Ruido de las embarcaciones afecta la comunicación de los delfines

Actualizado
  • 24/01/2023 00:00
Creado
  • 24/01/2023 00:00
De acuerdo con los expertos, para que estos cetáceos realicen actividades cooperativas, logren cazar o reproducirse, tienen que gritarse entre sí
En la relación madre-cría, los delfines se diferencian entre sí con chirridos únicos, que funcionan como sus nombres.

Además de la contaminación marina, las perturbaciones dentro de su hábitat natural o las colisiones con barcos, los delfines y las ballenas son afectados por el ruido que producen las embarcaciones durante su paso por los océanos y mares.

Precisamente los delfines, según varios estudios, son los más afectados por la contaminación acústica en los mares, ya que esto les provoca estrés y un cambio en la forma en que se comunican, algo preocupante, según revela un reciente estudio hecho por investigadores de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido.

Para realizar actividades cooperativas, cazar o reproducirse, los delfines tienen que gritarse entre sí para darse a entender. Esto no había sucedido jamás en su historia evolutiva, porque nunca se habían enfrentado a la cacofonía estruendosa de las embarcaciones industriales, reportaron los investigadores según documenta National Geographic.

Pernille Sorensen, de la Universidad de Bristol, quien lideró la investigación, explica que estos cetáceos no pueden escuchar su nombre cuando sus pares les llaman.

Los delfines nariz de botella producen sonidos sociales conocidos como silbidos, llamados gritos para comunicarse entre sí, pero son los silbidos los sonidos más estudiados.

Según el investigador, se ha rastreado este comportamiento a partir de los chirridos que la especie emite. Especialmente en la relación madre-cría, los delfines se diferencian entre sí con chirridos únicos, que funcionan como sus nombres.

Cuando hay demasiada interferencia sonora, a causa del tráfico industrial en los mares, estos sonidos se pierden. Por lo cual, los delfines se confunden y no entienden lo que sus familiares les están diciendo, destaca Sorensen.

Para compensar, desde hace más de dos décadas los delfines están gritándose para identificar las necesidades de sus seres queridos. “Esas mismas razones que hacen que el uso del sonido sea tan ventajoso para los animales, también los hace susceptibles a la perturbación del ruido en el medio ambiente”, explica el investigador.

Investigaciones en Panamá

La mayoría de los delfines nariz de botella del mundo no están en peligro de extinción, pero una población aislada y genéticamente distinta, de unos 70 animales, en el Caribe occidental de Panamá, está amenazada por la actividad de avistamiento de delfines, una de las principales atracciones turísticas de Dolphin Bay, ubicado en el archipiélago de Bocas del Toro, dice una nota publicada por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI).

Según Betzi Pérez Ortega, bióloga marina y quien estudió los sonidos de estos animales, los delfines nariz de botella (Tursiops truncatus) producen “clics” de ecolocalización para navegar y localizar alimento. Pero también producen sonidos sociales conocidos como silbidos, llamados gritos, algunos parecidos a ladridos y graznidos cuando se comunican entre sí, siendo los silbidos los sonidos más estudiados.

“Estos silbidos ayudan en la cohesión del grupo y la comunicación entre las parejas de madres y crías. Los delfines también usan silbidos como señal de saludo cuando se encuentran con otros grupos de delfines en la naturaleza”, explica Pérez.

Según la bióloga, estos delfines pueden modificar las frecuencias de sus silbidos y su comportamiento en respuesta a diferentes entornos acústicos. Esta habilidad ha sido ampliamente documentada en poblaciones de delfines costeros donde el ambiente acústico a menudo está dominado por pequeñas embarcaciones, produciendo sonidos (2-10 kilohercios) que se superponen con el rango de frecuencia de los silbidos de los delfines (1-20 kilohercios).

“La modulación indica qué tan simple o compleja es la información que se transmite a través de un silbido. Un silbido de frecuencia modulada complejo utilizará un ancho de banda mayor que un silbido simple y, por lo tanto, la información que transmite se considera de mejor calidad”, comentó Pérez.

“Para saber qué tan complejo es el silbido, se utiliza el software Raven, que sigue el contorno de los silbidos y cuenta automáticamente los puntos de inflexión, es decir, los lugares donde hay un cambio en la frecuencia del silbido”, dice.

En todo el archipiélago de Bocas del Toro los delfines están expuestos a un pequeño tráfico de botes turísticos y transporte público. En la bahía de Almirante, los botes-taxi utilizan rutas y horarios preestablecidos para transportar a las personas; mientras que los botes turísticos visitan e interactúan con los delfines en Dolphin Bay durante las horas de la mañana todos los días.

Estos hallazgos sugieren que la comunicación entre los delfines y sus estados emocionales se vería menos interrumpida si los capitanes de los botes turísticos se comportaran más como los capitanes de los botes-taxi, reduciendo el tiempo y la intensidad del contacto. Estas medidas son requeridas por las pautas nacionales de observación de ballenas y delfines, y eran conocidas por la mayoría de los operadores de botes turísticos.

“Con este estudio hemos podido verificar científicamente cómo el ruido afecta el sistema de comunicación de esta especie en este sitio en particular. Se convierte en un punto de partida para pensar en el efecto que podría estar causando el ruido excesivo no solo en los delfines, sino también en otras especies que habitan en los diferentes ecosistemas del archipiélago; por ejemplo, hay estudios que demuestran que el ruido puede causar mortalidad en larvas de peces, y puede enmascarar los sonidos naturales de un arrecife, que son utilizados por otras especies como pistas para encontrar un buen lugar para asentarse”, detalla Pérez en la nota de prensa.

La clave para proteger a los delfines es encontrar formas de hacer que los operadores cumplan eficazmente las pautas, considera Pérez.

La provincia de Bocas del Toro tiene una extensión de 4.643 km² y una población de 125.461 habitantes (según el último censo de 2010).

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