Cristina Ordóñez: la clase de 1987 alcanzando sus sueños

Actualizado
  • 06/05/2019 12:18
Creado
  • 06/05/2019 12:18
Aristides Ureña Ramos cuenta la historia de una de las joyas forjadas en la dura disciplina artística e intelectual que hace brillante el panorama cultural del Istmo

Caminaba en ese frío invierno de 2006 por la estrecha calle de Borgo Santo Espíritu, en la ciudad de Florencia, y me dirigía a desayunar al Café Michelangelo cuando sonó en mi teléfono la alerta, por la llegada de un mensaje de correo electrónico; inmediatamente miré y era de alguien desconocido, pero no sé por qué, seguí en mi curiosidad y lo comencé a leer.

Fui capturado inmediatamente por la manera cabal con la que iniciaba la misiva: “distinguido maestro Don Aristides” y poco a poco, la lectura se abría a la descripción detallada de una joven panameña que iniciaba sus estudios en Artes en la prestigiosa Universidad Complutense de la ciudad de Madrid y que se dirigía a mi persona en busca de consejos y guía en los difíciles caminos del menester artístico.

Me senté a tomar café, escogiendo el lugar más apartado del restaurante, pensando en el e-mail de esa muchachita panameña llamada Cristina, de los muchos quebrantos que el aprendizaje a las artes comporta y de los frustrados anhelos a los cuales  debemos hacer frente en nuestra juventud. Porque muchas de estas dificultades son desconocidas para los demás.

Con su e-mail, Cristina me hacía recordar a los talentosos jóvenes que no temen a las dificultades y se abren camino con  fuerza y determinación en pro de su preparación personal. Debo admitir que desde ese momento la amistad y el intercambio de comunicación con esta exponente panameña de las artes han sido continuos y duraderos hasta nuestro presente.

Cristina es una de las joyas forjadas en la dura disciplina artística e intelectual, que hace brillante nuestro panorama cultural y que merece ser conocida en su intimidad pictórica. Por este motivo los invito a que me sigan en esta décima presentación periodística, sobre algunos pasajes de la obra y vida de Cristina Ordóñez.

El diario repleto de ‘stickers’

Su madre ya notaba la capacidad poseída por Cristina desde la infancia, pues veía que la pequeña lograba distraerse por largas horas “enchercherando” un diario con stickers pintados con esmaltes para uñas, lápices de colores, cera de velas derretidas, papel de aluminio.

“Pinta tres cuadros en acrílico, para llevárselos al maestro Calvit”, le pidió Doña Berta (su madre) y eso hizo, pero lo que realmente le sorprendió a don Mario fueron los trabajos ingeniosos del diario personal de la pequeña Cristina a sus cortos trece años de edad.
Así fue que la joven, bajo las sabias manos del Maestro Mario Calvit, se encaminó hacia la pintura, sin olvidar el “premuroso” consejo que Mario le esculpe en lo profundo de su memoria: “Cristina, si aprendes mal, luego toca desaprender, para volver a aprender”, indicándole el cuidado que se necesita para el ejercicio de las técnicas pictóricas. Bajo estos parámetros y el fuerte apoyo de su familia, Cristina decide  viajar a Madrid a medir sus sueños y probar su innato ingenio.

cristina ordóñezCristina lleva una chispa por dentro, que brota al simple mirar.

Como es de esperarse, la sobresaliente personalidad de esta adolescente panameña logra marcar muchas pautas: brillante alumna, inquieto talento, se mueve hacia “tantas latitudes”, porque es el fervor que cada artista siente cuando lo colocamos en terrenos fértiles, justos para fecundar en creatividad.

Desde la llegada de ese e-mail, comencé a trabajar diferentes proyectos con ella, en numerosas ocasiones  estuvo presente en la Expo Etnia,  en Bruselas, una vez en República de las Artes en Florencia Italia y en otras tantas manifestaciones, en las cuales pude ser testimonio de la capacidad creativa de esta artista panameña durante su estadía en Europa.
Cristina cumple cabalmente esa etapa de su preparación, para continuar en su personal búsqueda profesional, al regresar a Panamá.

Cristina se puede considerar como uno de mis pocos pupilos. Hacer crecer a una artista en plena autonomía creativa es una difícil tarea, el enseñamiento en esta modernidad, debe ser impostado en la plena adhesión conceptual y en el acercamiento a la disciplina artística, para que el alumno sepa marcar su senda bajo sus propios criterios; esa ha sido la meta que me ha educado y la herencia que trato de trasmitir.

