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- 18/08/2023 00:00
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Enfundado en una camisa manga larga azul, un pantalón oscuro y unos zapatos a juego, Jorge Galán, el poeta convertido en escritor le da la bienvenida a La Estrella de Panamá para conversar sobre una de sus obras más recientes, la trilogía de La ruta de las abejas.
El narrador salvadoreño, de 50 años, recibe a este medio recostado sobre un sillón negro, ubicado en las instalaciones de la Feria Internacional del Libro, en el centro de convenciones Atlapa. Con mirada seria y un semblante neutro, el ganador del premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco, de México, se muestra atento y abierto a responder cualquier pregunta.
Galán, quien nunca ha ocultado su afición por las historias fantásticas, reconoce que para alguien acostumbrado a escribir poesía y obras históricas, abordar la fantasía contenida en La ruta de las abejas fue como volver a los inicios. “Cuando yo comencé a leer, mi mundo era la fantasía, el terror y la ciencia ficción (...) Eso fue lo que me motivó a volverme escritor”, rememora el de San Salvador, con aire nostálgico.
Fue en esos tiempos, hace más de dos décadas, en donde el entonces poeta, sobrecogido por la majestuosidad de 'El valle de las hamacas' (conocido así por su constante producción de sismos, temblores y terremotos), escribió en un papel una historia sobre un niño que visualizaba a un hombre luchar contra un tornado, al pie de una colina.
Este concepto, aparentemente irreal, fue evolucionando en la cabeza del escritor hasta convertirse en un vehículo cuyo propósito es darle sentido a la violencia que vive en su tierra natal, la cual fue representada dentro de la historia, con la figura de 'El Valle de las Nieblas'. “San Salvador es un valle, lleno de oscuridad, en donde la violencia es tan grande, que no tiene sentido. Hay un paralelismo entre ambas historias, aunque una sea real y otra no”, confiesa el narrador, quien con una voz triste recuerda aquellas personas que ha visto morir, a causa de la criminalidad que todavía existe en su país.
Son esas vivencias las que convierten a la ficción de Galán, en algo muy realista. “Los sentimientos son reales, el miedo es real, la sensación de urgencia es real... Todo el mundo es fantástico, pero las agonías que envuelven a los personajes son muy reales”, reconoce el novelista, quien vivió en carne propia los peligros que guarda su nación.
En 2016, Galán pasaría uno de los episodios más oscuros de su vida, con la publicación de una novela que lo obligó a exiliarse para preservar su vida... Noviembre.
“En 1989 la sociedad salvadoreña vive sumida en el horror de la guerra civil. Una fatídica madrugada de noviembre, un grupo de hombres armados entra en las instalaciones de la Universidad Católica y asesina a seis jesuitas españoles y dos mujeres a sangre fría. En los días que siguen a la masacre, solo el nuevo rector de los jesuitas, el padre Tojeira, está empeñado y comprometido en descubrir a los asesinos. La única testigo que podría ayudar a resolver el caso es silenciada por las autoridades gubernamentales. ¿Quiénes son y a quiénes obedecen los criminales?”, plantea la sinopsis de la obra, que narra un episodio real de la historia de la nación centroamericana y denuncia la impunidad con la que se vive en ese país.
“A mí no me molesta hablar del tema, pero trato de no comentarlo a la ligera”, asegura el de San Salvador, porque las consecuencias de ese episodio han acompañado su pluma, hasta hoy.
“Lo que pasó con Noviembre fue desagradable [carraspea]. Yo me esperaba que de alguna parte vinieran amenazas, lo que nunca me esperé fue que llegarán tantas amenazas. Sentía un odio latente... que me impactó muchísimo. Es una herida no cerrada en mi país y eso está retratado en mis poemas y novelas”, pondera Galán.
La situación llegó a tal punto, que el poeta decidió exiliarse en España, por tres años. Un periodo en el que comenzó a escribir sobre la travesía de Lobías Rumin, a través del Valle de las Nieblas... La ruta de las abejas.
Aunque actualmente el narrador retornó a su país de origen, todavía quedan los recuerdos de su llamado a testificar en un juicio de lesa humanidad; del centenar de mensajes de odio que recolectó y de las heridas que su nación sigue sin cerrar.
“Es importante que mi sociedad, El Salvador, se pregunte sobre los orígenes de la violencia que atraviesa y eso está presente en la trilogía”, analiza Galán, quien con gran seguridad afirma que “no cambiaría ni una coma” de lo que ha escrito, tanto en La ruta de las abejas, como en Noviembre.
La ficción del poeta nos lleva a cuestionarnos si debemos ver en la fantasía algo netamente infantil, o si todas las generaciones tienen algo que aprender de estos cuentos fantásticos. “Antiguamente, la literatura fantástica no tenía el estigma de ser infantil”, medita el novelista haciendo referencia a grandes clásicos como Peter Pan, Alicia en el País de las Maravillas y otros relatos que hablan sobre lo que somos como personas.
“No veo porqué este tipo de libros deben ser vistos como menos. La fantasía y la ciencia ficción nos hablan muchísimo sobre nosotros”, agrega.
El salvadoreño invita a los lectores a no ver este género como un mecanismo para “evadirse de la realidad”, sino como una herramienta “para abordar temáticas profundas, con suma creatividad”.
Aunque pudiera parecer cursi, Galán sigue abogando por mantener el idealismo en sus historias. “La fantasía tiende a ser idealista y eso es importante porque nos ayuda a mantener la esperanza en una humanidad que se está derrumbando. En los libros siguen siendo válidos los finales felices y eso está bien, porque no debemos vivir en el pesimismo”, asegura con semblante alegre.