Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 14/08/2011 02:00
- 14/08/2011 02:00
Entre brazadas y pataleadas, Diego Castillo marcó un camino con la firmeza de un grande. Con solo 20 años, en cada palabra demuestra humildad y pasión por el deporte que sigue. Y su historia personal lo confirma: consiguió títulos a nivel mundial, centroamericano, universitario y conoció a personas de la talla de Michael Phelps, además de otras hazañas que muchos jóvenes panameños desearían concretar, pero este joven resume sus logros con total simpleza y una fórmula igual: ‘dedicación y no dejar de ser uno mismo’.
¿Cómo es ser joven y deportista profesional?
Créeme que me cuesta bastante. Estoy en la edad en la que más quieres salir y los amigos presionan. Pero toca aprender a decir no, porque no ponerme serio muchas veces me ha costado competencias y no es bueno. Así que para poder estar bien para el mundial me tocó dejar eso a un lado y concentrarme en lo que quiero para mi natación.
¿Prefieres la vida de un joven común o tu vida dedicada al deporte?
No cambiaría ser deportista por nada. Si volviera a nacer lo elegiría de nuevo. Por suerte igual aprendí a equilibrar el deporte con mi vida social. Ahora estoy súper contento con la forma en que estoy viviendo.
¿Eres dedicado con lo que haces?
Me meto mucho en lo que hago. Para la escuela no le ponía tanta empeño como para la natación. También soy desordenado y me gusta hacer relajo, pero cuando llega el momento de meterse al agua cambio, todo lo tomo con seriedad.
Las chicas con las que sales, ¿cómo toman esa exigencia?
Cuesta bastante. A veces no entienden que no puedes hacer muchas cosas o no puedes salir porque al día siguiente tienes que entrenar a las 5 de la mañana. Es difícil...
¿Puros grubeos?
¡Jajaja! Más o menos. Por ahí dicen que esa es la ley del deportista.
¿Las fanáticas se alborotan por el pichifrío?
¡Jaja! Tuve algunas ocasiones incómodas en el gimnasio, como sacarme fotos con un montón de chicas. También en el Facebook pelás que nunca he visto en mi vida me agregan y me dicen que son mis fanáticas, que me quieren. Pero me siento extraño con todo esto porque no me considero una persona que deban admirar.
Estudias en una universidad de Puerto Rico, ¿por qué el cambio?
Yo estuve en el Javier y me hizo la vida imposible con todo esto de que era atleta. Algunos profesores me decían ‘deja eso que no te va a llevar a ningún lado...’. Y en Panamá hay un problema bien fuerte: pocos apoyan los deportes. Y bueno, sabía que si seguía en una universidad aquí me iba a seguir pasando lo mismo.
¿Cómo fue el cambio de país?
Puerto Rico es bien parecido a Panamá. La cultura, la gente bien fiestera, la comida… Hasta las personalidades se asemejan mucho. No me afectó mucho, solo se extraña a la familia y amigos.
¿Y las chicas, tienes fanáticas allá?
Son bien bonitas. Y Puerto Rico es más grande, capaz que aquí se te acerca una que dos, pero allá son como diez pelás que se te pueden acercar a pedirte una foto o algo así.
¿Qué quieres lograr con todo esto?
Me encantaría ir a Londres y hacer la hazaña que hizo Irving. Y seguir nadando el tiempo que mi cuerpo me dé. Creo que voy por el buen camino para llegar a hacerlo, para ganar experiencia.