A los 120 años del natalicio de Pablo Neruda

Actualizado
  • 06/07/2024 00:00
Creado
  • 05/07/2024 19:37
En el centenario de Neruda el peligro mundial no está en ser comunista. No tendría el gran poeta problema alguno en sus periplos culturales y políticos por el territorio de los cinco continentes

Pablo Neruda recibe en estos días los saludos afectuosos de muchos pueblos. El próximo 12 de julio se conmemora el primer centenario de su nacimiento. Nació muy pobre en Parral, Linares, y murió bajo el dominio del espanto en Santiago de Chile en septiembre de 1973, a los pocos días de la muerte trágica de Salvador Allende. A lo largo de su vida se destacó como alto exponente de la lírica hispana. Su poesía, de gran profundidad humana, apasionó a todos los seres del siglo XX. Inmenso en sus metáforas, en su imaginación, fue dios de las más finas inspiraciones y cantor formidable de la naturaleza, de la materia y del celaje. En atención a sus ideas políticas hizo suyas las causas que le eran propias.

Al estilo de los historiadores es preciso recordar este día, asociándolo con otros hechos coetáneos que conmueven su mundo chileno y todos los mundos. Es lo que le agradaría al gran vate de Isla Negra. Saber cómo está la tierra que dejó el día que cayó la sombra sobre ella.

En su centenario, su patria aún se debate en la definición y en el castigo de todos los culpables del 11 de septiembre. Sin embargo, ya Chile superó la convalecencia producida por las lesiones totalitarias y es hoy un organismo democrático y saludable. Sus partidos políticos no son fusilados por la sociedad civil, porque además de modernos y democráticos le rinden culto a la probidad ciudadana. A los chilenos les une el compromiso de mantener un Estado de derecho.

Si Neruda hubiese vivido en estos días y no en las calendas de Gonzáles Videla, no hubiera sido perseguido por sus ideas de hombre de izquierda. Tampoco hubiera escrito su controvertido canto a Stalin, entre otras razones porque todo aquello cayó en desuso. En la fecha de su centenario, y gracias a la caída del Muro de Berlín y al descalabro del régimen comunista, la América Latina no le preocupa al imperio. Lo cuenta con impresionante frondosidad y juicio analítico Fausto Masó en su libro Los Amantes del Tango. A Arturo Frondizi, recuerda Masó, lo derrocaron como presidente de la Argentina porque desayunó con el Che Guevara. Hoy Hugo Chávez desayuna, almuerza, cena y duerme con Fidel Castro y a United States no le da ni frío ni calor. Y siguiendo la teoría de Masó, debo decir que en este centenario de Neruda el peligro no podría estar en las ideas políticas profesadas por el gran poeta. Hoy simples puntos de referencia como si se observara en las calles de Roma un letrero que dijera: vía Apia. Se trata de una dirección extinguida y otras vías son las que ofrecen destinos. Lo que le interesa hoy a Estados Unidos es que Chávez sea cumplido, exacto, eficiente en la remesa de los barriles de petróleo contratados.

En eso el populista venezolano no cae en morosidad ni ese negocio sagrado inspira su retórica alucinada. En el centenario de Neruda el peligro mundial no está en ser comunista. No tendría el gran poeta problema alguno en sus periplos culturales y políticos por el territorio de los cinco continentes. El peligro de hoy es ser terrorista. La diferencia reprime la maldad de los malvados, porque señalar a un personaje de comunista no requiere prueba tangible alguna, es cuestión de etiqueta. Pero acusar a alguien de terrorista implica presentar la dinamita o las otras herramientas del crimen o para el crimen. Entre perseguir ideas y perseguir el terror, la diferencia está en la existencia cierta de la bomba. No basta la presunción de quien posee armas de destrucción masiva o individual. Habría que preguntarle a Bush, Blair la existencia cierta de la bomba. No basta la presunción de que alguien posee y Azar las razones de su impopularidad. La tipificación del delito exige eso que ahora llaman el cuerpo del terror. Si Neruda viviera hoy, no correría el peligro de ser un exiliado de su patria ni hubiera producido ese melancólico canto del destierro: ¡Ay! ¿Cuándo retornaría a su patria? Los exiliados panameños en Caracas lo recitaban con gotitas del corazón en cada verso.

El mundo de hoy es más torpe y criminal que el mundo de 1904, fecha del nacimiento, o de 1973 fecha de la muerte de Neruda. Aquel ciclo vital fue horrible, pero el actual es peor porque está signado no solo por el crimen, lo rubrica la mediocridad y un mediocre con sable le corta el pensamiento a cualquiera. Aquella España en el corazón, poesía de dardos, sublime, apasionada y triste tan llena de geranios y de niños asesinados en las calles de Madrid, denuncia una inédita crueldad, pero Irak hoy, Yugoslavia ayer, o la Colombia de hace rato, constituye una edición aumentada y no corregida de la perversidad.

En mis lecturas juveniles recuerdo la figura de Bolívar, invocada por Neruda en España, con el corazón. Ante el Cuartel de la Montaña y en presencia del V Regimiento, Bolívar desahogó su viejo y permanente anhelo de libertador al exclamar: “Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”. Frase de significación histórica y desafío humano o viril porque constituye un llamado a los pueblos para que se aparten de la siesta de la rutina y de la mediocridad, y con su despertar se identifiquen con las hazañas redentoras de Bolívar.

El Chile de los grandes amores de Neruda navegó por años en un largo y doloroso Mapocho de sangre para luego despertar, pero hoy, en la fecha del centenario está en puerto seguro, bueno para el abrigo y para la paz. En el istmo panameño, que, en su Canto general, Neruda le dio un abrazo solidario, hoy sólo imperan los males según los noticieros de la televisión. Si para el novelista ecuatoriano Aguilera Malta, Panamá era un cabaret con calles, para los noticieros somos un inmenso y descomunal charco de sangre y de ilicitudes, sin nada bueno que contar. Los nuevos dioses quieren una patria nueva aferrándose al pasado para, utópicamente, desde allí “regresar al futuro” con unas reformas constitucionales que no se apartan de los lineamientos de la patria vieja, y que en el fondo y en la forma significan un homenaje al despiste y al retruécano.

Prefiero tus versos de amor, poeta, y tu Canto general porque son más transparentes, más definidos, más humanos y más latinoamericanos; prefiero tus cantos a las aves del Caribe y tus versos infinitos como aquel que hablaba del Martín Pescador del Rocío”. En tu centenario, qué bueno fuera que los Martin pescadores del Caribe -hoy el Caribe político se extiende hasta la Patagonia- no pescaran ni en el rocío de la aurora. ¡Qué bueno fuera!

El Chile de los grandes amores de Neruda navegó por años en un largo y doloroso Mapocho de sangre para luego despertar, pero hoy, en la fecha del centenario está en puerto seguro, bueno para el abrigo y para la paz. En el istmo panameño, que, en su Canto general, Neruda le dio un abrazo solidario, hoy sólo imperan los males según los noticieros de la televisión”
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