La fase de 'luna de miel' y su efecto en las parejas

Actualizado
  • 08/09/2022 00:00
Creado
  • 08/09/2022 00:00
Para psicólogos como Luis Ramírez, sin la fase de la luna de miel las personas no llegarían a la etapa del enamoramiento, y sin esto no tendrían una cercanía afectiva para luego entablar una relación estable
En la etapa de 'luna de miel', las personas suelen estar 'borrachas de amor' debido a las sustancias quimicas que se liberan en el cerebro.

Hay etapas específicamente definidas en cada relación romántica a largo plazo, que vienen con altibajos. La fase de “luna de miel” es probablemente la etapa de noviazgo más conocida, porque es al comienzo de una relación y, en su mayoría, casi todas las parejas pasan por ella.

Esta etapa también es muy conocida porque es una de las más emocionantes. Durante la fase de “luna de miel”, las parejas suelen estar “borrachas de amor” debido a las sustancias químicas que se liberan en el cerebro cuando empiezan a enamorarse. La combinación de oxitocina, feniletilamina, serotonina y dopamina que se liberan en el cerebro cuando están recién enamorados, hace que los nuevos tortolitos se emborrachen de amor durante esta etapa.

“La luna de miel es una etapa necesaria en las relaciones emocionales o afectivas entre personas. Es la fase más emocional en la dinámica de las parejas. Este período afianza los vínculos al inicio de la relación y está caracterizada por omitir las faltas de la otra persona y maximizar sus virtudes que es en sí, lo que se debe tener para comenzar una relación”, comentó el psicólogo Luis Ramírez a La Estrella de Panamá.

Añadió que este periodo es muy importante porque, de lo contrario, “las personas no llegarían al enamoramiento, y sin esto no tendrían una cercanía afectiva para poder luego entablar una relación estable con el tiempo”.

Una etapa respaldada por la ciencia

Como explica Pascale Lane, entrenadora de vida y relaciones terapéuticas, “el nombre científico para la fase de luna de miel es 'limerencia', que esencialmente es la emoción y la inundación de sustancias químicas durante un período prolongado de tiempo”.

El término se originó en la década de 1970 en el libro de la psicóloga Dorothy Tennov, Love and Limerence: The Experience of Being in Love. Tennov lo describió como “un estado interpersonal involuntario que implica un anhelo agudo de reciprocidad emocional, pensamientos, sentimientos y comportamientos obsesivo-compulsivos, y dependencia emocional de otra persona”.

Y una combinación de poderosas hormonas parece impulsar este período lujurioso.

“La ciencia muestra que este es el momento en que los químicos para sentirse bien, la dopamina y la oxitocina, fluyen en el cerebro”, dice Neil Wilkie, psicoterapeuta, experto en relaciones y creador de la plataforma de terapia en línea The Relationship Paradigm.

“Curiosamente, la hormona del estrés cortisol también está elevada, lo que demuestra que estar enamorado es excitante. pero también estresante”, agrega Wilkie. “Después de todo, los patrones o emociones normales se han interrumpido significativamente y la persona experimenta emociones intensificadas”.

También se ha descubierto que la pasión que surge en la “luna de miel” tiene un vínculo con el aumento de los niveles de una proteína llamada factor de crecimiento nervioso (NGF). Esta ayuda a las neuronas del cuerpo a desarrollarse y funcionar, y podría aumentar los sentimientos de euforia, según los autores del estudio.

De acuerdo con el psicólogo Luis Ramírez, “el estado de limerencia o enamoramiento como tal, tiene un periodo aproximado de dos años pero no es algo exacto ya que depende mucho de cada pareja. Esto presenta periodos altos y eufóricos que pueden durar hasta los primeros 6 meses de la relación y a medida que avanza el tiempo, los sentimientos no desaparecen, pero sí disminuyen”.

La toma de decisiones

Los expertos consideran que a pesar de que el tiempo en pareja sea agradable y perfecto, no se debe cometer el error de tomar decisiones importantes que pueden cambiar drásticamente la vida de ambas personas, sobre todo si se encuentran en el tiempo de la “luna de miel”.

