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Cuidado ecológico, una tarea de todos
- 05/06/2024 00:00
- 04/06/2024 17:03
La restauración ambiental es una de las actividades más importantes para la preservación de los ecosistemas, especialmente si se toma en cuenta que hasta un 40% de las zonas terrestres del planeta se encuentra degradado, de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.
Panamá no escapa de esta realidad global, de hecho, según el ambientalista Olmedo Carrasquilla, los ecosistemas panameños se hallan en un estado de vulnerabilidad desde las últimas décadas. Esto tiene que ver con los desastres naturales producto del cambio climático, como los fenómenos de El Niño y La Niña, así como los daños causados por el propio ser humano.
“En este sentido [en Panamá] se han promovido programas y estrategias para buscar un equilibrio ambiental y en este caso también se han involucrado proyectos de reforestación, limpieza de playas, entre otros”, destaca el ambientalista en una conversación con La Estrella de Panamá.
Sin embargo, aún existen lagunas en las soluciones brindadas tanto por el gobierno y el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) como las empresas privadas y organizaciones ambientales que han tomado interés en la restauración de los diferentes ecosistemas en el país.
En gran parte de las periferias urbanas se ha realizado bastante trabajo para mantener los esfuerzos de restauración. Por otro lado, las áreas rurales, que están compuestas en su mayor parte por montañas, playas y otros tipos de ecosistemas, son las que requieren de un seguimiento más continuo y en donde más se ve la vulneración ambiental.
“Hay que determinar que la [situación en] la parte rural es muy compleja, porque ahí es donde hay más yacimiento de ecosistemas verdes, pero también hay una incongruencia porque estas áreas son vulneradas por concesiones de extracción de bienes ecológicos, como la minería”, explica el experto.
Diferentes organizaciones ambientales y el Estado panameño han contribuido a resolver el problema del saqueo de recursos naturales y la destrucción del medio ambiente con estrategias para aminorar el daño ambiental.
El Programa Nacional de Restauración Forestal (PNRF) de MiAmbiente busca aumentar el seguimiento, mantenimiento y monitoreo de las acciones realizadas para la rehabilitación de los ecosistemas a partir del aumento de la cobertura boscosa alrededor de cuencas hidrográficas, zonas degradadas o deforestadas a lo largo del país.
El objetivo de este plan es mejorar las estadísticas forestales y cumplir con los indicadores nacionales e internacionales a través de diversas actividades, como la reforestación, la restauración de bosques y riberas, la regeneración natural asistida y los sistemas agroforestales y silvopastoriles. El mismo regirá la estrategia nacional de restauración hasta el próximo año.
Para Olmedo Carrasquilla, la participación ciudadana en este tipo de procesos es un factor clave para el éxito de planes e iniciativas como estas a largo plazo.
El experto señala que la restauración y las reparaciones ambientales sí se deben dar bajo normativas con la ayuda de expertos, pero también debe haber un compromiso entre los ciudadanos para conservar las ayudas al medio ambiente.
“En este caso los programas de reforestación o restauración tienen que ir más allá de un cumplimiento cotidiano y normativo, es importante innovar y generar creatividad colectiva. [Cuidar los ecosistemas] no es solamente un compromiso del gobierno, también es importante que los ciudadanos puedan involucrarse en estos procesos”, dice Carrasquilla.
Según este experto, no basta solo con la educación ambiental que se da en los colegios y universidades del país, lo que debe dar consciencia a las personas en cuanto a su rol en la restauración de los ecosistemas es la educación popular, de la cual se carece en Panamá.
“Se ha hecho conocer a través de voceros que cuando la gente va a las playas, acostumbra a dejar la basura porque dice que los ambientalistas vendrán a recogerla después. Ahí hay una laguna, una desconexión y una carencia de docencia que debe tener quien haga uso de las costas”, indica Carrasquilla.
Para esto también es necesario ajustar los convenios, acuerdos y planes de restauración a la realidad nacional, con objetivos que puedan ser cumplidos de manera realista en todas las comunidades rurales y urbanas del país.
Un ejemplo que da el ambientalista es la transición energética comunitaria, en la cual viene trabajando junto a más ambientalistas, quienes buscan alternativas sostenibles pero también que se ajusten a las herramientas con las que cuenta cada panameño.
“La transición energética comunitaria, que al estilo panameño le hemos puesto ‘Transición energética justa y real’, es el proceso de transformación del estándar clásico que se ha suplido de bienes ecológicos a un modelo más sano y que contemple los derechos humanos, el respeto a la naturaleza y no pueda menoscabar nuestro modelo de desarrollo”, especifica.
Sin embargo, el especialista también reconoce que sin el empoderamiento de las comunidades no será posible concretar y mantener esta iniciativa. Es por esta razón que la educación y sensibilización a las diferentes poblaciones debe ser una de las principales tareas de las organizaciones ambientales independientes, las empresas privadas o el Estado Panameño, porque no habrá un real cambio y una restauración duradera hasta involucrar a todos los actores sociales de esta situación.