Bajo esas enseñanzas, podemos recordar algunos que me han marcado y que dejo como legado a mis alumnos, y que a continuación explicaré.

Se le acabó la pista

El artista inicia su madurez artística en torno a los 45 años y se desarrolla hasta los 55, allí es donde debe surgir con toda la intensidad de la capacidad adquirida en los años; en ese periodo que llamamos zona gris, debe establecerse con mucha energía la personalidad clara y nítida, del discurso que se ha madurado durante un largo tiempo. No existen más titubeos,  el dictamen es ya estable y está formado.

De no cumplirse esta madurez, observamos que el individuo que dice ser artista, hace un “manierismo” de su pintura, se enroca en masturbaciones mentales sobre el arte, empobrece su vigorosidad pictórica, desactiva la flama vibrante de la experimentación, en pocas palabras, se le termina la pista donde poder decolar.

La dinamizada acción pictórica

Cristina lleva una chispa por dentro, que brota al simple mirar; ella inició sus enérgicos mensajes pictóricos a través de la figuración, en las ansias por comunicar lo suyo. Por eso no acepta preconceptos al momento de expresarse pictóricamente; desde sus 31 años su búsqueda queda marcada en sus lienzos con toda libertad, sin duda alguna.

Las obras de Cristina Ordóñez recorren armónicamente con la evolución de su vida, viajan en sintonía con cada momento vivido y son llevados a través de un “tal vez” figurativo abstracto que ha evolucionado a un abstracto geométrico, utilizando sus lenguajes para dialogar con los demás; por eso su férrea decisión de tomar la pintura como medio para conferir sus preocupaciones y sus pensamientos.

Hacia la madurez pictórica

Ese e-mail, que llegó en mis manos durante aquel frío invierno de 2007 en Europa, fue la ocasión de develarme el carácter genuino de una muchacha panameña que mide sus fuerzas, que no teme a la confrontación y que con mucha tenacidad abre nuevas puertas para plasmar lo suyo, dejando tras de sí una brillante hoja de servicio en las difíciles tareas de las bellas artes.

Ella sabe que no está sola en este camino, pues cuenta con el apoyo de sus cercanos y el severo consejo de sus maestros. Cristina sigue construyendo su madurez pictórica.

Un acercamiento biográfico al personaje

Cristina Ordóñez empieza sus estudios de arte con  Mario Calvit  a los 13 años. Tuvo su  primera exposición individual a los 16 años  en  la Alianza Francesa de Panamá  (2004). Estudió  Bellas Artes  en la  Universidad Complutense de Madrid  (2006-2011). Durante este período se centra en la  pintura, específicamente en el  retrato , y realiza obras autobiográficas;   participa en varias  exposiciones  colectivas en  América y Europa, destacando la Feria de Arte Latinoamericano Etnia, en Bruselas  (2007/2009) y la feria de Arte Joven Ikas Art,  en Bilbao  (2010). Tiene su  segunda exhibición individual en la galería  Allegro  (Panamá, 2010), donde expone obras de la serie “Power”.

CortesíaAristides Ureña Ramos y Cristina Odóñez.

En  2010  se va a  Albuquerque, Nuevo México (Estados Unidos), para realizar un año como alumna de intercambio en  University of New Mexico. Allí estudia litografía  guiada por  Shaurya Kumar,  mientras realiza prácticas en el  Tamarind Institute con Bill Lagattuta, máster printer del Tamarind durante 22 años. Al término de su año en Albuquerque, vuelve a  Madrid  para recibir su titulación en Bellas Artes y de ahí retorna a  Panamá,  donde trabaja en gestión cultural y continúa el desarrollo de sus  proyectos artísticos personales.

En  2014, recibió una beca para realizar un programa de residencia para artistas en el  Art Quarter Budapest, en  Hungría. Realiza la muestra  “Hábitats”   two-man show en la galería  DGAG Contemporary  en Ciudad de Panamá y en  2017  la exhibición  “Memorias”, otro two-man show en  Galería Le Arti  con la  curaduría de María Eugenia Yebaile.

Desde octubre 2016,  se desempeña como gerente de la línea  Arti Sur  en  Panamá. Su rol es  promover  la línea  buscando artistas, artesanos y estudiantes de arte en  Panamá que requieran  productos de arte de  alta calidad  y seleccionar  proyectos expositivos o culturales a los cuales  apoyar.

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