dos cosas diferentes. La estructura es necesaria porque vivimos en un mundo material donde necesitamos estructurar, mi casa, mis relaciones. Pero esto no significa que deba imponer mi estructura. Se trata de entender que cada uno tiene su estructura y que debemos encontrar conexiones con el otro para socializar mejor, lo que nos permite tener una convivencia más en paz .Lo que ha sucedido con la pandemia es que se han caído esas estructuras y de alguna manera estábamos cómodos; en la caída de la estructura sentimos que perdemos control, pero quienes lo hallan vivido se habrán dado cuenta de que por más que hubiese desesperación y ansiedad, en el fondo había una sensación de alivio. Creo que este reajuste que hemos tenido en los últimos dos años ha hecho que muchas estructuras caigan, que empecemos a encontrar la diferencia entre tener control y tener certeza, y hoy quizás estamos creando una nueva estructura, con la certeza de que todo va a estar bien, aunque afuera las cosas no lo estén, porque antes estábamos muy estructurados, pero teníamos mucho miedo de no estar bien y lo que mantenía la estructura era el miedo; hoy estamos más fortalecidos por dentro.

A raíz de la publicación del 'Índice Mundial de Felicidad 2021', el profesor Jan-Emmanuel De Neve, director del Centro de Investigación del Bienestar de la Universidad de Oxford y colaborador del informe, mencionó en una entrevista para 'CNN' que “la felicidad no está impulsada por el salario y que las conexiones sociales y el sentido de identidad son más importantes”, ¿coincides en esto?

Reafirma un poco el hilo de la conversación que hemos venido teniendo. Si sabes quién eres y el valor que tienes, no importa en qué país o familia estés, en qué circunstancia, en qué edad, porque ese es el que eres. Cuando no tenemos sentido de identidad buscamos identificarnos con las cosas que poseemos, por eso, las personas que dicen: 'Voy a ser feliz cuando logre esto o me compre aquello, o esté en tal lugar' no consiguen felicidad, porque se quedan atrapados en eso y viven en un estrés constante de perderlo. Cuando me conozco, me acepto y desarrollo una vida, mientras más fortalecido estoy en mí, tengo menos dependencia de lo externo. La felicidad, si lo pusiéramos técnicamente, sería cuando lo que muestro al mundo y expreso en mis actos, en mi trabajo y en mi forma de hablar se parece a quien realmente soy. Si vivimos como sentimos, vamos a estar plenos; si estamos condicionados a vivir de acuerdo con las circunstancias externas, aunque sean buenas, la felicidad no está garantizada.

Quisiera cerrar conversando un poco sobre los 'day camps' y 'boot camps', una práctica que se ha popularizado y que implementas con tus comunidades.

A veces siento que un libro o una conferencia pasan de largo porque llegan a la mente y no bajan al cuerpo, porque uno escucha algo y le encuentra sentido, pero a la hora de la hora no lo aplica porque no sabe cómo. El day camp son varias horas y el boot camp varios días, donde nos retiramos y nos dedicamos a vernos a nosotros. Mi tarea en ese caso no es dar conferencias ni seminarios, sino acompañar a ese grupo de personas a que se ocupe de revisarse, que es algo que podían hacer, pero no lo habían hecho antes y necesitan una guía. El formato day camp está mucho más centrado en meditación, en algún tipo de ejercicio más pequeño y en los boot camps profundizamos con ejercicios de respiración; en tres días podemos hacer que más cosas pasen, que en un par de horas. Ahora mismo hay más en EE.UU. porque no se puede viajar tanto, pero siempre los hemos hecho más en Latinoamérica; en Panamá hicimos boot camps varias veces; en mi página o en las redes van a enterarse de cuando tengamos uno.

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