Escuela Juan Demóstenes Arosemena, la liberación del interior

Actualizado
  • 06/05/2021 00:00
Creado
  • 06/05/2021 00:00
El edificio Juan Demóstenes Arosemena, construido en pleno siglo XX entre 1936 y 1938, evoca reminiscencias de las viejas estructuras coloniales ancladas entre dos mundos: uno que miraba hacia modelos y estilos europeos, como el caso al que nos acabamos de referir, y otro que incorpora elementos locales confiriéndole un talante ecléctico, mágico e impregnado de simbología local.
Fachada principal de la institución

Cuando el profesor César García, director del Centro Regional Universitario de Veraguas, me hizo llegar un ejemplar del libro El Escorial de América, refiriéndose a la escuela Normal de Santiago, del maestro Aristides Ureña Ramos, no pensé que realmente nos encontrábamos ante un edificio con analogías sorprendentes con la mencionada obra, tanto en su tipología como en su concepción artística.

Basta con mencionar las palabras de Guillermo Andreve, cuando se refiere al edificio de la Normal de esta manera: “El Escorial de América, no le he puesto yo el nombre ni sé quién haya sido, pero es indudable que le cae bien al edificio de la E.N.S. que se eleva majestuoso a la entrada de la ciudad de Santiago de Veraguas” (...) un templo a la educación grandioso en proporciones y estilo”.

De más está decir que son muchos sus elementos diferenciadores, sin embargo, existen algunas coincidencias entre dos estructuras pertenecientes a tiempos y espacios muy diferentes que permiten establecer cierta similitud estilística y que señalaremos a continuación, ciñéndonos escuetamente, a algunos elementos artísticos claves.

El Escorial es un edificio renacentista, construido entre 1563 y 1584 perteneciente al denominado estilo herrerano. Austero y desornamentado, representa el punto culminante de una propuesta arquitectónica que vuelve su mirada hacia la sobriedad y la sencillez. Hogar de la familia real española durante décadas, se extiende por una superficie de 33,000 metros cuadrados que se distribuyen en estancias de diversa índole y función.

En 1671 sufrió un incendio que lo destruyó parcialmente. Se reconstruye en 1676 y esta es la razón por lo que algunas de sus partes cuentan con elementos de talante más barroco que, curiosamente, guardan similitud con los aspectos que encontraremos en el arte colonial latinoamericano en general y particularmente en el edificio que nos ocupa en este momento.

Podríamos señalar otros elementos comunes entre ambos, como son su carácter longitudinal, desornamentado y ecléctico.

El edificio Juan Demóstenes Arosemena, construido en pleno siglo XX, entre 1936 y 1938, evoca reminiscencias de las viejas estructuras coloniales ancladas entre dos mundos: uno que miraba hacia modelos y estilos europeos, como el caso al que nos acabamos de referir, y otro que incorpora elementos locales confiriéndole un aire ecléctico, mágico e impregnado de simbología local.

El Escorial, Madrid, España

Se extiende por una superficie total de 42,500 metros cuadrados e incluyen áreas académicas, dormitorios, jardines y patios.

Los contrastes

Ambos edificios tienen una estructura horizontal, austera, con superposición de cuerpos, fachadas ornamentadas, simplicidad en sus elementos integrantes, patios interiores que comunican las distintas dependencias y predilección por el carácter secuencial en la distribución de puertas y vanos. A pesar de su naturaleza diferente, ya que, como mencionamos, El Escorial era residencial y el Juan Demóstenes educativo, ambos incorporan dependencias de diferente naturaleza y propósito, con programas iconográficos propios adaptados a la finalidad que cada parte del edificio ocupa. Los dos contaron con el papel protagónico de arquitectos y escultores que les dieron a sus construcciones finales una armonía orquestada entre sus diferentes partes.

En el caso de El Escorial, sus principales artífices fueron, en primer lugar, Juan Bautista de Toledo, pero su fisonomía definitiva estuvo a cargo del arquitecto Juan de Herrera, mientras que el programa escultórico fue, en gran parte, responsabilidad de Juan Bautista Monegro.

El Escorial es un complejo arquitectónico pensado con múltiples dependencias anexadas al espacio central a través de una serie de cuerpos horizontales. De diseño simple pero con compleja iconografía en sus pinturas, esculturas, pergaminos y demás objetos.

