Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 02/05/2020 00:00
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San Juan Pablo II tenía una frase maravillosa: “Quien no se forma para formar, corre el riesgo de deformar gravemente”.
Si nuestro sistema educativo anda manga por hombro y, en algunos casos, el producto que llega a las universidades y a su vez a las empresas suele ser cuestionable, entonces, los facilitadores, a mi modo de ver, deberían ser considerados modeladores de vida y son una alternativa atractiva para crecer tanto a nivel profesional como personal.
Albert Einstein decía: “Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”. Si a esto le sumamos las sabias palabras de Confucio: “Donde hay educación, no hay distinción de clases” ... Queda claro que aprender es la forma más inteligente de vivir.
Sin embargo, a veces vemos facilitadores en el mercado tanto local como internacional con productos y contenidos vanos y por demás, errados. También podemos encontrarnos uno que otro que no solo copia el trabajo ajeno, sino que además lo presenta como propio. Por si fuera poco, encontramos también facilitadores que no creen en el poder de crear y venden enlatados que no se adaptan a la cultura e idiosincrasia de su mercado. Y, por último, encontramos facilitadores que no creen en la magia de aprender, se creen la última enciclopedia de la biblioteca y nadie es capaz de enseñarles.
Como maestro de vida, su primera regla de oro debería ser aprender de otros y no verlos como rivales. Y, si tiene la dicha de encontrarse con un capacitador que no le incomoda enseñar, aprenda de él como pueda y ¡asóciese! Es la decisión más inteligente que puede tener.
Desde chico toco piano y guitarra, esta actividad complementa en mucho mis actividades en el mundo publicitario, creativo y docente. Recomiendo que todo facilitador, en algún momento de su vida, tome lecciones ya sea de canto o de algún instrumento que le atraiga.
De este aprendizaje musical constante he podido descubrir muchas analogías interesantes. Y ahora, quiero compartirle alguna de ellas.
Nadie lo hará igual: Carlos Santana, uno de mis guitarristas favoritos, podrá regalarle su conocimiento y equipo completo (guitarra, amplificadores, pedales, cables, volúmenes ajustados a su gusto y hasta su ingeniero de sonido) y, aun así, cuando tome su guitarra jamás sonará como él.
Existen factores como: la fuerza en la muñeca, forma de agarrar una uña, posiciones específicas en el escenario para generar un sonido muy puntual, cultura, práctica, ADN, sentido del ritmo, experiencias de vida... en fin, factores que usted no podrá copiar. Así que no tema a la competencia, porque tanto usted como el otro facilitador, aunque tengan el mismo escenario e instrumento, no lo harán igual.
Las mismas notas no generan el mismo resultado: La música solo tiene siete notas (Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si) y de esas siete notas y sus infinitas combinaciones ajustadas en tiempos y escalas, sale toda la música que usted escucha.
Cada artista en el mundo compone distinto y, aunque existan melodías similares, cada cual tiene un compás único e irrepetible. Ellos suelen combinar elementos que otros ni se imaginan. Un ejemplo interesante es Juanes; él suele mezclar la cumbia colombiana con el regué, ska, rock, pop y hasta ritmos africanos con andinos para crear su producto final. Otros colombianos, como Shakira y Carlos Vives, combinan otra serie de elementos con las mismas notas.
Entonces, aunque usted tenga las mismas bases para facilitar y tenga la habilidad de crear un módulo único, jamás lo dictará igual que lo hace otro y, si cayó en el abismo de la envidia y de la copia, le recomiendo salir de ese agujero rápido pues esas mismas bases le permitirán abrir la mente para aprender todos los géneros que pueda y de ahí, complementar su obra final.
Adaptar su talento es clave, sino pregúntele a Rubén Blades que ha compartido escenarios con artistas de salsa, típico, boleros, rock y hasta merengue con una genialidad única, y simplemente es quien es sin sentirse más o menos que otros.
Un instrumento no suena igual a otro. Tengo guitarras que van desde una clásica, varias electroacústicas y una eléctrica. Todas son de madera y ¡ninguna suena igual a otra! Su sonido depende del tronco que vengan, la resonancia que generen, el horno donde estuvieron, las cuerdas que portan y, por último, hasta el acabado con las que salieron de fábrica.
Así que, aunque usted tenga los mismos libros, materiales didácticos y equipos electrónicos de apoyo, tampoco sonará igual a los gurús que sigue y a los facilitadores que considere par o competencia. Sea usted y punto.
Ahora que Panamá y el mundo se enfrentan a un reto enorme, a mi modo de ver, tanto las empresas, los departamentos de recursos humanos y visionarios tendrán que contratar urgentemente a facilitadores para trabajar con sus colaboradores, y que estos no se sientan abrumados por tanta presión y tensión que hay en el ambiente. Es su oportunidad de oro para tocar al compás de la obra que usted decida crear con sus instrumentos, sin sentir como freno, competencia o amenaza lo que hagan otros. Reciba su Grammy y disfrútelo.
Si se dedica a enseñar, le comparto este pensamiento: La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quiera y como quiera, siempre que sea excelente y tenga pasión. Es el mundo que crea dentro de sí mismo y lo comparte, porque al final, una buena obra musical termina siendo el lenguaje que todos entendemos.