- 06/06/2010 02:00
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Cada cuatro años se celebra uno de los eventos más grandes e históricos del deporte: el mundial de fútbol. Desde que se realizó su primera edición en 1930 en Uruguay, los afiliados a la FIFA buscan seducirla con sus proyectos y encantos geográficos para ser el anfitrión y poder hacerse con los beneficios económicos y de infraestructura post-mundialistas.
Pero no sólo la nación que acoge el certamen es la que se lleva el mejor pedazo del pastel. La FIFA, organización que cuenta con 1.061 millones de dólares de fondos propios – según el último informe de finanzas publicado en diciembre de 2009 que reveló un beneficio de 196 millones de dólares en el año –, también se lleva bastante de esta inversión conjunta, la cual, en el caso de la organización, siempre resulta un gran negocio.
Indiferente a la crisis que vivió la economía mundial el año pasado, el presidente Joseph Blatter y la FIFA aseguraron en marzo que las ganancias proyectadas para el Mundial que comienza en cinco días ya han llegado a sumas jamás registradas. Esto se debe a los millonarios contratos televisivos y de mercadotecnia de la Copa del Mundo de este año y los anticipos de la de Brasil 2014.
Para el torneo, que absorberá la atención de los amantes del fútbol desde el 11 de junio al 11 de julio, Joseph Blatter y compañía invirtieron 540 millones de dólares, suma que en un abrir y cerrar ojos generará 293 millones de dólares de ganancias en razón de 495 millones por derechos televisivos, 275 millones en mercadotecnia y 63 millones en otras licencias y contratos previamente establecidos.
En 2009 la FIFA organizó cinco torneos: las Copas Mundiales de fútbol sub-20, sub-17 y de clubes, el Mundial de fútbol playa y la Copa Confederaciones. Sólo en ese año, el ingreso líquido por derechos y licencias fue de 1,022 millones de dólares sin deducir los gastos, los cuales generalmente representan un poco más de la mitad de esta cifra.
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El presidente de la comisión de finanzas de la entidad y de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio Grondona, señaló que ‘presentar los resultados financieros de la FIFA en tiempos de crisis da mayor satisfacción’. Estos se conocerán cuando finalice el período cuatrienal que inició luego del Mundial de Alemania 2006 y termina después de Sudáfrica.
Pero a medida que pasan los Mundiales, el negocio para la FIFA es cada vez mejor. Esto se refleja en el ajuste que el organismo ha hecho en el dinero que repartirá como premio según las fases a las que accedan las selecciones. Para este año se han incrementado en un 61% las dotaciones económicas a las federaciones en comparación a las cifras de Alemania 2006, totalizando 400 millones de dólares.
Los clubes, que durante la competencia en Sudáfrica mirarán con ojos de negociante el estado físico sus trabajadores – entiéndase jugadores –, son los que más arriesgan el capital invertido en ellos. Por ello, la FIFA le pagará a cada equipo mil 600 dólares por cada día que uno de sus futbolistas permanezca en la Copa del Mundo. Este pago, que se realiza a través de las federaciones nacionales, se prolongará desde 15 días antes de que inicie el torneo hasta un día después de que culmine.
En el seno de las selecciones, los jugadores compiten por alcanzar la gloria deportiva mientras que sus directivos lo hacen a la distancia por el millonario premio que les espera si sus compatriotas logran clasificarse para la siguiente fase. Mientras más dure un equipo en el torneo, mayor será la recompensa.
Con sólo haber clasificado a la fase de grupos, las selecciones reciben automáticamente ocho millones de dólares (en Alemania recibían cinco); las que caigan en octavos de final reciben 9 millones; las que se quedan en cuartos de final 14 millones; el cuarto lugar paga 18 millones; el tercero 20 millones; el subcampeón recibe 24 millones y el glorioso campeón se embolsará 30 millones de dólares.
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El 15 de mayo de 2004, Sudáfrica fue elegido por el Comité Ejecutivo de la FIFA para albergar el Mundial por encima de Marruecos, Egipto y Túnez, con lo que se convirtió en la primera nación africana en ser sede del torneo.
En un país de casi 50 millones de habitantes, marcado por la desigualdad, con PIB per cápita de 10 mil 100 dólares por años y donde el deporte nacional es el rugby, el gobierno invertirá cerca de 20 mil millones de dólares sólo con el fin de mejorar los servicios urbanos y de infraestructura.
Dicha inversión está distribuida a grandes rasgos de la siguiente manera: transporte e infraestructura de apoyo, 1.165 millones; Tren Ligero Gautrain, 194 millones; modernización de red ferroviaria, 2.329; mejoramiento de la infraestructura vial, 12.400 millones; aeropuertos, 2.588 millones (nueva Terminal del Edificio Central en el aeropuerto O.R. Tambo de Johannesburgo, 285 millones); construcción de cinco estadios y mejoramiento de otros cinco, 1.087 millones (cifra equivalente a 3,5 veces lo presupuestado durante la presentación de la candidatura a la sede del mundial).
Por otra parte, se calcula que tras el Mundial habrá un impacto de 21 mil 300 millones de dóaraes para el Producto Interno Bruto de Sudáfrica. Pravin Gordhan, encargado de las finanzas del Comité Organizador, declaró que su país crecerá 2.3% en 2010 y que se generará una expansión de 0.5% en el PIB, un buen indicio si se toma en cuenta que éste se contrajo 1.8% en 2009.
Sin lugar a dudas que Sudáfrica presentará un paisaje distinto y asombroso a los ojos de los 30 millones de telespectadores de todo el mundo, cifra mayor en un 14% a la registrada en Alemania 2006 que constituye un récord para la FIFA, según informó Josepgh Blatter. Pero la realidad de este país de tercer mundo que se oculta detrás de la cortina mundialista es difícil de obviar.
De acuerdo con el periódico canadiense The Dominion, el 28% de los sudafricanos no pueden afrontar los costos de agua potable que les exige su Estado. Eddie Cottle, coordinador de la ‘Campaña para un Trabajo Decente antes y después de Sudáfrica 2010’, afirma que la cantidad de dinero gastada por el gobierno para los preparativos mundialistas son unos 6 mil millones de dólares, que equivalen a lo que invierte el Estado en viviendas durante 10 años. No es poca cosa para un país donde 13% de la población vive en refugios temporales, sin luz eléctrica ni baño.
En la actualidad, el fútbol es sinónimo de negocio. La pasión y la euforia que sale de gargantas que se quedan afónicas en un grito de gol, es sinónimo de jugosas ganancias para un sinnúmero de ejecutivos a los que poco les interesa el resultado deportivo. Nada es gratis en la vida. ¡Que viva el fútbol!