Entre sus obras pictóricas más sobresalientes podríamos citar los frescos de la Basílica a cargo del italiano Lucas Jordán o la bóveda de la Sala de los Alabarderos donde encontramos representaciones de la Batalla de San Quintín, la Batalla de Lepanto o la Expedición a las Azores, entre otros. Sin dejar de mencionar la Sala de los Borbones que alberga obras de El Bosco, Tiziano, Tintoretto, Durero, Velázquez, Rubens, entre otros, y que constituye la colección más preciada del monumento.

En el caso del edificio de la Normal de Santiago, fue un diseño arquitectónico de Luis Caselli, y desarrollado por el escultor español Antonio Rodríguez del Villar.

Se realizan los planos con la intención de levantar un hospital. Comparte con El Escorial el gusto por las estructuras simples y desornamentadas. Elemento que también era frecuente en la arquitectura canalera. Simpleza y sencillez en las formas, estructuras funcionales y amplias. Líneas sobrias y elegantes.

Incorpora elementos decorativos de talante arabesco y ondulante en sus fachadas flaqueadas por columnas. Con una fachada retablo dividida en calles y cuerpos en la que prima la línea curva y un programa iconográfico que se condensa en forma y contenido en ese espacio central.

Podemos afirmar que se recuperan elementos propios del barroco colonial al combinar la simplicidad de la estructtura arquitectónica con la riqueza ornamental y curvilínea de la fachada.

Este tipo de construcción la podemos encontrar en toda Latinoamérica, desde la catedral de la capital mexicana hasta la iglesia de la Compañía en Quito, Ecuador. Prolifera durante la etapa final del Renacimiento y todo el Barroco colonial. Sin embargo, el edificio de la Normal tiene la particularidad de tratarse de una arquitectura de estructura palaciega al servicio de la educación.

Lucas Jordán
Fachada occidental

Símbolo del desarrollo del interior del país, ha promovido, desde sus aulas, el conocimiento y la formación como las claves para el progreso de los pueblos.

En ambos casos, tanto escultura como pintura se incorporan al proyecto arquitectónico creando una serie de armonías y contrastes que hacen de estos dos edificios dos joyas de la humanidad, a ambos lados del Atlántico, y ponen en evidencia la universalidad del lenguaje artístico.

En cuanto al programa inconográfico de la Normal, sobresalen las pinturas de su aula, máxima. A cargo del maestro Roberto Lewis, se dedica a estas representaciones en los últimos años de su vida, pero las deja inconclusas con su muerte en 1949. Narran el caminar del hombre sobre la tierra y su avances científicos y tecnológicos que avistan los nuevos tiempos.

Lewis es un pintor de corte clasicista, formado en preceptos académicos y le confiere a estos murales un carácter majestuoso. Con un dibujo remarcado y ejecución magistral en el uso de los esquemas compositivos y el color. Aquí nos encontramos su bella alegoría 'El nacimiento de la aurora' con elementos simbólicos que celebran el conocimiento y la sabiduría.

También en este mural han quedado plasmados los uniformes normalistas de sus primeros habitantes, constituyéndose como un documento histórico invaluable, no anticipa en sus frescos el recordatorio de lo que supondrá el saber para las generaciones futuras.

Debemos mencionar tambien los lienzos de 'La raza humana' y 'El descubrimiento del fuego', colocados en las bandas laterales y que ambos aluden a la evolución del ser humano que debe ir de la mano de la formación, la libertad y el desarrollo del pensamiento.

Es por ello que también hay un friso dedicado al Código de Hammurabi, ya que constituye el primer conjunto de leyes de la historia de la humanidad entregadas por los dioses a los hombres.

Otros hechos relevantes quedaron plasmados en sus paredes, como el dedicado a Copérnico, El artista, o la representación de la máquina en “La época moderna'. Ciencia, arte y tecnología se dan cita en las pinturas del Juan Demóstenes Arosemena, recordándonos que el saber es el mejor camino hacia la libertad de los individuos y de los pueblos.

Así lo señaló su fundador en su discurso inaugural: “Señores, vivo en este acto momentos de honda e intensa emoción y profundamente complacido los vivo con vosotros, hijos de Veraguas, al inaugurar hoy, al año y pocos meses de haber colocado la primera piedra, este importante edificio, revestido de tal suntuosidad y de tan grandes proporciones como las esperanzas que en él tiene fincadas el país entero”.

La Normal de Santiago es una obra maestra que inicia el proceso de transformación del interior hacia el desarrollo. Fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1984 y legada, desde Veraguas, a todos los ciudadanos del mundo.

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