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- 18/03/2022 14:01
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La cultura es un aspecto que nos identifica como seres humanos. Históricamente, los conflictos bélicos la han convertido en una víctima más, al vulnerar la integridad de las infraestructuras.
En una entrevista con nuestro medio, el historiador y académico Omar Jaén, expuso sus aportes ante la situación que vive Ucrania y cómo la cultura podría verse afectada.
Ucrania es un Estado europeo que muestra una gran riqueza cultural e histórica. Se le han contabilizado más de 132 mil monumentos históricos y arqueológicos, 402 ciudades que son lugares de interés histórico y 56 complejos declarados de valor histórico excepcional. Hay 7 sitios declarados del Patrimonio Mundial por la UNESCO. Sobresale la catedral de Kiev llamada de Santa Sofía y el monasterio de las Cuevas. Son lugares con más de mil años de antigüedad.
Corren un gran riesgo de destrucción por parte del ejército ruso que ya destruyó, desde sus cimientos, el museo de Historia Local de Ivankik, al norte de Kiev, con las extraordinarias obras de la pintora ucraniana del siglo XX, María Prymachenko. Riesgo que comparten los 40 museos de la capital de Ucrania.
No olvidemos, además, otros sitios del Patrimonio Mundial de Ucrania, todos al oeste de Kiev: como el centro histórico de la ciudad de Leópolis; la residencia de los metropolitanos de Bucovina y Dalmacia; la ciudad antigua, de la época griega, de Quersoneso y sus paleo viñedos en Crimea, frente al Mar Negro, territorio invadido y anexado por Putin hace pocos años, en 2014, y las Tserkvas, o iglesias de madera de la región de los Cárpatos en su frontera con Polonia.
Los efectos serían devastadores no sólo para la nación afectada por una invasión militar sino también para la civilización humana. En este caso es evidente que Ucrania tiene una historia milenaria y que fue el origen de la historia de Rusia puesto que allí surgió la Rus de Kiev, hace ya más de mil cien años, que siglos después quedó bajo el dominio de la Rus de Moscú.
Ucrania, mientras tanto cristianizada desde hace más de mil años, ha unido su historia a la de Europa con la que comparte valores comunes y relaciones estrechas, aunque accidentadas por guerras y revoluciones, que sufrió en el siglo XX las atrocidades de los nazis y de los gobernantes soviéticos, autores todos de verdaderos genocidios.
Ucranianos que sufren hoy una cruenta como bárbara agresión por parte del gobierno de Vladimir Putin, presidente conservador, autoritario y ególatra de la Federación de Rusia que ha inventado una narrativa histórica totalmente falsa y que detesta tener un vecino que vive en plena democracia de tipo occidental, con un pueblo pacífico que goza de total libertad política y cívica y que desea formar parte enteramente de la Unión Europea, aspiración realmente legítima y soberana.
Primero, invocar la Convención para la protección de los Bienes Culturales en caso de conflicto Armado, adoptada en La Haya en 1954. Luego, exigir a los agresores e invasores, en el caso de Ucrania al gobierno ruso de Putin, el respeto de dicha Convención y del patrimonio histórico, cultural y natural y, también, el de bienes inmateriales, del país atacado.
Borrar parte de la riqueza cultural de Ucrania sería, de cierta forma, borrar parte de la historia y de la cultura de Rusia, al tiempo que sería empobrecer a Europa y a todo el mundo por la gran contribución de Ucrania a la diversidad cultural planetaria.
Frente a escenarios tan terribles como el que advertimos hoy, de guerra despiadada e injusta contra un Estado soberano que no amenazaba a nadie, todos los pueblos y los gobiernos de buena voluntad deberían unirse y además de condenar con firmeza esos actos, ayudar a los afectados, los ucranianos, a defender y preservar sus bienes culturales.
La Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas del 2 de marzo aprobada por aplastante mayoría de los Estados miembros que exigió "que la Federación de Rusia ponga fin de inmediato al uso de la fuerza contra Ucrania… y deplora la participación de Bielorrusia en este uso ilícito de la fuerza contra Ucrania y exhorta al país a que cumpla sus obligaciones internacionales”" fue la base de la declaración especial de la directora general de la UNESCO del 3 de marzo que exigió, a su vez, “el cese inmediato de los ataques contra instalaciones civiles, como escuelas, universidades, lugares conmemorativos e infraestructuras culturales y de comunicación, y deplora las víctimas civiles, entre ellas estudiantes, profesores, artistas, científicos y periodistas.
Entre ellos se encuentran las mujeres y los niños, especialmente las niñas, desproporcionadamente afectados por el conflicto y los desplazamientos.” Estimo que la UNESCO debe exigirle a uno de sus miembros, la Federación de Rusia y su cómplice Bielorrusia, cesar toda agresión bélica y sentarse a una mesa de negociación para resolver por medios diplomáticos y pacíficos los conflictos que pudiera tener con Ucrania, otro miembro relevante de la organización internacional. Nosotros, los panameños, sabemos de qué hablamos puesto que tenemos una gran experiencia del valor de la negociación pacífica para resolver los más difíciles diferendos internacionales.