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- 14/09/2023 00:00
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Una nueva historia de Agatha Christie llega a la pantalla grande, de la mano del director y actor Kenneth Branagh, bajo el titulo de Cacería en Venecia, que llega hoy a cines panameños como producción de 20th Century Studios. Branagh, quien personifica al detective Hercules Poirot, regresa en una aventura que lo lleva hasta Italia en octubre de 1945 donde se enfrenta a sus propias convicciones, fantasmas, un grupo ecléctico de personas que reflejan los mayores miedos del incisivo detective.
En la noche de Halloween, la soprano Rowena Drake (Kelly Reilly) celebra una fiesta inigualable en su hogar, una mansión en la Venecia posguerra donde hay una leyenda de horrores cometidos a niños huérfanos, quienes en busca de paz en el más allá acechan a los vivos en la llamada “Venganza de los niños”. Entre susurros, voces y corrientes de aire improbables, Poirot es enfrentado por una muerte que deberá desmentir mientras descubre los secretos de la mansión, su familia residente y los personajes que se acechan entre sí buscando al verdadero culpable.
La cinta, adaptada de la novela Las manzanas ('Hallowe'en Party', en su material original) de Agatha Christie, es un viaje de misterio ligero y algunas acciones predecibles en su narración, sin embargo, el detalle en su cinematografía (Haris Zambarloukos) y sus efectos especiales hacen que la más de hora y media de película sea lo suficientemente entretenida –aunque no sea aterradora– para tomar interés en los motivos de los diferentes personajes para ir a la fiesta de Drake.
Siendo testigos de otros homicidios en la historia, personajes como la autora Ariadne Oliver (Tina Fey) y el pequeño Leopold Ferrier (Jude Hill) destacan en sus interpretaciones como los personajes de mayor rapidez en sus movimientos y astucia, creando diálogos pertinentes con Poirot y ayudando a mover de forma natural algunos de los momentos más sorprendentes de la cinta.
Poirot, a quien hemos visto en las precuelas de Asesinato en el Oriente Express y Muerte en el Nilo (también adaptaciones de Christie), regresa en un intento por integrar el suspenso y el terror en sus investigaciones. Proyectándose como un escéptico, es obligado a pasar tiempo con la 'médium' Joyce Reynolds (Michelle Yeoh), quien junto a sus ayudantes Desdemona y Nicholas Holland (Emma Laird, Ali Khan) llevan a los invitados a Drake a una sesión espiritista para comunicarse con Alicia Drake, la fallecida hija de la soprano.
El misterio que envuelve la muerte de Alicia es el punto central de la cinta, acercándonos más a la causa del escepticismo de Poirot, las verdaderas intenciones de Oliver y las sombras que se ciernen sobre Drake y sus invitados. Poirot sospecha de todos, y como audiencia se espera que nosotros también, sin embargo, el poco tiempo que pasamos con la mayoría de ellos hace que sea casi evidente hacia dónde lleva la investigación y, como en un juego de 'Clue', somos llevados hacia la respuesta casi a la mitad de la cinta, dejando una mitad restante con menos misterio, intriga o emoción.
Branagh se mantiene como un Poirot destacable, que le rehúye a los casos al principio, siendo frío con quienes buscan su apoyo y conocimientos, expresando que no tiene amigos, pero tampoco “los necesita”, resignándose a una vida solitaria; pero al final vemos a un Poirot más cálido, que ha vuelto a la vida y cuyo talento se mantiene intacto, como un superhéroe que ha descubierto que sus poderes no son lo que le dan sentido, sino lo que hay en su interior.
No sería justo decir que Cacería en Venecia se alza como una mejor oferta de Branagh en su viaje por adaptar (¿casi todas?) las historias de Christie a la gran pantalla, dado que su guion, adaptado por Michael Green (Bladerunner 2049, Muerte en el Nilo), solo es salvado por el uso de efectos especiales, distintas locaciones entre Italia y Londres, y las interpretaciones de Branagh, Yeoh, Fey, Hill y una perturbadora Reilly. Rodeados por “fantasmas”, no vemos ningún movimiento que lleve a un momento de “terror” puro, sino un uso excesivo de 'jump scares' para mantener el tono de que es una película de suspenso, pero realmente se siente como una alucinación de Poirot.
Para cuando llegamos al final del misterio y la mayoría de los personajes son llevados a su final feliz, el viaje de Poirot también ha terminado, siendo la búsqueda del “quién soy” lo que realmente reclama el norte de la historia, aunque solo sea para dar un momento triunfal a la cinta.
Mientras que la historia se desenvuelve de forma estructurada, no podemos ignorar que es un estilo que honra el trabajo de cineastas como Orson Welles, con una mirada semi-gótica, buscando explorar las emociones más que los hechos y cómo estos son presentados. Aun así la cinta no es engreída, ni derrocha el tiempo que tiene para contar la perspectiva de cada personaje; es compacta y enfocada, entra y sale de cada escena lo más rápido posible y dura 107 minutos, incluidos los créditos, algo llamativo en la era de las cintas de más de dos horas (y algunas hasta tres horas de corrido).
Quedará en el debate público si Cacería en Venecia merece posicionarse por encima de sus predecesoras o si aún Branagh no encuentra la historia de oro en la cual asentarse, pero podemos reconocer el alto nivel artístico puesto en marcha para la cinta, tomando referencias claras del cine clásico de Hollywood y llevándolas a cumplir altas expectativas para su versión final. Branagh cumple con su primera trilogía de Christie, con esta nueva cinta se coloca en un camino distinto, más oscuro, más directo, con ansias de suspenso y que solo podrá validarse en un futuro, si llegan más cacerías o muertes por resolver.