‘Blancanieves’ y la era de los ‘remakes’ de Disney

Actualizado
  • 20/03/2025 00:00
Creado
  • 19/03/2025 18:48
La nueva entrega ‘live action’ del clásico de 1937 es una prueba de que renovar no significa innovar. Con actuaciones que se esfuerzan por destacar, la cinta promete fuegos artificiales y una historia de superación y bondad

Tras los ataques de internautas a la cinta de acción viva Blancanieves, dirigida esta vez por Marc Webb y estelarizada por Rachel Zegler (Blancanieves) y Gal Gadot (Reina Malvada), y tras ver los avances, teasers y fotos promocionales de la película, no me quedaba esperanza de ver una narración fiel de la cinta clásica de Disney, aquella que alguna vez salvó al estudio de una bancarrota segura.

Para quienes no estén familiarizados con su historia –originalmente escrita por los hermanos Grimm–, Blancanieves es una princesa joven que es condenada a vivir con su malvada madrastra, la Reina Malvada (no tiene un nombre específico), quien tras la desaparición del rey se convierte en una monarca fría y cruel. Llevada a perderse en su vanidad y belleza, la reina conjura un espejo mágico al que le pregunta día y noche: “Espejito, espejito, ¿quién de todas es la más hermosa?”, y el espejo siempre da la razón a ella. Hasta que un día, Blancanieves es quien destaca en belleza y la ira de la Reina crece hasta enviar a un cazador a dar fin a la vida de la princesa. Y es ahí cuando empieza la aventura.

En su versión de Disney original animada (Blancanieves y los siete enanos, 1937), Blancanieves gozaba de un corazón puro, inocente y enteramente entregado a la imagen de la mujer tradicional, plasmada como una dama en aprietos que llega a la cabaña de siete amigables enanos que viven en un bosque mágico y la esconden de la Reina. A esto se suma un príncipe encantador, quien es el deseo del corazón de Blancanieves, que en su canción original Algún día mi príncipe vendrá, habla con los enanos sobre su primer amor y su sueño de estar junto a él.

En la búsqueda de una renovación de la historia, la Blancanieves de Zegler se encuentra en un predicamento aún mayor que esperar a que un príncipe llegase a rescatarla, puesto que ella se ha puesto la misión de no solo recuperarse a sí misma, sino rescatar a su reino de las crueles garras de la Reina Malvada. Zegler entrega todo de sí al personaje, en momentos de tristeza, angustia, desilusión, determinación y alegría, e incluso en momentos de tierno romance junto a su coestrella Andrew Burnap, quien interpreta al intrépido líder de un grupo de marginados llamado Jonathan; pero en el remake perdemos a la Blancanieves original, colmada de gracia y ternura, por una joven que buscar liderar una revolución en nombre de la memoria de su padre.

Existen otras adaptaciones del cuento de los hermanos Grimm, con Espejito, Espejito (2012) de Tarsem Singh –protagonizada por Lily Collins y Julia Roberts– siendo una de las más cercanas a la historia original y creando su propio mundo sin necesidad de ser un musical. La inclusión de los siete enanos (interpretados por actores que presentan enanismo), junto con una narrativa que también busca darle un liderazgo mayor a Blancanieves de forma orgánica, es un plano de cómo se puede integrar ideales y personalidad de un personaje ya establecido.

Webb (The Amazing Spider-Man) lleva la cinta en diversas ramas sin realmente aterrizar en una específica. Su historia de amor entre princesa y ladrón no desafía el “amor a primera vista”, sino que lo hace aún más notorio, ya que pasamos muy poco tiempo con alguno de los dos estableciendo una conexión –lo cual no se siente alejado de lo que es una historia de hadas de princesa, pero se desconecta de la nueva personalidad que intentan darle a Blancanieves en la que piensa antes de actuar y no se guía simplemente por su corazón.

Las actuaciones opuestas de Zegler y Gadot se enfrentan en distintos estilos y se mantienen lo suficientemente separadas como para nunca sentir una real conexión entre ellas. Zegler abarca a Blancanieves de forma sutil, en algunos aspectos un poco más aguerrida y hace que se sienta como una Blancanieves totalmente diferente; mientras que Gadot abraza la maldad de su personaje y su intimidante mirada a los que le rodean. Sus canciones originales son interesantes y se apegan a los estilos de cada personaje, con las de Gadot siendo más memorables y dándole un tiempo extra en pantalla hasta descubrir el cómo de su plan con la manzana envenenada de la trama original.

La musicalización de la cinta busca apegarse a su material de fuente, creando espacios musicales de fantasía y haciendo eco –u orquestando– las emociones de los personajes y lo que nos debería hacer sentir como audiencia. Aún así, los estilos musicales de algunas canciones originales se sienten desconectados de la historia, y algo repetitivos en algunos momentos en donde quizá un diálogo hubiera posicionado mejor la escena.

Gadot, vestida en negro, azul oscuro, una corona de picos y decenas de joyas en cada escena, fueron uno de los momentos destacados de la cinta, así como los efectos especiales en el momento de hablar con el espejo mágico, su transformación en la bruja anciana y las amenazas con su magia se hicieron sentir a través de la pantalla.

Asimismo, el trabajo de generación por computadora (CGI) para el set de los enanos, su mina y las docenas de animalitos que seguían a Blancanieves por el bosque destacaron en su colorización de fantasía, logrando transportar los sentidos a ese mundo mágico lejos de las manos de la Reina. Sin embargo, el CGI para los siete enanos continúa siendo una decepción, aunado a las críticas de que la cinta recibió previo a su estreno por actores con enanismo, como Peter Dinklage (Game of Thrones), quien indicó que al no contratar actores para dichos papeles los productores “no saben qué están contando” puesto que “la historia es tanto de Blancanieves como de los enanos”, según comentó en el WTF Podcast en 2024.

Lo que me llama la atención de Blancanieves de 1937 es cómo una joven visualizaba su vida, los temores de la persecución, la simplicidad de la bondad y verdad, y la solidaridad como pilares en su personalidad. En el trabajo de Zegler y Gadot se toman algunos de estos aspectos, pero la película está más preocupada en ser una copia del plano moderno de que las princesas no pueden ser sencillas, no pueden seguir el guion que se les ha dado (o al menos en las remakes), sino que deben aspirar al poder, el liderazgo, las batallas y defender a sus reinos. No está mal como una trama que será enseñada a millones de niñas y niños globalmente y que quizá nunca han visto a aquella princesa que lo único que deseaba era encontrar el amor y ayudar a sus amigos enanos, pero para aquellos que quizás esperábamos sentir un ápice de nostalgia y sencillez, lo forzado de la conversión de princesa a “guerrera” es desconcertante.

Atrás han quedado las princesas que despertaban únicamente con un beso de amor verdadero y las brujas vencidas en el último momento de una batalla a muerte –escenario que también fue decepcionante en esta versión ‘live action’– sino que son necesarias luchas para darle sentido a una historia y posar mayor carga sobre los hombros de las princesas para llegar a hacerlas más realistas e inspiradoras para las nuevas generaciones.

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