“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 25/10/2020 00:00
- 25/10/2020 00:00
La encíclica del papa Francisco, escrita en un lenguaje sencillo, accesible y casi coloquial, es una meditación profunda y una protesta contra la mezquindad del individualismo materialista. No es una lectura piadosa para personas de cualquier denominación religiosa inclinadas a la superficialidad, ni para personas agnósticas desinteresadas en cualquier tipo de orientación religiosa. Simple y llanamente, la encíclica del papa Francisco sobre la fraternidad y la amistad social es una voz de alarma contra las tendencias autodestructivas que asedian a la humanidad en nuestros días.
Fratelli Tutti es la tercera encíclica del actual pontífice. La primera, Lumen Fidei, aunque lleva su firma, fue realmente escrita por su predecesor Benedicto XVI. En su segunda encíclica, Laudatio Si, el papa enfocó la defensa del planeta, nuestra casa en común, amenazada por quienes niegan el cambio climático y destruyen la obra de Dios. Ahora, en Fratelli Tutti, el papa Francisco concentra su atención en las plagas sociales de un mundo supuestamente próspero en donde prevalece la inequidad, el racismo, la pobreza y la indiferencia hacia la tragedia de tantos hermanos y hermanas marginalizados, todo ello al amparo de teorías nacionalistas y populistas propagadas masivamente. En el contexto mundial de una pandemia devastadora, el llamado del papa a la justicia y a la fraternidad no puede ser más oportuno.
Las siguientes son citas tomadas del primer capítulo de Fratelli Tutti titulado: 'Las sombras de un mundo cerrado'. Las he seleccionado para estimular la curiosidad intelectual y el interés por leer en su totalidad un documento que en sus ocho capítulos trasciende linderos religiosos y examina desde una perspectiva cristiana, pero sobre todo humana, tendencias económicas, tecnológicas e ideológicas que están creando divisiones regresivas entre personas, pueblos y naciones, divisiones que afectan la estabilidad social, la salud del planeta, y están desencadenando fuerzas destructivas para la paz mundial.
Leamos las siguientes admoniciones del papa Francisco:
“Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”.
“¿Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumentos de dominación”.
“...la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje”.
“Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada, y sus derechos fundamentales ignorados o violados”.
“...los fenómenos migratorios suscitan alarma y miedo, a menudo fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidad xenófoba, de gente cerrada y replegada sobre sí misma”.
“Reaparece la tentación de hacer una cultura de muros, de levantar muros, muros en el corazón, muros en la tierra... Y cualquiera que levante un muro ... terminará siendo esclavo de los muros que ha construido, sin horizontes”.
“Los que emigran tienen que separarse de su propio contexto de origen y con frecuencia viven un desarraigo cultural y religioso. La fractura también concierne a las comunidades de origen, que pierden a los elementos más vigorosos y emprendedores, y a las familias ... Por consiguiente, también hay que reafirmar el derecho a no emigrar, es decir, a tener las condiciones para permanecer en la propia tierra”.
“Paradójicamente, mientras se desarrollan actitudes cerradas e intolerantes que nos clausuran ante los otros, se acortan o desaparecen las distancias hasta el punto de que deja de existir la intimidad. Todo se convierte en una especie de espectáculo que puede ser espiado, vigilado, y la vida se expone a un control constante”.
“Al mismo tiempo que las personas preservan su aislamiento consumista y cómodo, eligen una vinculación constante y febril. Esto favorece la ebullición de formas insólitas de agresividad, de insultos, maltratos, descalificaciones, latigazos verbales hasta destrozar la figura de otro, en un desenfreno que no podría existir en el contacto cuerpo a cuerpo...”
“Lo que hasta hace pocos años no podía ser dicho por alguien sin el riesgo de perder el respeto de todo el mundo, hoy puede ser expresado con toda crudeza aun por algunas autoridades políticas y permanecer impune”.
“Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana, más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno”.
“Recordemos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos”.
“...Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien. La reciente pandemia nos permitió rescatar y valorizar a tantos compañeros y compañeras de viaje que, en el miedo, reaccionaron donando la propia vida. Fuimos capaces de reconocer cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes...”
“La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal ... para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza”.
El texto es de más de 100 páginas, y debe estudiarse con reflexión. Puede leerse haciendo clic en el siguiente enlace de la internet:
http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html