Jubilaciones y pensiones, las dos caras de Panamá

Actualizado
  • 26/01/2022 00:00
Creado
  • 26/01/2022 00:00
El Servicio Nacional de Migración estableció un permiso de residente permanente como jubilado y pensionado que permite al extranjero que recibe jubilación o pensión por parte de un gobierno extranjero, organismo internacional o empresa privada, que ingrese al territorio nacional para radicarse en él; sin embargo, la realidad del panameño en lo que refiere a la jubilación o pensión para sus propios nacionales es distinta y desalentadora
Las pensiones vigentes del programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social (CSS) ascendieron a 299,495 en el año 2020, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo.

Es increíble y positivo (desde el punto de vista del sector turístico) que Panamá sea nombrado en 2022 nuevamente como el primer puesto en el índice de mejor lugar del mundo para jubilarse. Las leyes de Panamá han facilitado que los baby boomers (mayormente los de nacionalidad extranjera) aprovechen todo lo que ofrece el país. La legislación se desarrolló para dar acceso a estos jubilados y pensionados a una amplia variedad de descuentos y para facilitar su repatriación en Panamá.

El Servicio Nacional de Migración estableció un permiso de residente permanente como jubilado y pensionado que le permite al extranjero que reciba jubilación o pensión por parte de un gobierno extranjero, organismo internacional o empresa privada, que ingrese al territorio nacional para radicarse en él. El requisito principal es que cuente con suficientes medios económicos para sufragar todos sus gastos de subsistencia y los de sus dependientes en el país. La renta o pensión mensual no puede ser inferior a mil dólares ($1,000.00) y debe estar concedida en forma vitalicia. En el caso de que el solicitante pruebe que ha adquirido una propiedad a título personal en el territorio nacional por una suma superior a los cien mil dólares ($100,000.00), la pensión podrá ser por un mínimo de setecientos cincuenta dólares ($750.00). Lo anterior nos confirma que para efectos del Gobierno Nacional, una pensión digna que permite que una persona viva en Panamá, sus últimos años como jubilado, no debe ser inferior a $1,000.00.

La realidad del panameño en lo que refiere a la jubilación o pensión para sus propios nacionales es distinta y desalentadora:

1.- Las pensiones vigentes del programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social (CSS) ascendieron a $299,495 en el año 2020 según el Instituto Nacional de Estadística y Censo.

No existen bases de datos de acceso abierto con información detallada sobre el gasto público de los sistemas de pensiones.

2.- La mesa temática del diálogo nacional por la CSS indicó que, de ese total, aproximadamente un 50% recibe pensiones entre $200.01 y $500.00 al mes (de ese grupo la mayoría son mujeres), un 17% recibe entre $500.01, $750.00, y un 5% percibe menos de $200.00 y solo 5% percibe más de $1,500.00 mensual (la mayoría son hombres).

3.- A pesar de la importancia que tiene el sistema de pensiones para el bienestar de la población y en la calidad de la protección social a la que se accede al momento del jubilarse, no hay bases de datos de acceso abierto con información detallada sobre el gasto público de los sistemas de pensiones.

Tres fenómenos que introducen regresividad en los sistemas de pensiones en América Latina, incluyendo a Panamá, son la ausencia de una cobertura universal, la fuerte informalidad laboral y las diferencias en esperanza de vida entre ricos y pobres.

La CSS verá disminuida su base de cotizantes efectivos. Esta situación se agrava debido al incremento de la desocupación y la informalidad en Panamá, que genera menores ingresos por cotizaciones y una baja de la densidad de cotización, lo que podría implicar una reducción de las prestaciones (en monto y/o acceso).

El Índice Global Melbourne Mercer de sistemas de pensiones estableció un 'ranking' de países con sistemas de pensiones más robustos de acuerdo con tres dimensiones: adecuación, sostenibilidad e integridad.

Tenemos que considerar también el tema de edad de la población en general y así lo ha indicado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal): “El acelerado envejecimiento genera un escenario restrictivo y de profundas presiones para las finanzas públicas en América Latina. En 2020, cerca de 57 millones de personas pertenecen al grupo de 65 años y más; para 2040 se proyecta que en torno a 111 millones de personas estarán en dicho grupo etario, alcanzando el 15% de la población total en la región. La transición demográfica regional consolidará los sistemas de pensiones como una de las principales áreas de gasto público y uno de los ejes más importantes de las políticas de protección social”.

El tema de seguridad social para pensiones no es un problema únicamente de Panamá. El Índice Global Melbourne Mercer de sistemas de pensiones estableció un ranking de países con sistemas de los países con pensiones más robustos de acuerdo con tres dimensiones: adecuación, sostenibilidad e integridad. Los dos primeros puestos son para los Países Bajos y Dinamarca, mientras que los restantes puestos de avanzada son ocupados por otros países de Europa y Oceanía, además de Israel, Singapur y Canadá. El mejor posicionado de América Latina es Chile (puesto 13), seguido por Colombia (21), Perú (24) y Brasil (26). El penúltimo lugar lo ocupa Argentina, que solo supera a Tailandia; Panamá no participa del ranking.

Como panameños debemos en este periodo de gobierno poner toda la prioridad en corregir la deficiencia estructural del subsistema exclusivamente de beneficio definido de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) y prepararnos para afrontar los efectos de la covid-19 en la recaudación de ingresos de la CSS. No podemos esperar al siguiente gobierno que venga, debemos aspirar no solo a ser el mejor país para vivir la jubilación, sino también al país número 1 en lo que refiere a un programa de jubilación y pensiones para su propia población. En 2022 todos los actores debemos dejar a un lado nuestra bandera política y trabajar en beneficio del bien común, ya que pronto seremos más los que requeriremos de una pensión que sea suficiente no solo para vivir, sino para vivir cómodamente y descansar después de tantos años de trabajo.

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