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- 09/11/2018 01:02
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Gaspar Octavio Hernández, maestro del periodismo panameño, falleció el 13 de noviembre de 1918, de un fulminante ataque de tisis, mientras redactaba en La Estrella de Panamá una crítica cáustica contra quienes ofendían el sentimiento nacional.
El poeta y periodista armonizaba sentir y pensamiento en su quehacer público. El bardo nacionalista hace del periodismo una expresión de cultura, de sensibilidad social y amor a la patria. Asume una conciencia ecológica que protege flora y fauna y demás recursos naturales.
FORMACIÓN
Huérfano desde su niñez, a través de la autoeducación busca una manera de afirmar su personalidad de luchador quijotesco contra la adversidad. A través de la lectura busca una manera de afrontar y debatir las diferentes problemáticas que afronta la sociedad. Proclama que ‘propensa a la servidumbre vive siempre la nación que no lee'.
De 1914 a 1916, Hernández funge como concejal del distrito capital. Sus exposiciones como concejal pasan a integrar la memoria histórica, constituyendo un reconocimiento y modelo a seguir para los ciudadanos ejemplares. Su prosa es culta y elegante.
El poeta vanguardista dirige revistas y colabora en otras, fundando el periódico Prensa Libre en 1913. Al estilo de Pirandello, Hernández nace periodista.
VERSOS CORTANTES
El ‘Cisne Negro' hace de la pluma un bisturí, a través del cual denuncia las lacras sociales. Es combativo, un rebelde sin concesiones al poder establecido. Nada fue fácil para él. Caminó por senderos de ortigas. Al igual que Carlos Antonio Mendoza, es discriminado por su negritud.
El ‘Cisne Negro' es el poeta de los marginados, del dolor. La temática patriótica y de protesta social encarna en su lírica. ‘El Canto a la Bandera' es el ícono de la épica de la soberanía, para así ejercer nuestra plena jurisdicción en todo el territorio nacional.
LA LÍRICA DE LA SOBERANÍA
El vate de ‘Ego Sum' convierte a la soberanía en una fuerza moral. Hernández sufre la arrogancia del Coloso en el área canalera.
‘EL ‘CISNE NEGRO' HACE DE LA PLUMA UN BISTURÍ, A TRAVÉS DEL CUAL DENUNCIA LAS LACRAS SOCIALES. ES COMBATIVO, UN REBELDE SIN CONCESIONES AL PODER ESTABLECIDO. NADA FUE FÁCIL PARA ÉL. SUFRIÓ DISCRIMINACIÓN'.
Insiste en fortalecer nuestra conciencia nacional con ejemplos decorosos y dignos que nutren el sentido de pertenencia que nos identifica. Fustiga la mentalidad de protectorado que domina al Panamá político.
Como ciudadano militante, confronta con valentía y nobleza la prostitución, la drogadicción, la pobreza, la paternidad irresponsable, la actitud carnavalesca que hace culto de la grandeza ficticia, y sobre todo de la impunidad. Denuncia a quienes especulan en todos los órdenes de los negocios. Censura el Istmo de fenicios, consumista y vano que desdeña lo propio al menospreciar los valores, tradiciones y cultura de una comunidad orgullosa de sus raíces.
El periodista señaló que somos un país donde la farsa, la adulación y la ruin astucia imperan. Considera a la educación como el pilar del progreso y sentido nacional. ‘Lo que no se comprende, no se ama; lo que no se ama, se olvida'.
El vate debe intensificar su acción para dignificar y ennoblecer el carácter, en una búsqueda de emancipación de todos los prejuicios sociales y religiosos.
FICHA BIOGRÁFICA
Entre sus obras notables destacan ‘Canto a la bandera', ‘Ego sum', ‘La cabeza de Vasco' y ‘Cristo y la mujer de Sichar'.
Nombre completo: Gaspar Octavio Hernández
Nacimiento: 14 de julio de 1893, ciudad de Panamá.
Ocupación: Poeta y periodista
Resumen de su carrera: Fue director de ‘Menphis' y jefe de redacción del diario ‘La Estrella de Panamá'. Falleció hace cien años, en ejercicio de su oficio de periodista en ‘La Decana'. Actualmente en esa fecha se celebra el Día del Periodista. Entre su publicaciones se encuentran ‘Melodías del pasado', ‘La copa de amatista simple' y ‘Corazón del alma solar'.
En el cuento ‘Mama dedo', el periodista lleva a cabo, con mordacidad, una parodia de la política panameña. Antonio Izaguirre es el ejemplo del juega vivo en el país de los bellacos. Pregunta que si para ser diputado o cualquier cosa es necesario contar con talento. En realidad, solo basta con demostrar docilidad de carácter y fidelidad a los jefes de partido. ‘Yo no quiero ser diputado ni gobernador ni subsecretario. Voy a hacerme capitán de policía. Participa en la tragicomedia electoral y se gana con astucia la placa de policía y le demuestra a todos que él no se chupa el dedo...'.
En su faceta de crítico literario, asedia a los escritores que nunca quieren pensar, que no estudian ni leen, que todo lo improvisan. ‘Muchos plagian a los colegas', advierte.
Asegura que donde pululan los vates de diez centavos por docena, no impera la elegancia. Para él siempre fue indispensable la renovación constante, la originalidad y sentido estético. Considera que la escritura nace a partir de un impulso irrefrenable del ‘yo'.
Hernández lo expresa con vehemencia: En una tierra donde la barbarie predomina, el culto de la literatura es un hecho antinatural. A medida que un pueblo avanza, se depura, aristocratiza su pensamiento, perfecciona y multiplica sus capacidades intelectuales.
El intelectual reconoció los méritos de muchos de los ciudadanos de su época, destacando los aportes culturales de Federico Escobar, Edmundo Botello, Carlos A. Mendoza, Rodolfo Aguilera, Guillermo Andreve y Darío Herrera, entre otros.
Recomiendo ‘Vida y obra de Gaspar Octavio Hernández, El Cisne Negro', del Dr. Alfredo Figueroa Navarro, uno de los mejores ensayistas contemporáneos; ‘Ricardo Miró y Gaspar Octavio Hernández', de Mercedes Bolaños; y ‘Gaspar Octavio Hernández, poeta del pueblo', de Concha Peña.