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Resistencia, la vida y el legado de las afrocaribeñas de la Zona del Canal
- 03/08/2024 23:00
- 02/08/2024 18:50
De acuerdo a la experta, Yannia Vanessa Visuetti, en el contexto de la Zona del Canal, la vida cotidiana de las mujeres afrocaribeñas fue “diferente y complicada”.
Esto se debe a que aunque las mujeres del Caribe y las Antillas llegaron con el propósito original para servir. La sociedad zoneíta tenía la percepción de que estas mujeres llegaron a Panamá en la condición de trabajadoras sexuales, a pesar de que habían sido contratadas específicamente para labores domésticas.
De esta manera, las mujeres afrocaribeñas fueron sexualizadas y discriminadas desde su llegada a la Zona del Canal, lo que las expuso a una serie de desventajas desde condiciones de trabajo deplorables hasta el maltrato de otras mujeres y hombres solo por esta idea errónea.
Sin embargo, durante el conversatorio ‘Diálogos del Canal’, organizado por el Museo del Canal Interoceánico, Visuetti fue precisa al afirmar que las mujeres de las Antillas fueron una parte vital para la construcción del Canal de Panamá.
“Me parece muy curioso como las primeras mujeres afrocaribeñas en llegar al país fueron de Martinica. 256 mujeres que hicieron una labor increíble, la llegada de estas fue un punto importante. Aquí nos podemos dar cuenta la importancia de la mujer afrocaribeña para el Canal, eran vitales”, explicó la experta.
La vida cotidiana de las mujeres afrocaribeñas en Panamá durante la construcción del Canal se basó en perseguir sus sueños, dedicarse a vender en sus pequeños negocios, pensar en cómo obtener recursos y tierra para quedarse y formar un hogar en la Zona.
Según Visuetti, estas tuvieron tres enfoques principales: su trabajo, aunque muchas no formaran parte de la planilla oficial en el silver roll y tuvieran remuneraciones indignas; el cuidado del hogar y familias, ocupándose de los esposos y procurando que sus hijos recibieran una educación y crear ahorros para comprar propiedades, tener algún tipo de solvencia económica y permitirse una vida digna.
Las mujeres afroantillanas que estuvieron en la Zona durante la construcción del Canal de Panamá tuvieron incidencia en la cultura panameña, principalmente a través de la danza y la comida.
Bailes como el Palo de Mayo, que tiene su origen en la costa caribeña del continente como herencia directa de los europeos durante la colonización, llegaron a la Zona del Canal. Este se baila en el May day también conocido como Fiestas de Mayos, celebración que se da el primer día del mes mencionado.
En esta festividad participaban personas de ambos géneros desde los siete años, mientras que los menores a esta edad servían de observadores. Esta tradición se mantiene todavía en la provincia de Bocas del Toro.
Otro de los bailes que introdujeron las mujeres afroantillanas en Panamá es La Cuadrilla, otra contribución de la América insular que heredó de los europeos. Sin embargo, la versión caribeña de este, nació como una especie de burla de los esclavos negros que habían sido traídos a estos territorios hacia sus amos.
Estos imitaban la danza e incluso los vestuarios que utilizaban los franceses e ingleses, pero también se le incorporaron ritmos africanos. La coreografía se establece a partir de la disposición de hombres y mujeres en filas independientes para ejecutar una rutina de gran expresividad y sentido plástico fundamentada en diversas figuras que usual mente se denomina cadena inglesa.
En cuanto a la comida, la Fruta de Pan y el Aki también fueron traídos al país por las mujeres del Caribe.
Entre las mujeres que llegaron a la Zona del Canal, algunas tuvieron la oportunidad de destacar debido a sus aportes a sus comunidades y su interés por los asuntos sociales entre la población negra de la Zona del Canal. Leonor Jump, quien fue la primera directora de la Escuela Normal de La Boca, es una de estas.
Como maestra desempeñó un rol fundamental para llevar la educación de calidad a los niños de padres afroantillanos de la Zona y además de ser la primera directora de esta escuela, fue quien construyó la primera biblioteca para la misma.
Esto fue un suceso fundamental, pues el poblado de La Boca Town, que se ubicaba en la entrada por el pacífico del Canal de Panamá, fue uno de los lugares en los que se localizaron grandes comunidades para trabajadores negros que servían a la operación de la vía acuática y la vida de la Zona, de acuerdo a la revista El Faro de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). De esta manera, Jump le brindó a los niños de esta parte de la Zona del Canal una oportunidad para formarse.
Anesta Samuel, quien nació y creció en la Zona del Canal de Panamá, después de que su padre se mudara de la isla de Montserrat para trabajar en el Canal de Panamá, también fue una mujer de herencia afrocaribeña que logró sobresalir.
Desde su adolescencia Samuel rechazó el sistema de discriminación racial establecido en la Zona por los estadounidenses blancos y abrió su propio salón de belleza. Luego, en 1950, emigró a Nueva York y creó una organización que ofrecía becas a estudiantes panameños para estudiar en el extranjero junto a otras afrocaribeñas nacidas en la Zona del Canal.
Esta asociación se llamó Las servidoras (The Dedicators, en inglés) y Samuel logró ser su segunda presidenta. De acuerdo a Visuetti, a través de esta organización, Anesta Samuel tuvo la oportunidad de conocer a líderes afroamericanos como Malcolm X, con quien compartía el mensaje de derechos humanos para las personas negras.
Finalmente, Melva Lowe, quien fue la primera directora de la Sociedad de Amigos del Museo Afroantillano de Panamá (Samaap) y una destacada escritora afroantillana que “ha dedicado su vida” al legado histórico afrocaribeño en Panamá.
Entre sus obras, De Barbados a Panamá y Afrodescendientes en el Istmo de Panamá, la escritora explora la cultura y tradiciones que esta población con herencia insular trajo al Istmo y sigue preservando hasta nuestros días.