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Lo que dejó a Panamá el sueño de un Canal Francés
- 16/07/2023 00:00
- 16/07/2023 00:00
Aunque ahora solo quedan maquinarias enterradas en las profundidades de la tierra y tumbas sin visitantes de lo que en algún momento fue la mayor apuesta económica de Francia en Latinoamérica, en algún momento de la historia entre Panamá y la nación europea, el Canal Francés fue un sinónimo de progreso.
La agresiva ruta del Istmo y epidemias como la malaria y la fiebre amarilla frenaron el imaginario de Ferdinand de Lesseps al causar la muerte de cientos y cientos de franceses, que trabajaban por un mismo ideal: un canal que conectara al océano Pacífico con el océano Atlántico, sin esclusas.
“Los franceses sí tienen un sentimiento de fracaso, a pesar de que no fracasó el proyecto sino una empresa privada, que trató de redimirse y no logró. Ese sentimiento de fracaso ha hecho que Panamá nunca haya tenido un precedente en Francia”, destacó Aristides Royo, presidente de la Junta Directiva y Ministro del Canal., en el pasado 'Hablemos del Canal', iniciativa de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), que en su última edición fue dedicada al Canal Francés.
Pero los franceses permanecieron en Panamá al menos unos 10 años, tiempo suficiente para dejar una huella imborrable en la cultura y sociedad panameña, enlazando algunas de sus costumbres con las del istmo.
Después de que la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique de Panama quebrara debido a la corrupción y el despilfarro de sus fondos, muchos de los trabajadores que habían emigrado de Francia y sus colonias caribeñas fueron abandonados a su suerte en el país.
Muchos de estos luego se dedicaron a la hostelería, restaurantes y establecimientos comerciales, de acuerdo a lo rescatado por la iniciativa Somos Afro, apoyada por el Banco Internacional de Desarrollo (BID).
La cocina e ingredientes franceses tuvieron gran impacto en los platillos panameños. Cada vez era más común ver frutos de mar y vegetales en las recetas del istmo y mariscos como cangrejos, camarones, langostinos, pulpos, entre otros iban ganando popularidad entre las personas.
Este tipo de comida sigue siendo parte de la dieta de los panameños, incluso cientos de años después de que los franceses y sus antillas llegaran al país.
“Lo que a nosotros nos debe preocupar es que tengamos que reforzar nuestro conocimiento de la historia y apreciar lo que se ha hecho en este país y lo que Francia ha dejado”, señaló el historiador y exembajador de Panamá en Francia, Omar Jaén Suárez, durante su ponencia en 'Hablemos del Canal'.
Además de lo que a la cocina se refiere, los franceses que quedaron en Panamá después del intento de construcción del Canal Francés tuvieron un gran impacto en la idiosincrasia del pueblo panameño, especialmente en la ciudad de Panamá y en Colón, al ser las zonas en las que habían decidido radicarse después de culminar sus labores en la compañía del Canal.
Esto resultó en un revolución social, que modificó algunas prácticas cotidianas del panameño: patrones de consumo, el aseo urbano, la privacidad, una nueva alimentación, estética y formas de ocio fueron introducidas por la población que había dejado atrás el intento fallido de Francia por un Canal, es también lo que concluyen diversos investigadores e historiadores a acerca de este tema.
Aunque a diferencia de Los Estados Unidos, las palabras francesas no son tan utilizadas en el vocabulario panameño, términos como populares como 'buco' que se origina de la palabra beaucup en francés y el patois que, aunque no es exclusivo del istmo, se sigue hablando en Panamá, especialmente en la costa caribeña, son herencias de los franceses y las antillas francesas en Panamá.
“Francia ha dejado un legado físico además de los aparatos que utilizaron y las tumbas de todos los que murieron y hay que hacer algo con esos recuerdos”, también dijo Jaen Suárez.
Pero, una de las herencias más invaluables de los franceses que participaron en la construcción del Canal Francés, fue la investigación científica y médica de la fiebre amarilla y la malaria, debido al gran impacto negativo que tuvo en la fuerza laboral de Francia para su objetivo en el istmo.
Los obreros del proyecto europeo eran obligados a trabajar bajo cualquier condición climática, incluso la lluvia, que luego dejaba aguas empozadas auspiciando los criaderos de mosquitos. Al enfermarse y ni siquiera saber la razón de su padecimiento, estaban prácticamente destinados a morir.
“Aquí está todo [sobre la malaria y la fiebre amarilla]. Incluyendo las fuentes con toda la información resumida y hay un libro importantísimo que nadie conoce, donde está una investigación exhaustiva de todo lo que pasó en el país”, agregó Jaen Suarez.
La compañía del Canal Francés invirtió en servicios médicos para los trabajadores que fueran cayendo por las enfermedades, que en ese momento, seguían siendo desconocidas. De hecho, el primer hospital contó con 200 camas y fue ubicado en Colón para el año de 1882 y poco después también se creó L'Hopital Central de Panama en el Cerro Ancón.
En 1885 la pérdida de vidas en el proyecto debido a la malaria y la fiebre amarilla llegó a su máximo. Hasta ahora se desconoce el número de personas que fallecieron debido a estas enfermedades.
Sin embargo, cuando la obra del Canal pasó a manos de los estadounidenses, los registros y demás documentos que contenían información de lo que había sucedido a los franceses fueron de utilidad para William C. Gorgas, quien con su trabajo llegó a poner un alto en la transmisión de fiebre amarilla y malaria. Estos hallazgos tuvieron impacto en Panamá y el mundo entero.
Aproximadamente 140 años han transcurrido desde que los franceses pisaron por primera vez tierra panameña, sin embargo, el legado de los europeos se ha mantenido vivo a través del tiempo.
Incluso cuando Estados Unidos tomó el liderazgo del Canal, el camino que ya había trazado Francia seguía en el imaginario panameño.
Prueba de esto es la Plaza de Francia, construida durante la presidencia de Belisario Porras, entre los años 1921 y 1922, como homenaje a la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique de Panama y su líder, Ferdinand de Lesseps.
En la plaza se exhiben 10 placas de mármol que cuentan extractos claves de la historia del Canal de Panamá, desde la época colonial; un obelisco de 18 metros de alto, con un gallo galo, símbolo de Francia, en la punta y bustos de Ferdinand de Lesseps, Armand Reclus, Lucien Bonaparte Wyse y León Boyer, figuras clave para el Canal Francés.
Anteriormente, la Plaza de Francia era conocida como la Plaza de Lesseps, sin embargo, con la Ley 48 del 24 de noviembre de 1928 se le cambió el nombre a Plaza de Roosevelt y se ordenó la construcción de una estatua en honor al presidente Theodore Roosevelt, pero tiempo después regresó a su nombre original.
Actualmente la Plaza de Francia es Patrimonio de la Humanidad para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), al formar parte del Sitio Arqueológico de Panamá Viejo y Distrito Histórico de Panamá.