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- 20/04/2023 00:00
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Partes del cerebro que controlan el movimiento están conectadas a redes implicadas en el pensamiento y la planificación, según un estudio cuyos hallazgos representan un “vínculo literal” entre cuerpo y mente en la propia estructura del cerebro.
El trabajo, publicado en Nature, está liderado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis, que aseguran que la idea de que el cuerpo y la mente están inextricablemente entrelazados “es algo más que una abstracción”.
La investigación demuestra que partes del cerebro que controlan el movimiento están conectadas a redes implicadas en el pensamiento y la planificación, y en el control de funciones corporales involuntarias, como la presión arterial y los latidos del corazón.
Según la universidad estadounidense, los hallazgos representan un vínculo literal entre cuerpo y mente en la propia estructura del cerebro.
Esta nueva red podría ayudar a explicar algunos fenómenos desconcertantes, como por qué la ansiedad hace que algunas personas quieran pasearse de un lado a otro, o por qué estimular el nervio vago, que regula funciones orgánicas internas como la digestión y el ritmo cardiaco, puede aliviar la depresión.
También por qué las personas que hacen ejercicio con regularidad manifiestan una visión más positiva de la vida.
“Las personas que meditan dicen que al calmar el cuerpo, por ejemplo con ejercicios de respiración, también se calma la mente”, recuerda Evan M. Gordon, primer au tor del trabajo.
“Este tipo de prácticas pueden ser muy útiles para las personas con ansiedad, por ejemplo, pero hasta ahora no ha habido mucha evidencia científica de cómo funciona. Ahora hemos encontrado una conexión”.
Según el investigador, el estudio halla el lugar en el que la parte de la mente más activa y orientada a objetivos se conecta con las partes del cerebro que controlan la respiración y el ritmo cardíaco.
“Si calmas una de ellas, debería tener efectos de retroalimentación en la otra”.
Gordon y Nico Dosenbach se propusieron verificar el mapa establecido desde 1930 de las áreas del cerebro que controlan el movimiento, utilizando técnicas modernas de imagen cerebral.
Reclutaron a siete adultos sanos para someterlos a horas de exploración cerebral por resonancia magnética funcional en reposo o realizando tareas y, a partir de este conjunto de datos de alta densidad, construyeron mapas cerebrales individualizados para cada participante.
A continuación validaron sus resultados utilizando tres grandes conjuntos de datos de imagen por resonancia magnética de acceso público que, en conjunto, contienen escáneres cerebrales de unas 50.000 personas.
Para su sorpresa, descubrieron que el mapa realizado por Wilder Penfield en 1930 no era del todo correcto.