Decisiones como mudarse juntos, comprar un auto o casa nueva, incluso hasta una mascota o hijos. Estos son asuntos que se deben evitar al principio de una relación donde las personas se encuentran en un estado eufórico y hasta vulnerable y son capaces de tomar decisiones drásticas para mostrar su compromiso hacia la otra persona.

Según Ramírez, “en esta etapa, las personas no ven con objetividad las situaciones que tienen enfrente, ya que omiten todo lo que no les gusta de su pareja. Al omitirlo, no piensan con seriedad qué fallas en su pareja pueden tolerar toda la vida”.

¿Qué ocurre cuando la euforia disminuye?

El psicólogo explica que “una vez termina este periodo, las personas comienzan a valorar las cosas en su dimensión justa (ya sean las virtudes o fallas de una persona) y no como situaciones que se pueden omitir siempre. Esto vuelve la relación algo más realista en torno a los objetivos que tiene la pareja, lo que desea aportar cada uno y su proyección a futuro”.

En este momento pueden ocurrir dos cosas: la pareja tiene la opción de conversar sobre sus diferencias e intentar llegar a un punto de acuerdo trabajando para mejorar la relación o llega a la conclusión de que es mejor terminar porque evalúa de manera sincera las acciones o comportamientos de su pareja y decide poner fin al noviazgo.

Un proceso natural

Según reseña la plataforma sobre salud integral Mind Body Green Relationships, estas son las fases comunes en una relación de pareja.

1. La fusión

La primera etapa de una relación es la fusión, también conocida como la fase de luna de miel. Es el romance inicial y arrollador que a menudo consume a una pareja cuando se junta por primera vez.

A menudo, las personas en esta etapa de una relación sentirán que han encontrado a su “pareja perfecta”, alguien que es tan inquietantemente similar y compatible con ellas. Sienten que siempre quieren estar juntos, y los límites a menudo se desvanecen.

2. Duda y negación

En esta fase las parejas comienzan a notar las diferencias entre cada uno. Se despiertan del trance del enamoramiento con un golpe, descubriendo que las mismas cualidades que alguna vez parecieron tan perfectas, han comenzado a molestarles.

La fricción en este momento es natural, una vez que las diferencias de cada uno comienzan a salir a la superficie lo cual hace que las luchas de poder aumenten. Los sentimientos de amor se mezclan con la alienación y la irritación. Aquí es donde entran pensamientos como: “Quizá no seamos 'perfectos' el uno para el otro después de todo”.

A medida que aumenta la decepción y la duda, también lo hacen las respuestas biológicas al estrés. Dependiendo de su personalidad y circunstancias, las parejas toman la decisión de renunciar o pelear por la relación.

3. Desilusión

Esta es la temporada de invierno del amor, una que puede parecer el final del camino para algunas parejas. En este punto, las luchas de poder en la relación han salido a flote; los problemas que la pareja siempre ha escondido debajo de la alfombra, ahora son evidentes. Algunas personas se vuelven perpetuamente vigilantes, listas para volar a la batalla a la menor provocación. Otras parejas pueden separarse silenciosamente con el tiempo, dedicando cada vez menos energía a mantener la relación e invirtiendo más fuera de ella.

En esta coyuntura, nuestra experiencia original de amor apasionado es a menudo un recuerdo lejano. El “yo” resurge, un estado que se siente mucho más seguro que nuestra anterior experiencia dichosa del “nosotros”.

4. Decisión

En esta etapa, la pareja llega a un punto de ruptura donde decide si lo más sano es terminar o continuar con la relación. Esto también se ve caracterizado por las peleas constantes o la indiferencia y lejanía. En ese momento la pareja debe contemplar si desea pelear por la relación o ponerle fin.

5. Amor incondicional

La quinta y última fase es aquella donde la relación se encuentra en su punto más sano y estable. Es el momento en que la tormenta llega a su fin y la pareja disfruta de su compañía y el trabajo que ha logrado. Experimenta la verdadera individualidad, el autodescubrimiento y la aceptación de la imperfección tanto en ellos como en sus parejas.

Todavía hay mucho trabajo involucrado en esta quinta etapa de una relación, pero la diferencia es que las parejas saben escuchar bien y mantener conversaciones incómodas sin sentirse amenazados o sin agredirse mutuamente.

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