El enorme vacio que ha dejado la virtualidad en la educación

Como se conocía pródigamente, los resulados del proceso educativo en todos los niveles venían desde hace años sufriendo un enorme cuestionamiento, desde la flexibilización de los parámetros de aprobación en el primer y segundo nivel educativo gracias a la ampliamente cuestionada aplicación la “tabla estadística de evaluación cuántica”, comunmente conocida como la tabla regalona; adicionado a la reducción significativa en los parámetros de ingreso de los estudiantes en la educación superior, situaciones que han traido con el pasar del tiempo, la constante queja de los empleadores, quienes abiertamente manifestan su inconformidad por el recurso humano formado educativa y profesionalmente en todos los niveles.

Esta situación, aunque conocida, se suma entonces gracias a la pandemia de COVID-19 y al abrupto pase de una educación que hasta ese momento se realizaba de manera presencial, a la migración de los sistemas educativos a una modalidad que en muchos casos era poco conocida y en el peor de ellos, inédita. La educación vitual surge entonces como una herramienta innovadora que permite, gracias a su flexibilidad, continuar con el proceso educativo, conservando lo más preciado en ese momento: la salud, sin paralizar de manera total el proceso de enseñanza aprendizaje.

Pero, ¿se ha establecido las consecuencias negativas de esta migración en la metodología sin un cambio real en la manera de ser y actuar de quienes estaban planificados a beneficiarse de la misma? ¿Se conoce a ciencia cierta si esta medida ha traido consigo reales beneficios?

Estas preguntas son fáciles de responder ya que informes recientes revelan que solo en el segundo nivel educativo, alrededor de 50 000 estudiantes reprobaron el año lectivo 2022 (cifras preocupantes comparándolas con las del año lectivo anterior, las cuales revelan alrededor de un 25% de aumento), aunado a un gran número de discentes que ingresaron en las instituciones educativas de tercer nivel y han desertado de las mismas alegando que las condiciones educativas son altamente exigentes y extenuantes.

La educación virtual, sin duda, ha dejado un enorme vacío en los procesos educactivos, aunque no se puede dejar de valorar que ha sido esa misma modalidad de educación, la que ha permitido la continuidad del proceso educativo en medio de la situción de salud que afectaba a toda la población mundial. Este vacío requerirá de un enorme sacrificio de todas las partes, por un lado de las instituciones educativas quienes tendrán que adecuarse a nuevas metodologías y procesos académicos a fin de mejorar la calidad de la educación, suministrando a los involucrados de infraestructura, equipos o materia prima para el mejoramiento del proceso de enseñanza aprendizaje; por otra parte, a los docentes, quienes tendrán que reinventarse a fin de desarrollar nuevas metodologías que resulten atractivas a sus estudiantes y renueven “su interés por aprender”; y finalmente a los discentes o estudiantes quienes tienen el el reto de realizar un doble sacrificio, intentando con su interés y deseo de aprender, revertir el gran vacío que ha dejado la virtualidad en la educación.